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Carlos Luis O'Donnell y Joris

Biografía

ODonnell y Joris, Carlos Luis. Ferrol (La Coruña), 22.XI.1801 – Echauri (Navarra), 17.V.1835. Militar de Caballería, héroe carlista de la Guerra de los Siete Años.

Hijo primogénito de Carlos O’Donnell Anhetan y de María Josefa Joris y Casaviella, hermano del I duque de Tetuán. Ingresó como cadete en el Regimiento de Infantería de Saboya a los diez años (12 de noviembre de 1811). Asistió al sitio de Valencia, de donde era gobernador militar su padre. Rendida la plaza por el mariscal Suchet en enero de 1812, padre e hijo fueron enviados presos a Francia, a presidios diferentes, pudiendo regresar ambos a España al finalizar la guerra. Destinado al Regimiento de la Corona, ascendió en esta unidad al empleo de subteniente (28 de diciembre de 1814).

Con el triunfo de Riego, su padre fue removido de sus cargos y empleos y, habiéndose hecho insostenible la situación para los partidarios del poder absoluto de Fernando VII, tuvo que pasar con aquél y con su hermano Juan José a Bayona (Francia) en el verano de 1822. Ascendido a teniente en las filas absolutistas (18 de octubre de 1822), se le destinó a la Compañía de Cazadores a Caballo de la escolta de su padre, que había sido nombrado por la Regencia de Urgel general en jefe de la División Real de Navarra organizada contra el Gobierno en sustitución del general Vicente Jenaro de Quesada, participando en las acciones del puente de Munáin y Estella.

El 11 de diciembre tuvo lugar un brillante hecho de armas en Lumbier por el que pudo rescatar al alférez José Martínez que había quedado rodeado de enemigos tras perder su caballo, y con sólo tres jinetes cubrir la retirada de su unidad.

Obligado de nuevo a cruzar la frontera francesa con su padre y a refugiarse en San Juan de Pie de Puerto, volvieron ambos a entrar en España, cuatro meses después, con el “Ejército de la Fe” que apoyaba a las tropas francesas del duque de Angulema, ascendiendo poco después a capitán (17 de mayo de 1823) en el Escuadrón de escolta del que pasó a ser comandante en funciones, y al que transformó en una de las pocas unidades debidamente adiestrada y disciplinada de esas fuerzas, hasta el mes de junio del año siguiente.

Al mando de esta unidad y durante la campaña de Castilla la Vieja protagonizó la acción de Bocacara (Salamanca) (27 de junio de 1823), que le convirtió en uno de los más famosos jinetes por su valor y destreza y le valió la Cruz Laureada de San Fernando de 2.ª Clase. Con el Ejército propio en retirada temporal, la retaguardia, mandada por su padre, había quedado separada del grueso y en situación peligrosa y sin munición ante el avance de un Regimiento de Caballería liberal apoyado por una Compañía de Infantería y dos piezas de campaña. Carlos O’Donnell se dispuso una vez más a proteger su repliegue y formó a sus sesenta lanceros entre ambas fuerzas, ordenando una carga suicida contra los cuatrocientos jinetes y trescientos soldados de infantería que tenía enfrente, consiguiendo poner en confusión a las formaciones enemigas, causándoles ciento sesenta bajas, entre ellos el jefe de la Caballería enemiga, al que pudo matar personalmente, y diecisiete oficiales más, liberando doscientos prisioneros que llevaban con ellos y tomando su artillería.

En Alba de Tormes el 14 de julio siguiente colaboró con su escuadrón en el ataque que dispersó y puso en fuga a los quinientos jinetes de Juan Martín Díaz El Empecinado, y poco después desbarató otra fuerza enemiga en Martín del Río (Teruel), cogiendo prisionero a su jefe, asistiendo al sitio y rendición de Ciudad Rodrigo con que acabó la campaña, recibiendo por sus méritos la Cruz Militar de la Fidelidad.

Pasó al servicio de la Familia Real como capitán de cazadores de Caballería de la infanta María Francisca de Asís primero y de allí a los granaderos de la Guardia Real (3 de junio de 1824), y más tarde a los lanceros a caballo de la misma Guardia Real (23 de septiembre de 1824). Integrada su unidad en el Ejército de Observación del Tajo entre enero y septiembre de 1827, pasó de allí a Cataluña a contribuir en las operaciones contra los realistas “Malcontents” o “Agraviados” hasta enero 1828.

Obtenido el grado de coronel de Caballería (27 de diciembre de 1829), desempeñó su cometido cerca de los Reyes en la guarnición de Madrid y en el Real Sitio de Aranjuez. Nombrado comandante del Escuadrón de Cazadores a Caballo de la Guardia Real (31 de mayo de 1831), contrajo matrimonio en Madrid con María del Mar Álvarez de Abréu y Rodríguez de Albuerne, hija de los marqueses de la Regalía (5 de noviembre de 1833), de la que tendría dos hijos: Carlos y Josefa.

Catorce días después moría Fernando VII (29 de noviembre de 1833), consiguiendo Carlos O’Donnell incorporarse al Ejército carlista a principios de 1835, tras haber escapado de Madrid, donde sus simpatías por el infante don Carlos eran conocidas, y de dirigirse a Portugal, Inglaterra y Francia, de donde, tras haber sido encarcelado por la policía de Luis Felipe, pudo pasar la frontera y ponerse a las órdenes de Zumalacárregui, quien, conocedor de su gran capacidad organizativa, le encargó el mando de la Caballería navarra, que en pocos meses transformó en una tropa disciplinada y eficaz.

Para poner a prueba la efectividad de su tropa, retó al brigadier cristino Narciso López, considerado como la mejor lanza de su bando, a un duelo en el que debían participar cuatrocientos lanceros escogidos por cada bando, al mando de sus respectivos jefes, López y O’Donnell, que no pudo llevarse a cabo porque, aunque Zumalacárregui lo autorizó, no ocurrió lo mismo con el capitán general de las fuerzas del Gobierno, Francisco Espoz y Mina, que lo prohibió.

Tomó parte en la victoria carlista de Las Amézcoas (22 de abril de 1835) y en la toma de Treviño. En un encuentro con la columna Méndez Vigo, frente a Pamplona, se lanzó con algunos miembros de su estado mayor a desalojar de un puente a sus custodios que les doblaban en número. Éstos huyeron y, cuando O’Donnell perseguía a uno de ellos, en lugar de matarlo por la espalda, le conminó a rendirse, pero éste se dio la vuelta disparando su carabina. La bala atravesó el arzón de la silla y perforó el estómago del jinete, que murió esa misma noche pese a los cuidados del célebre cirujano inglés Frederic Burgess, a los treinta y tres años de edad, y fue enterrado en la iglesia de Echauri (18 de mayo de 1835). Ascendido a título póstumo a brigadier de Caballería, a su hija Josefa le fue concedida por el Pretendiente una pensión anual de 3000 reales.

Carlos Luis O’Donnell fue físicamente delgado, rubio y, a diferencia de otros miembros de su familia, de pequeña estatura. Su hoja de servicios le califica como oficial de valor heroico, de talento y capacidad para el mando, de gran aplicación y amor a su Rey. Benito Pérez Galdós en el episodio nacional titulado Zumalacárregui, hace exclamar a este general con motivo de la muerte de O’Donnell: “Pérdida irreparable. Valía él mucho más que todo lo que hemos ganado en este encuentro”.

 

Fuentes y bibl.: Archivo Histórico Militar (Segovia), Secc. 1.ª, Letra O, Expediente de Carlos Luis O’Donnell Joris.

M. Ibo Alfaro, Apuntes para la Historia de don Leopoldo ODonnell, Madrid, Imprenta de Don Francisco Martínez Zambrano, 1867, págs. 41-42; M. Ferrer y Dalmau, Historia del Tradicionalismo Español, Sevilla, Editorial Católica Española, 1943; F. Melgar, ODonnell, Madrid, Editorial Gran Capitán, 1946, págs. 14-18; C. F. Henningsen, Zumalacárregui. Campaña de doce meses por las provincias vascas y Navarra, Buenos Aires, Espasa Calpe, 1947; J. A. Zaratiegui y Celingueta, Vida y hechos de don Tomás de Zumalacárregui, Madrid, Sarpe, 1986; L. Coig-O’Donnell Durán, “Militares y unidades irlandesas en España”, en Revista de Historia Militar, año XXX, n.º 60 (1986), págs. 43-44; J. A. Gallego, “Un nombre para la historia. Carlos Luis O’Donnell Joris”, en Aportes. Revista de Historia Contemporánea (Madrid) (1992).

 

Hugo O’Donnell y Duque de Estrada, duque de Tetuán

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