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Pedro de Alcántara Álvarez de Toledo y Palafox

Biografía

Álvarez de Toledo y Palafox, Pedro de Alcántara. Marqués de Villafranca del Bierzo (XIII), duque de Medina Sidonia (XVII). Madrid, 11.V.1803 – 10.I.1867. Aristócrata y diplomático carlista.

Ingresó en el Ejército como carabinero de honor de menor edad el 31 de mayo de 1809. Alférez agregado al Regimiento de Caballería de la Reina en 22 de septiembre de 1815. “Valor se le supone, aplicación tiene, capacidad id., conducta buena”, pone en la hoja de servicios que se le redactó en esta época. Gentilhombre de Fernando VII el 25 de agosto de 1817.

Al fallecer sus hermanos mayores heredó los títulos y propiedades de su padre, por lo que el 8 de abril de 1821 elevó una exposición al Monarca concebida en los siguientes términos: “Pedro Álvarez de Toledo, marqués de Villafranca y alférez del regimiento de caballería de Villaviciosa P.A. L.R.P. de V. M. con el más profundo respeto pone en la superior noticia de V. M. que hallándose las rentas y administración de sus estados en una decadencia tan grande que para restablecerlos y acomodarlos a un sistema de unidad ha determinado entre otras cosas recorrerlos, principalmente los que se hallan en Andalucía, para lo cual solicita se digne concederle licencia por cuatro meses para el indicado objeto”.

En 1822 contrajo matrimonio con Joaquina de Silva y Téllez Girón, hija de los marqueses de Santa Cruz. Tras la restauración de Fernando VII como rey absoluto, según consta en la página web de la Fundación Medina Sidonia, el marqués de Villafranca fue desterrado de Madrid, pues se le conceptuó como liberal, y se le privó de la llave de gentilhombre, que no recuperó hasta después de la muerte de Fernando VII. Tras una primera estancia en Sevilla se dirigió a Nápoles, donde tenía numerosas propiedades, y residía cuando tuvo lugar el óbito del Monarca.

Tal vez por influencia de su padrastro, el brigadier José Álvarez de Toledo y Dubois, que residía junto a su madre en Nápoles, el marqués de Villafranca se identificó desde el primer momento con la causa carlista, no presentando los documentos que se le solicitaron para formar parte del Estamento de Próceres.

El 4 de noviembre de 1835 escribió una exposición a Carlos donde le comunicaba que si no se había unido todavía a sus filas era porque de tal forma “no podía ofrecer más que su brazo y su buena voluntad”, mientras que no haciéndolo “podría ayudar y cooperar más a sostener la justa causa con los medios que le ha dado su nacimiento”, palabras que no eran mera retórica, pues hasta la fecha había hecho llegar al Pretendiente más de tres millones y medio de reales y trescientos ducados napolitanos, además de haber dado cartas a un diplomático carlista para que las entregase a sus administradores en Villafranca del Bierzo y Matilla de Arzón, “mandando pusiesen a disposición de la persona que las entregase los fondos y frutos que tuviesen en su poder”.

Pese a lo anteriormente manifestado, en 1837, el marqués de Villafranca se presentó en el Norte, y en mayo de ese mismo año acompañó a Carlos durante la expedición real, si bien al llegar a Solsona fue enviado en misión diplomática a Rusia, al tiempo que el marqués de Monasterio era destinado a Berlín y el conde de Orgaz a Turín. La correspondencia mantenida por Villafranca con el gobierno carlista durante su estancia en Rusia, que todavía no ha sido estudiada de forma sistemática, se conserva en la Biblioteca de la Real Academia de la Historia, fondo carlista. Aunque no se adhirió al Convenio de Vergara la presión ejercida por su hijo le forzó, una vez muerto Carlos, a regresar a España. Estableció su residencia en Sanlúcar, y se interesó tanto por la administración de sus propiedades como por el ferrocarril y la política, ocupando en 1860 su puesto en el Senado como senador por derecho propio.

 

Fuentes y bibl.: Archivo General Militar (Segovia), Expedientes personales.

A. Bullón de Mendoza y Gómez de Valugera, “La nobleza carlista”, en M. C. Iglesias (dir.), Nobleza y sociedad en la España Moderna, t. II, Oviedo, Nobel, 1997, págs. 81- 121.

 

Alfonso Bullón de Mendoza y Gómez de Valugera

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