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Amador Arrais de Mondoza

Biografía

Arrais de Mondoza, Amador. Beja (Portugal), c. 1530 – Coímbra (Portugal), 1.VIII.1600. Literato carmelita (OCarm.).

El nombre de Amador Arrais es, sin duda, el más conocido entre los Carmelitas de Portugal de la segunda mitad del siglo xvi, por haber sido el autor de los famosos Diálogos, una de las obras clásicas de la literatura portuguesa. Son abundantes los estudios dedicados al mismo, muchos de ellos apreciables, pero tal vez, falte el definitivo que abarque todas las facetas de su rica personalidad.

Nació Amador Arrais en Beja, capital del Bajo Alentejo; lo afirma expresamente en los Diálogos. En cuanto al año, un cálculo aproximado sitúa la fecha en torno a 1530. Desde 1526 existía un convento de carmelitas en las proximidades de su ciudad natal. El posible contacto con los mismos le llevaría a vestir el hábito carmelitano, lo que hizo en el famoso Carmen de Lisboa el 24 de enero de 1545. El 30 de enero de 1546 debió de emitir la profesión, al parecer en el colegio de Coímbra. Cabe pensar que en su año de noviciado se acercaría a las leyendas e historia de la Orden del Carmen a que alude con elegancia en sus Diálogos.

Del noviciado en el Carmen de Lisboa pasó al recién fundado colegio de carmelitas en Coímbra. Allí se puso en contacto con el mundo universitario, en el gran centro estudiantil de Portugal. Quizá rebasara ligeramente en veinte el número de años que Arrais permaneció en la célebre ciudad universitaria, abierta a los horizontes culturales del Renacimiento.

Durante estos años se dedicó al estudio de artes y teología y también a la enseñanza de estas disciplinas.

Un documento de 21 de octubre de 1561, que introduce el propio Arrais en su curriculum studiorum, indica que en esta fecha era regente del Colegio del Carmen y añade que había oído un curso de Artes en la universidad y seis de Teología. Después leyó otro curso de Artes en Santa Cruz, y que en aquel año leía un tercero. Había residido cinco años continuados, leyendo siempre Filosofía o Teología.

Era doctor en Teología por la Universidad de Lérida y pedía la incorporación a la Universidad de Coímbra.

No especifica los cursos que siguió en el colegio, ni tampoco el centro de sus lecturas de Filosofía y Teología. Es posible que lo hubiera hecho en el Colegio del Carmen. Es posible también la hipótesis que apunta Alves de que la Universidad de Lérida fuera menos exigente que la de Coímbra a la hora de ganar grados. En ésta sólo había obtenido el grado de bachiller en Teología en junio de 1566. No hay que olvidar tampoco que en Lérida había convento de Carmelitas desde el siglo xiii y no era infrecuente que salieran de Portugal jóvenes carmelitas a universidades de fuera del país.

La presentación del curriculum studiorum por parte de Arrais en 1561 era en vista a hacer oposiciones a cátedra en la universidad. En octubre de 1566 opositó a la de Durando que no consiguió y que se otorgó al padre Francisco de Cáceres. Continuó en el colegio carmelitano de Coímbra, por lo menos hasta noviembre de 1567.

A partir de esta fecha, pero se ignora cuándo, cambió el rumbo de la vida y el trabajo de Arrais. Pasó al convento de Évora.

Detrás quedaba Coímbra, la ciudad emblemática; pero ésta dejó huella profunda en Arrais. Resta, como hipótesis de trabajo, comprobar la influencia de los grandes maestros de la época en la obra de Arrais, en sus Diálogos. A Coímbra volverá después, para pasar los últimos años de su vida.

En Évora se dedicó y con gran éxito al ministerio de la predicación, “No púlpito foi insigne”, nada de extraño, teniendo presente el estilo brillante de sus Diálogos y la sólida formación teológica. Parece ser que el propio rey Sebastián gustaba de oírle.

El cardenal Henrique, obispo de Évora, el 25 de julio de 1578 nombró a Arrais como uno de sus obispos coadjutores con el título de obispo adrumentino, más tarde de Trípoli. Su cargo principal era el de limosnero mayor, que exigía un hombre de plena confianza y vivir en Lisboa o en Almerín, y lo desempeñó hasta 1583. Entretanto, al quedar vacante el obispado de Portalegre, fue nombrado para regir el mismo el 30 de octubre de 1581, y tomó posesión el 23 de enero de 1582.

Cuando Arrais llegó a su diócesis, una peste nefasta y la escasez de alimentos afligían a sus feligreses. El obispo Arrais se aplicó con todas sus energías a paliar estos males, cumpliendo lo que él dice en sus Diálogos y siguiendo el ejemplo de lo que hicieron los santos padres. Fueron los necesitados el objeto preferente de sus desvelos, como lo fue, asimismo, la liberación de cautivos. La fundación del seminario y la convocatoria de un sínodo tendían a levantar el nivel cultural del clero y la reforma de las costumbres. “Austero, honesto e casto Religioso e o Letrado estudioso e culto, aliaram-se aproveitadamente para obra eminente do lúcido e diligente pastor.” Dotado de una gran sensibilidad, Arrais enriqueció la catedral de su diócesis con numerosas obras de arte, como el famoso retablo de los hermanos Gaspar y Domingos Coelho.

Mantuvo diferencias con el cabildo a propósito de los bienes y réditos de una parroquia que pertenecían a la mesa episcopal y que el cabildo consideraba que era una lesión de sus derechos. El obispo consiguió de la Santa Sede un fallo favorable a dicha mesa episcopal. Este asunto le ocasionó tales disgustos que renunció al cargo de obispo y se retiró a su convento.

De nuevo en Coímbra, el 21 de septiembre de 1596 dictó su testamento e instituyó heredero al Colegio del Carmen de esta ciudad, con obligaciones especiales. Ordenó que su cuerpo fuera sepultado en la capilla mayor de la iglesia del Carmen.

El día de su fallecimiento debían oficiarse cuantas misas fuera posible en el templo. Encargó también la celebración de siete mil misas rezadas en sufragio de su alma y las de sus padres; como limosna legó la cantidad de cinco mil cruzados; legó, asimismo, distintas heredades, todo ello con permiso de la Santa Sede. Existen otras partidas para obras benéficas.

Por un codicilo de 1598, 16 abril, rebajó la cantidad de siete mil misas a mil las que debía celebrar el colegio por su alma y las de sus padres. Murió en 1600, cuatro años después de haberse retirado.

Sobre su sepulcro se inscribió el siguiente epitafio: “S. de. D. F. Amador Ara / iz. Bpo. de Portalegre. / feitvra. delrei. D. An / rique. e seu esmoler. mor. / foi. o pr.º religioso. qve / professov neste cole / gio. faleceo âo 1.º de agos / to de 1600”.

El nombre de Arrais va unido estrechamente a su obra magistral: Diálogos. Afirma fray Amador que su hermano, el doctor Jerónimo Arrais, había comenzado el libro. Se ignora la fase en que se encontraba cuando él se hizo cargo del manuscrito. Los críticos mantienen que resulta imposible deslindar en la primera edición del libro (Coímbra, 1589) la parte que corresponde a cada uno de los hermanos.

Los años que fray Amador pasó en el Carmen de Coímbra debieron de servirle para madurar la obra, de forma que la segunda edición, también de Coímbra en 1604, por consiguiente después de su muerte, es un libro prácticamente nuevo. “O que não põe duda dúvida é a decisão e o apegado gosto, que tomou e retomou do tratamento das mesmas matérias, ampliando-as e recheándo-as de novos conceitos, reescrevendo largas páginas de meditativa invocaçao, afeiçoando com mais primor a expressão verbal, tudo enfim a tornar a segunda edição uma obra que se diría inteiramente nova.” En cuanto al estilo, afirma Almeida: “A pena ágil do austero Carmelita encontrou sempre a forma directa ou simbólica de exprimir y seu pensamento. Ainda que declare ter adoptado um estilo común a sem artifícios e elegância forçada, o aturado estudo e ciudado da composição permitiram-lhe manter a clareza e a harmonía que fizeram dos Diálogos, um tesouro de excelente prosa, dando-lhe entre os clássicos portugueses um lugar de eleição”.

El contenido de los Diálogos es variadísimo. Especial mención merece un tema relacionado con la Orden del Carmen. Frei Amador vivía inmerso en las tradiciones y leyendas carmelitanas y se muestra devoto del gran profeta Elías: “O grande Propheta Elías —dice—, con seu çamarro de pele de leão, foy o seu primeyro Autor (de los monges) em o monte Carmelo, cujo discípulo foi Eliseu, e os filhos dos Prophetas. O Abbad Trithemio diz, que era pera ver em o derrador do monte Carmelo tão grande multidão e monjes, que habitavãon huns em hermidas, outros en covas e resquicios de terra, ocyupados em oração e meditação da ley de Deos; e conclue que erão quasi infinitos, os que naquelle segre dourado seguião este modo de viver”.

Alude en otros lugares a que Elías “fue virgen como lo fueron los hijos de los profestas, a las visitas de la devota virgen Emerenciana a los ermitaños del Monte Carmelo [...]”.

Arrais aborda en los Diálogos los problemas más variados de filosofía, de teología en las distintas facetas: cristología, mística, mariología, moral, etc. Se enfrenta con gran dignidad al problema de la muerte con interesantes reflexiones desde la fe cristiana. Fustiga la conducta moral y religiosa de los judíos portugueses.

Es antierasmista declarado y está en contra de las revelaciones privadas. Se advierte un sentido muy acusado sobre la providencia de Dios en los destinos del mundo y del hombre.

La forma de diálogo en que está escrito el libro permite a los interlocutores poner objeciones y ofrecer soluciones, de acuerdo con el Evangelio y con los principios sólidos de la teología católica que él maneja con singular desenfado, como experto conocedor que era de la misma.

Amador Arrais en los Diálogos no aparece como un escritor místico, sino como un teólogo catequista, seguro de sus afirmaciones.

La erudición de Arrais es inmensa. Cita en sus Diálogos a autores profanos, a santos padres, a filósofos, a teólogos, a humanistas. Conoce a teólogos carmelitas, como el valdense, pero, sobre todo, al poeta y humanista carmelita beato Bautista Mantuano (1447- 1516), “um dos autores mais citados ao longo de toda a obra”. Como es sabido, las obras del Mantuano irrumpieron briosamente en los ambientes intelectuales de la época. Las ediciones de sus obras se sucedieron de un modo sorprendente. Es significativo que haya un libro expresamente dedicado a enumerar estas ediciones. Arrais consideraba el Mantuano como uno de los poetas cristianos más notables. Particularmente cita la Parthenice Mariana. Tavares de Pinho ha comprobado hasta veintidós citas de diferente extensión en un total de sesenta versos. Reproduce varios ejemplos y se advierte la traducción perfecta que Arrais hace del Mantuano, como las palabras que éste pone en boca de la Virgen ante su hijo crucificado y que Arrais traduce: “Ó fronte serena y divina. Ó mãos sem pecado e boca sem crime. A tanto pode chegar o mal da inveja e o da avareza? Esta é a honra que se faz á virtude e os prémios que se dão á inocência? Eclipsa-te, Sol, e recolhe teus raíos. Ai de ti, Sion, antigamente santísima e agora sentina de todas as maldades. Em quantos males te implicaram teus pecados. Não quero mais vida, pois me não háde servir senão de gemidos e lágrimas. Viverei morrendo, e a vida será pera mim a sepultura. Convosco, filho, acabam meus prazeres, e sem vós tudo será soluçar, chorar e suspirar.” Por otra parte, Lope de Vega también reproduce páginas en su obra Triunfo de la fe.

 

Obras de ~: Diálogos de Dom Frei Amador Arraiz, Bispo de Portalegre, Coímbra, 1589 y 1604; Porto, 1974.

 

Fuentes y bibl.: Arquivo Nacional da Torre do Tombo, Colegio do Carmo de Coimbra (Cartorios recolhidos), lib. 2; Matrícula de colegiais. Convento do Carmo de Coimbra, caja 3, lib. 6. M. Sa, Memórias históricas dos illustrissimos arçebispos, bispos e escritores portugueses da Orden de Nossa Senhora do Carmo, reducidas a Orden alfabética, Lisboa, Officina Ferreyriana, 1724; E. Castro, “As capelas sepulcrais da igreja do Carmo de Coimbra”, en Biblos (Coimbra), 7, 7-10 (1931); M. Novais Faria, Quatro pensadores Ascetas do seculo xvi. Textos escolhidos, compil. por Maria do Céu Novais Faria, Porto, Livr. Simöes Lopes, 1950; J. J. Silva e Brito, Catálogos dos cartorios dos colegios de S. Bento e do Carmo de Coimbra, Coimbra, Universidade, Arquivo e Museu de Arte, 1951; M. T. Ferreira, A cultura de D. Frei Amador Arrais, tesis doctoral, Facultade de Letras de Coimbra, 1955; R. smith, A Talha em Portugal, Lisboa, Livros Horizonte, 1963; J. C. Cumming, “Lope de Vega e Amador Arrais”, en Coloquio, 27 (1964), págs. 33-35; L. Almeida, “Introduçao”, en A. Arrais, Diálogos, Porto, Lello & Irmão, 1974, págs. XV-XXX; A. Brasio, “Processo canonico de Frei Amador Arrais”, en Revista Portuguesa de Història, 19 (1981) págs. 309-328; D. Sottomayor, Tratado da cidade de Portalegre, introd. lectura y notas de L. Cardoso Martins, Lisboa, Imprensa Nacional Casa da Moeda, 1982; J. Pinharanda Gomes, “O espíritu de D. Fr. Amador Arrais”, en Carmelo Lusitano, 7 (1989), págs. 19- 33; S. Pinho Tavares de, “Baptista Mantuano na Literatura Portuguesa do século xvi em Portugal”, en Humanitas, 41-42 (1989-1990), págs. 23-49; T. F. Alves, Directo e Pastoral nas Constituições Sinodais e Visitaçoes de D. Frei Amador Arrais, bispo de Portalegre 1581-1597, Salamanca, 1990; “D. Frei Amador Arrais. Novas contribuiçoes biograficas”, en A cidade. Revista cultural de Portalegre, 7 (Nova Series, 1992), págs. 353-366; A. Castro Pinto de, “Jerónimo Arrais”, en Biblos (Lisboa), vol. I (1995), cols. 402-403; J. M. Tapadinhas Lança, Diálogos do Doctor Jerónimo Arraiz e de Dom Frei Amador Arraiz a través da História e da Literatura Portuguesa, Lisboa, Libraría sá da Costa editora, 2001; B. Velasco Bayón, História da Orden do Carmo em Portugal, Lisboa, Paulinas, 2001.

 

Balbino Velasco Bayón, OCarm.

 

 

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