Sierra y Moya, Manuel María de. Cádiz, 7.VI.1799 – Madrid, 18.IV.1866. Político y hacendista.
Procedente de una familia de contables, hijo de Juan Sierra Riaño, contador de fragata de la Armada, y de María Ramona Moya Ruiz de Luzariaga, a muy temprana edad, en torno a 1816, se incorporó como funcionario al Ministerio de Hacienda, adquiriendo una dilatada formación hacendística y ascendiendo paulatinamente en el escalafón ministerial.
De ideas liberales, formó parte del Partido Moderado, en el seno de la clientela de Alejandro Mon, y desempeñó el puesto de subsecretario del mencionado ministerio, coincidiendo con la segunda etapa de Mon como ministro de Hacienda (1844-1846).
Precisamente, como subsecretario se ocupó interinamente de la jefatura de este ministerio en varias ocasiones, concretamente en 1844 (el 20 de junio por ausencia del titular, Alejandro Mon, bajo la presidencia del general Narváez) y 1846 (del 12 al 15 de febrero, en el intervalo de sustitución de Mon por José de la Peña y Aguayo, presidiendo el Gabinete el marqués de Miraflores; y, de nuevo, del 5 al 12 de abril, cuando los dos mismos titulares anteriores, Peña y Mon, se reemplazaron otra vez en la jefatura del indicado ministerio al sustituir Istúriz a Miraflores en la presidencia del Ejecutivo).
Coincidiendo con su etapa en la subsecretaría de Hacienda, se promulgaron las reformas tributarias auspiciadas en 1845 por el ministro Alejandro Mon, estableciéndose un cuadro tributario basado en impuestos directos (la “contribución de inmuebles, cultivo y ganadería” o “territorial”, y el “subsidio de industria y comercio”, que gravaban las fuentes generadoras de renta en lugar de los rendimientos del trabajo y el capital) e indirectos (fundamentalmente la denostada “contribución de consumos”, los derechos de aduanas y los monopolios fiscales). Transformaciones impositivas que resultaron de una indudable trascendencia al liquidar definitivamente la fiscalidad del Antiguo Régimen, claramente chocante con el principio de igualdad de los ciudadanos ante el Estado defendido por el liberalismo, y establecer los fundamentos de la Hacienda liberal en España, aunque en realidad los fraudes y la discriminación impositiva persistieron, y los ingresos por los impuestos indirectos predominaron sobre los directos, lo cual deja traslucir el carácter socialmente injusto de este sistema tributario.
Su labor en el Ministerio de Hacienda la compaginó con el desempeño de un escaño parlamentario, al resultar elegido diputado en Cortes por Cádiz capital y Ávila en 1845 (optó por representar a la ciudad que le vio nacer), por los distritos gaditano de Medina Sidonia y coruñés de Carballo en 1846 (decantándose, una vez más, por el de su patria chica) y nuevamente por el de Medina Sidonia en 1850, permaneciendo en la Cámara Baja hasta 1851; es decir, fue parlamentario durante seis años consecutivos.
Su carrera como funcionario de la administración estatal concluyó en 1854, año en que se jubiló como consejero real ordinario. No obstante, se mantuvo en la vida pública nacional hasta los últimos días de su vida, desempeñando diversos cargos políticos, como los de consejero de Estado (1859-1866) y senador vitalicio (1863-1866).
Fuentes y bibl.: Archivo del Congreso de los Diputados, Serie documentación electoral, 24 n.º 25, 24 n.º 31, 25 n.º 8, 25 n.º 13 y 28 n.º 10; Archivo del Senado, Exps. personales, HIS-0443-04 HIS-0443-04.
Semblanzas de los 340 diputados a Cortes que han figurado en la legislatura de 1849 a 1850, Madrid, Imprenta de Gabriel Gil, 1850, pág. 200; A. Rull Sabater, Diccionario sucinto de ministros de Hacienda (siglos xix y xx), Madrid, Instituto de Estudios Fiscales, 1991, pág. 153; J. M. Cuenca y S. Miranda, El poder y sus hombres. ¿Por quiénes hemos sido gobernados los españoles? (1705-1998), Madrid, Actas, 1998, págs. 826-829; J. R. Urquijo Goitia, Gobiernos y ministros españoles (1808- 2000), Madrid, CSIC, 2001, pág. 322.
Francisco Miguel Espino Jiménez
