Pinedo, Agustín Fernando de. Burgos, p. t. s. xviii – Sucre (antes Chuquisaca) (Bolivia), 2.VI.1780. Militar, gobernador del Paraguay.
Probablemente sus raíces familiares fueron de Miranda del Ebro, sus padres, burgaleses, se llamaron, José de Pinedo y Aguilar y María Fernanda Fernández de Valdivieso.
Sirvió en la Real Marina Española de acuerdo a su estado noble. Navegando los mares, su barco llegó a encallar frente a Buenos Aires en el Río de la Plata y él fijó residencia en aquella ciudad, en donde en 1740 casó con la porteña María Bartola de Arce y Báez de Alpoin, sobrina del mártir paraguayo san Roque González de Santacruz. Todos sus hijos varones defendieron la ciudad hispanoamericana contra la invasión de los ingleses en el siglo xix, y luego al crearse la Junta Gubernativa y desencadenarse la guerra de la independencia en el Plata, lucharon en el Ejército español, permaneciendo fieles a la Corona.
Pinedo fue militar del fuerte de Buenos Aires y luego regidor de su Cabildo, hasta que en 1771 fue nombrado gobernador de la provincia del Paraguay, cargo que asumió en agosto de 1772. En esta antigua provincia hispano-guaraní desplegó su espíritu organizador y patriótico, recuperando extensos territorios usurpados por los portugueses, creando una Facultad de Filosofía, echando las bases del Colegio Seminario San Carlos, la más importante institución de enseñanza superior en todo el Paraguay español.
Asimismo, fomentó la agricultura y la agroindustria con la caña y el tabaco. Creó el Ejército Provincial y fundó la importante Villa Real de Concepción, como centro de la defensa contra portugueses e indígenas enemigos, y como base para la unión expedita con el Alto Perú (Bolivia), con la cual esperaba frenar el ímpetu con que Portugal se lanzaba contra las provincias españolas del antiguo adelantazgo del Río de la Plata (del cual fue capital la Asunción) y con otras comarcas peruanas. Igualmente dio vida oficial a varios pueblos sobre las bases de antiguas ganaderías jesuíticas y capillas rurales familiares; así surgieron San Lorenzo del Campo Grande, Paraguari, Quyquyo, Hy’aty. En 1777 elevó un detallado informe sobre la historia, los méritos patrióticos, las necesidades y los posibles medios correctivos contra los malos manejos en la provincia; este informe que iba dirigido al Rey, al parecer no llegó al mismo por la intervención de los intereses porteños. En este documento Pinedo clamaba diciendo: “El Paraguay, Señor, necesita redención”.
Además, expresaba que con la Villa Real se recuperaba gran parte de lo trazado por la línea de Tordesillas. Siguiendo las reformas borbónicas facilitó también el pasado de grupos familiares de la Península hasta el Paraguay, en una magnitud que no se experimentaba desde el siglo xvi. En su mayoría vinieron vascos, catalanes y cántabros, quienes vigorizaron el comercio de la provincia y eran llamados “chapetones” por los antiguos vecinos.
Aunque ya anciano y enfermo luchó personalmente y aún cuerpo a cuerpo con los portugueses de Ygatimí, logrando la destrucción del Fuerte de Nossa Senhora dos Praçeres y el retiro del enemigo; luego hizo que se fundase en el mismo lugar un fuerte llamado San Carlos (no San Carlos del Apa).
Al fundar Villa Real de Concepción le dio este nombre en honor de Carlos III por la especial devoción que el Monarca tenía al entonces “misterio piadoso” (aún no era dogma) y le dio el título de Villa Real también en el mismo homenaje. Hasta hoy el escudo de Concepción es el antiguo de Castilla y León.
Debido a su buen gobierno y buenos servicios a España en Ultramar, la Corona lo premió nombrándole presidente de las Audiencias de Charcas en 1778.
En el ejercicio de aquel cargo falleció el 2 de julio de 1780 en la ciudad de Chuquisaca (hoy Sucre), capital de Bolivia.
Murió de quebradura, enfermedad en él antigua, y fue enterrado en la iglesia del Convento franciscano de la nombrada ciudad.
Fuentes y bibl.: Archivo Nacional de Asunción, v. 63, fol. 165.
J. B. Otaño, Pinedo, Concepción, Imprenta Minerva Caballero, 1942; R. Quevedo, La Fundación de Villa Real, Asunción, Asunción, Academia Paraguaya de la Historia, 1973.
Pedro Antonio Alvarenga Caballero