Talayero, Martín. ¿Castellón?, c. 1388 – Praga (República Checa), p. t. s. XV. Diácono de la diócesis de Tortosa y canónigo de Barcelona, teólogo, rector de la Universidad de París, diplomático de la Santa Sede, consejero del rey Alfonso V de Aragón el Magnánimo.
Nacido a finales del siglo XIV probablemente en Castellón, poco se sabe de los primeros años de la vida de este personaje que quizás estuviera emparentado con la Familia Real de Aragón. Sí está documentado que su carrera eclesiástica comenzó en la diócesis de Tortosa en calidad de diácono Desde finales de siglo ya estaba en París, como consta en un documento del 27 de junio de 1397 en el que se titula maestro en Artes. Probablemente se graduó en la Universidad —entonces Estudio General— de Lérida y su presencia en París se explica gracias a una beca que el propio rey Martín el Humano (1396-1410) consiguió gracias a las influencias del confesor de la Reina.
Una de las fuentes más importantes para conocer la vida de Talayero en la capital de Francia (1407-1417) se refiere a la lista de préstamos que, de estudiante, realizaba en la biblioteca de la Sorbona. Su voracidad por la lectura revela unos gustos plurales y una mente abierta. Así, además de los clásicos —Aristóteles o Séneca— o los exégetas bíblicos, el estudiante Talayero leía a Raimundo Lulio y a los autores hebreos más destacados, pero también a Pedro Lombardo, santo Tomás o Guillermo de Auxerre.
En 1409 consta ya como rector, cargo en el que permanecería durante diez años y antes como maestro de Arte de la nación francesa, esto último comprobado por su firma junto con las de otros en una carta remitida al papa Juan XXIII. Pero su período parisino muestra una importante muestra de cargos: sentenciario, prior —durante un año— del colegio de la Sorbona, procurador. En su período parisino fue escalando posiciones como maestro de Artes, sentenciario y durante un año de 1411 a 1412 prior del Colegio de la Sorbona, en donde consiguió suplentes para los profesores que se ausentaban de forma que no se viera afectada la docencia.
La Universidad de París durante estos años era un hervidero político. Y es que las universidades bajomedievales se involucraban en todos los acontecimientos de la sociedad del momento. Durante el primer tercio del siglo XV el mayor problema que afectaba a la sociedad era el cisma de Occidente con una dualidad papal —en Roma y en Aviñón— que causaba un gran escándalo en la época. La propia Universidad adelantó algunas soluciones para liquidar aquella anómala situación. Talayero se debatía entre apoyar a Benedicto XIII —nuestro famoso papa Luna— o centrarse en su carrera académica como teólogo y también como consejero. Las autoridades laicas —desde el emperador Segismundo a Alfonso V de Aragón— estaban también francamente preocupadas y no veían más solución que retirar el apoyo a los dos Papas y elegir un tercero. Con ese objetivo se convocaría el Concilio de Constanza.
Martín Talayero iba acumulando cargos —en 1417 fue nombrado vicecanciller de Santa Genoveva— al tiempo que iba ganando fama como consejero y predicador manteniendo relación epistolar con no pocos personajes. En 1414 el futuro Alfonso V, entonces príncipe de Gerona, le agradecía el envío de astrolabios e instrumentos matemáticos.
No está comprobado que el teólogo asistiera presencialmente —como sí lo hicieron personajes de la talla de san Vicente Ferrer— a las sesiones del Concilio de Constanza, si bien su papel como consejero está fuera de toda duda. Más bien, y según su biógrafo, Talayero buscaba beneficios que le permitieran una desahogada posición y así solicitó un canonicato en la Catedral de París o la escolastría de Breslau. Incluso se los pidió al Rey de Aragón, que no dudó en escribir al emperador Segismundo para que le proveyera de aquellos al tiempo que hacía lo propio con sus embajadores, de forma que presionaran ante el Papa. Y lo consiguió. El 21 de julio de 1418 Martín V le concedía una canonjía y un prestimonio en la iglesia de Albarracín valorados en 130 libras tornesas.
Pero ese mismo año el propio Pontífice, consciente de la valía de Talayero decidió que el teólogo prestara sus servicios en calidad de diplomático. En principió actuó con el cardenal de Ragusa Juan Dominici, enviado como legado a Hungría y Bohemia y más adelante como asesor del obispo de Lugo Fernando Martínez de Ávalos que, junto con el obispo de Espoleto, fueron destinados a Polonia y Prusia en misión de paz para zanjar las diferencias entre el monarca polaco, el duque de Lituania y los caballeros teutónicos. Las relaciones con Martínez de Ávalos suscitaron las quejas de Talayero por la falta de los abonos correspondientes, lo que obligó al Papa a actuar contra el obispo de Lugo.
Su nueva ocupación como embajador y, más adelante, como predicador, marca un antes y un después en la vida de Talayero. Atrás quedaba su época parisina y como símbolo el acto, la entrega de la llave de la biblioteca en cuya lectura se había ocupado tantos años. Ahora sería el legado de la Santa Sede en una crisis si cabe aún peor que el cisma: la revuelta husita.
Talayero, párroco de Alcoy —exigencia para el presbiterado—, pedía dispensa para no ordenarse mientras actuaba en Bohemia. El Papa, consciente de su necesidad, se lo aceptó. Era el 1 de marzo de 1420.
Martín Talayero dedicó tres años al servicio de la Santa Sede y también como delegado imperial en Alemania y más adelante también en Bohemia, Hungría y Polonia, al tiempo que no dejaba de recibir privilegios con pingües beneficios. El emperador Segismundo no dudó en utilizar una de sus obras —Oratio laudatoria pariter excusatoria—, una pieza clave en retórica y diplomática cargada de citas bíblicas para sus intereses particulares. Era 1422 y, como reguero de pólvora, había prendido la revolución en Centroeuropa.
El motivo no podía ser más desgraciado: la muerte alevosa de Juan Hus en la hoguera, cuando iba a defenderse —con salvoconducto imperial— en el Concilio de Constanza. Convertido en un mártir, sus seguidores —los conservadores utraquistas y los radicales taboritas— se alzaron en armas contra Roma y el Emperador. Este último sufrió serios descalabros contra unos dudosos herejes contra los que se había predicado Bula de Cruzada. Una carta del cardenal Orsini comunicando al obispo de Tarento el texto de la bula de Martín V, ordenándole la predicación, permite confirmar el papel que le correspondió a Martín Talayero. Sus escritos descubiertos recientemente en los archivos estatales de Turín incluyen ataques a los denominados Cuatro Artículos de Praga —base de lo que después será la Compactata—, artículos que hasta el propio arzobispo de Praga Konrad von Vechta declaró aceptables como, más adelante, lo haría la propia Roma.
La última noticia que consta del teólogo castellonense remite a una epístola enviada al tesorero mayor de Hungría. Un episodio en la vida del músico Antonio Sanç, que informa sobre las tensiones que Talayero tuvo que soportar entre sus dos patronos: el papa Martín V y el Magnánimo da la pista sobre su muerte. Martín Talayero falleció prematuramente en Praga mientras predicaba contra la herejía husita. El Pontífice murió en 1431 cuando su embajador ya había fallecido, por lo que cabe deducir que pudo desaparecer en la segunda mitad de la década de 1420.
Ninguno de los dos presenció el final de la herejía husita, que no era sino el fracaso de la actividad desplegada por Roma contra los supuestos herejes.
En 1485 la Iglesia aceptó el utraquismo y la Compactata, que no era sino los famosos Cuatro Artículos de Praga que tan vivamente había combatido Talayero.
Pero en el recuerdo queda la lucha infatigable y la categoría intelectual de un español universal que, junto con otros, caso de los cardenales Carrillo de Acuña o Fernández de Frías formaron parte de aquel grupo de españoles que actuaron en Constanza y en la vida de la Iglesia a finales de la Edad Media de forma tan influyente.
Obras de ~: Sermones (desapar.); Libellus contra quatuor articulos hussitarum, 1421 (desapar.); Oraciuncula coram serenissimo rege Poloniae, 1421; Oracio laudatoria pariter excusatoria pro cesare Segismundo acta Romae in publica audiencia coram domino nostro papa Martino V, 17.I.1422, ed. por J. Hollnsteiner, Ein neues Dokument zur hussiten-geschichte: Festchrift zu Ehren Emil von Ottenthaals (Schlern-Schriften, 9) Innsbruck, 1925, págs. 66-78; Epistola ad D. Resgon, supremum Ungariae thesaurarium (Biblioteca Pública de Basilea A.VII.28 según G. Haenel); Catalogi librorum manuscriptorum qui in Bibliothecis Galliae, Helvetiae, Belgii, Britanniae M, Hispaniae, Lusitaniae asservantur, nunc primum editi, Lipsiae, 1830, 653 págs.
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Dolores Carmen Morales Muñiz