Vicente Gella, Fausto. Teruel, 4.X.1906 – Madrid, 3.VI.1989. Letrado mayor del Consejo de Estado y abogado.
Nacido en Teruel, su padre Agustín Vicente Pérez, era abogado en ejercicio, letrado asesor del Ayuntamiento de Teruel y fue alcalde de dicha ciudad en 1930 por el Partido Liberal.
A los dieciocho años, terminó con nota máxima la carrera de Derecho, fue becado por el gobierno español para la universidad de la Sorbona, en París, en donde estudió un curso y asimismo, para el Colegio Español de Bolonia. A los veintitrés años, obtuvo, por oposición, una plaza en el Consejo de Estado.
Su carrera de abogado en ejercicio la inició de la mano del ministro de abastecimientos, Baldomero Argente.
Hay que reseñar el gran respeto y cariño mutuo que ambos se profesaban, y siempre le consideró uno de sus principales maestros. Al fallecer Baldomero en Madrid el año 1965, le legó como si se tratara de su hijo, sus condecoraciones y diversos objetos personales.
Destaca, desde muy joven, como abogado y como elocuente conferenciante. No deja libros, pero sí, de las numerosas conferencias que impartió, nos quedan algunas separatas como: El arte de legislar, Ilustre Colegio de Notarios de Madrid, 1962; Oratoria forense, Museo Canario de Las Palmas, Ilustre Colegio de Abogados de las Palmas, 1964; El abogado visto por dentro, Cádiz, Centro Cultural Caja de Ahorros, 1973; La adaptación de la abogacía a la vida moderna, 1975, o el prólogo al libro Mis memorias de Ángel Osorio y Gallardo, en 1975.
Fue decano del Ilustre Colegio de Abogados de Madrid, desde 1960 a 1964. En esta etapa y con la colaboración de Narciso Fernández Boixader, desde la dirección del Boletín del Ilustre Colegio, realizó una gran labor en recuerdo de relevantes miembros del Colegio, como el homenaje en el primer centenario de Melquíades Álvarez en 1964 y el quincuagésimo primer aniversario de la muerte de Canalejas en 1963.
Su última intervención importante, como decano, tuvo lugar en julio de 1964, cuando asistió en Méjico a la décima Conferencia de la International Bar Association recordando en su intervención los lazos que vinculaban al Colegio de Abogados de Méjico al Colegio de Madrid, en virtud de la Real Cédula de Carlos III, y el papel de Alfonso X y del Código De Las Siete Partidas en la regulación de la abogacía.
En su faceta de consejero de Estado, fue secretario general de dicha Institución en la década de 1950 y se jubiló como Letrado Mayor.
A lo largo de su vida recibió numerosas condecoraciones, como la Gran Cruz de San Raimundo de Peñafort, la Medalla de Oro de la Abogacía y diversos homenajes.
Bibl.: R. Pérez Bustamante (coord.), El ilustre Colegio de Abogados de Madrid, Madrid, Colegio de Abogados, 1996, págs. 459-460.
Pilar de Vicente-Gella Saura
