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Augusto Andrés Ortega

Biografía

Andrés Ortega, Augusto. Villavedón (Burgos), 7.X.1904 – Zafra (Badajoz), 5.II.1983. Claretiano (CMF), catedrático de Filosofía y Teología.

Perteneció a una familia labradora de la alta región cántabro-burgalesa. Fue el segundo de los tres hijos que tuvo el matrimonio formado por Martín Andrés Bravo y Gregoria Ortega Ortega. Siendo todavía adolescente (1917), ingresó en la Congregación de los Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María (Misioneros Claretianos). Su formación la llevó a cabo en los centros de su instituto religioso, siendo ordenado sacerdote en Zafra (Badajoz) en el año 1929. Enseguida se trasladó a Roma para completar sus estudios en la Academia Romana de Santo Tomás (Filosofía) y en el Colegio Pontificio Angelicum (Teología), consiguiendo el doctorado en ambas disciplinas. Años más tarde, amplió esos estudios en París, Múnich, Frankfurt y Lovaina.

Durante su estancia romana, la apertura de sus horizontes intelectuales se vio favorecida por la estrecha relación de amistad y colaboración con el sector intelectual de su congregación más significativo en aquel momento, como los futuros cardenales Arcadio María Larraona y Arturo Tabera; los eminentes juristas Felipe Maroto y Siervo Goyeneche, admirados en los ambientes romanos por su colaboración en la codificación del Derecho Canónico realizada en 1917 y el padre Nicolás García Cuesta, superior general. En esta época, también dejó su huella en el talante intelectual del joven doctor y en su actitud renovadora, el inicio de una estrecha amistad con el entonces claretiano Juan David García Baca (más tarde Bacca) que, a juicio de algunos historiadores del pensamiento español, es una de las primeras figuras de la Filosofía en lengua española de todos los tiempos. De vuelta a España, puso de manifiesto su clara y decidida vocación intelectual centrando su vida en el estudio, el magisterio y la publicación. Hizo una unicidad de búsqueda de la verdad aunando la verdad que pretende la Filosofía, la Teología y la Mística.

Por otra parte, a lo largo y a lo ancho de su dilatado magisterio universitario, intentó renovar la escolástica imperante desde posiciones intelectuales más actuales, aunque se resistió a encasillarse en un sistema filosófico o teológico concreto porque, solía decir, que entonces la verdad propuesta por él sería la verdad de un sistema. Enseguida comenzó una intensa actividad docente y como escritor. Su primer quehacer fue el de formador y profesor del Filosofado que, a causa de la proclamación de la Segunda República, su congregación estableció en Plasencia (Cáceres). En 1935, fue nombrado rector y profesor del Seminario Diocesano de Sigüenza (Guadalajara). En ese destino, le sorprendió el comienzo de la Guerra Civil mientras asistía con David García Bacca y Pedro Laín Entralgo a los cursos de verano organizados por la Junta Central de la Acción Católica en el Colegio Cántabro de Santander.

A partir de este momento, se establecerá una cercana amistad entre Laín y Andrés Ortega que durará toda la vida. Laín alude a esta circunstancia en su libro Descargo de conciencia. “[...] Así, en el caso del claretiano P. Augusto Andrés, teólogo de excelente formación y fina inteligencia, y hombre singularmente suave y bondadoso, con el cual tan buena amistad me une desde entonces. Residía, vestido, por supuesto, de paisano, en una especie de pensión-posada próxima al Ayuntamiento. Para gustoso beneficio suyo y nuestro, mucho hablamos con él de todo lo divino y lo humano sus dos [Laín y Barcia Goyanes] asiduos visitantes.” En 1937, formó parte del Gobierno provincial de su provincia religiosa y fue nombrado rector del Teologado de Zafra (Badajoz), por aquellas fechas centro formativo internacional. Este período se presentó difícil para él, a causa de malentendidos sobre sus intentos renovadores de la vida y de las disciplinas eclesiásticas. Mientras vivió en Zafra y en Madrid, se relacionó con Eugenio d’Ors y con lo que se ha llamado la “Falange ilustrada”, particularmente con Pedro Laín, Javier Conde, Luis Rosales, Antonio Tovar, Dionisio Ridruejo y José Luis López Aranguren. De esta época arranca, asimismo, la honda amistad que le unió toda la vida con Xabier Zubiri. Algunos años más tarde, ensanchará ese círculo de amistades y relaciones incluyendo en él a miembros de generaciones más jóvenes como Ruiz Jiménez, Muñoz Alonso, Federico Sopeña y José María Valverde. En este tiempo, colaboró en las revistas Jerarquía, Escorial, Ilustración del Clero, Revista de Estudios Políticos, etc.

A partir de 1947, asumió una cátedra de Filosofía en la Universidad Pontificia de Salamanca. De una manera o de otra, su magisterio estará vinculado a esta universidad veintiocho cursos, hasta 1975. Durante esos largos años, simultaneó ese magisterio salamantino con otros compromisos: dio cursos en la Universidad de Verano Menéndez y Pelayo de Santander (1949-1956); impartió clases de Teología en la Universidad Central de Madrid (1952-1956) y aceptó las obligaciones académicas que se seguían de su nombramiento como miembro del Instituto de Estudios Políticos (1953-1963) y de la Comisión Española para la Unión Latina (1953). Siguió también colaborando en algunas de las revistas indicadas y en Mundo Hispánico, Incunable, Studia Claretiana, Vida Religiosa, Bolívar (Colombia), Revista de Filosofía, Revista de Espiritualidad [...] De 1956 a 1968 asumió una cátedra de Teología en la Facultad Pontificia Claretianum de Roma. Aquí fue testigo del Concilio Vaticano II en el que intervino como asesor de algunos obispos. Después de colaborar muy destacadamente en el Capítulo General Claretiano de renovación (1967), su actividad docente se fue centrando en la Facultad Teológica del Norte de España con sede en Burgos (1968-1978) y en centros para la renovación de los religiosos. Su labor de escritor está recogida en alguna de las revistas ya citadas y, además, en Cuadernos Hispanoamericanos, Claretianum, Melodías, Estudios Trinitarios. En esta última revista, aparecieron media docena de artículos importantes y muy representativos de su pensamiento sobre temas trinitarios, cristológicos y eclesiológicos que son fruto de sus intervenciones en las semanas teológicas organizadas por el Secretariado Trinitario.

En el ámbito de su magisterio, se pierde la cuenta cuando se intentan enumerar congresos, simposios, semanas, cursos y, sobre todo, conferencias dictadas por el profesor Andrés Ortega. Merecen destacarse sus intervenciones en los congresos internacionales de Filosofía celebrados en Barcelona (1948), Roma (1950), Bruselas (1953), México (1963) y Córdoba (1965), este último dedicado a Séneca en el XIX aniversario de su muerte.

 

Obras de ~: “El concepto de persona como base para un mejor entendimiento de la patria”, en Escorial (1941), págs. 213- 235; “En torno a la mística”, en Escorial (1942), págs. 229-260; Razón teológica y experiencia mística. En torno a la mística de San Juan de la Cruz, Madrid, Editora Nacional, 1944; “Conceptuación y mística”, en Revista de Filosofía, 12 (1952), págs. 379-400; “Zubiri y la Teología”, en VV. AA., Homenaje colectivo a Xavier Zubiri, Madrid, Revista Alcalá, 1953, págs. 179-192; “María y la Iglesia”, en Analecta Baetica. Estudios teológicos sobre la Inmaculada, Zafra, 1954, págs. 149-181; “Dios y el problema del mal”, en Semanas Españolas de Filosofía II. El problema del mal, Madrid, Gráficas Agustinas, 1955, págs. 317-355; “Situación actual y sentido del problema del evolucionismo”, en VV. AA., El evolucionismo en Filosofía y Teología (Pontificia Universidad Eclesiástica. Salamanca. Congreso de Ciencias Eclesiásticas, Salamanca, 1954), Barcelona, Casa Provincial de Caridad, 1956; Cuerpo Místico y Vida Religiosa, Madrid, Coculsa, 1959; “Persona humana, comunidad y sociedad”, en Revista de Estudios Políticos, 108 (1960), págs. 45-86; “Persona y mundo”, en A. López Quintas (dirs.), en Psicología Religiosas y pensamiento existencial: ensayos filosófico-teológicos (Homenaje colectivo a Guardini), Madrid, Guadarrama, 1963, págs. 339-418; “La historicidad humana”, en Memorias del XIII Congreso Internacional de Filosofía 2. El problema del Hombre, México, 1963, págs. 1-34; “Nota crítica al libro de Karl Rahner-Joseph Ratzinger Offenbarung und Überlieferung”, en Claretianum, 5 (1965), págs. 257-264; “La dimensión religiosa del pensamiento de Séneca”, en Actas del Congreso Internacional de Filosofía en conmemoración de Séneca, en el XIX centenario de su muerte, Córdoba, 1965, págs. 29-54; “La Iglesia y el Misterio Trinitario”, en Estudios Trinitarios (ET), 1 (1967), págs. 81-138; “Encuentro, en Cristo, del hombre con Dios”, en Universidad de Salamanca, Cátedra de Pablo VI, El problema del ateísmo, Salamanca, Sígueme, 1967, págs. 301-331; “La índole escatológica de la Iglesia”, en ET, 2 (1968), págs. 294- 321; “Jesucristo, plenitud de la revelación”, en ET, 3 (1969), págs. 337-395; “Vivencia cristiana en el hombre actual”, en ET, 4 (1970), págs. 375-422; “Cristo, su persona humana y su conciencia divina”, en VV. AA., Homenaje a Xavier Zubiri, vol. 1, Madrid, Moneda y Crédito, 1970, págs. 89-119; “La llamada ‘Cristología nueva’ del P. P. Schoonenberg”, en ET, 6 (1972), págs. 485-534; “María y la Trinidad, Su gracia trinitaria y su maternidad sobre la Iglesia”, en ET, 10 (1976), págs. 229-284; Espíritu misión el P. Claret, Madrid, Publicaciones Claretianas, 1981; Escritos filosóficos y teológicos 1. Razón teológica y experiencia mística. Dios al encuentro del hombre, Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 2004, 3 vols.

 

Bibl.: F. Gutiérrez Serrano, I Centenario Claretiano. Zafra 1881-1981, Sevilla, Editorial Claretiana, 1981, págs. 43-46; F. Rodríguez Pascual, “El P. Augusto Andrés Ortega, CMF”, en Cuadernos Salmantinos de Filosofía, 10 (1983), págs. 307- 310; F. Ortega Barriuso, “Andrés Ortega, Augusto”, en Diccionario de la cultura en Burgos, est. prelim. de N. González y C. de la Sierra, siglo xx, Burgos, Dossoles, 2001, pág. 110.

 

Manuel Carrasco Díez, CMF

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