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José Gonzalo Zulaica Arregui

Biografía

Zulaica Arregui, José Gonzalo. Padre Donostia, José Antonio de Donostia, fray José Antonio de San Sebastián. San Sebastián (Guipúzcoa), 10.I.1886 – Lecároz (Navarra), 30.VIII.1956. Capuchino (OFMCap), folclorista y compositor.

José Gonzalo fue el tercero de los diez hijos del matrimonio José Antonio y Felipa. Fue un niño de talento despejado que contando apenas seis años de edad, apuntó su afición musical: “le gustaba jugar con dos palos —narra su hermana María— haciendo como que tocaba el violín”. En vista de esa declarada afición, los padres le compraron uno pequeño. Se inició en el instrumento con Toribio Múgica en el Colegio de Marianistas —“a los ocho años debí de comenzar el violín”, escribe en una carta de 1913— y continuó con el notable violinista ciego Eleuterio Ibarguren. Contando diez años de edad cambió San Sebastián por el Colegio de Lecároz, donde realizó la carrera sacerdotal: bachillerato, noviciado y Filosofía-Teología, siendo ordenado sacerdote en 1908; allí ejerció de profesor hasta 1918 y Lecároz fue de por vida su auténtico hogar, con largas ausencias obligadas. En el programa de formación del Colegio contó mucho la música desde su apertura en 1890: además del coro polifónico existía un grupo instrumental del que formó parte, desde su ingreso en 1896, José Gonzalo, violinista iniciado. Aquel clima y medios musicales movieron su natural instinto creativo y con sólo once años instrumentó una diana de la que queda constancia documental. Pero en este su campo de la composición fue decisiva la llegada a Lecároz en 1898 de Ismael Echazarra, pianista de fama en Madrid en la década de 1890. La primera labor de este músico fue imprimir mayor dignidad a la música religiosa del Colegio, sustituyendo el repertorio de Eslava y discípulos, predominante en el culto de las iglesias en España, por obras más dignas del repertorio clásico y romántico. Y pronto comenzó a impartir la armonía al joven alumno de doce años, enseñanza que continuó hasta 1902, cuando salió de Lecároz Echazarra y coincidiendo con el inicio del noviciado del alumno, desde entonces fray José Antonio de San Sebastián, nombre que alternaría más tarde con Padre José Antonio de Donostia o Padre Donostia sin más. Junto a los ejercicios de la clase con Echazarra no tardaron en brotar trabajos personales: melodías con acompañamiento y números corales y más tarde obras de cámara y de orquesta, todo ello durante los años de carrera sacerdotal. Con el deseo de madurar en la armonía y composición, recibió lecciones entre 1908 y 1910 de Adrián Esquerrá en Barcelona y de Bernardo Gabiola en San Sebastián, y los años 1920 y 1921 practicó Contrapunto y Fuga con Eugène Cools en París. Maduró además su formación del canto gregoriano en varias abadías benedictinas: Silos (1909), Besalú (1915) y Solesmes (después de 1920).

Cuando salió de Lecároz en 1918, su primera ausencia prolongada, el campo musical del Padre Donostia estaba ya perfilado en las diferentes facetas de su personalidad. Como compositor contaba con una extensa producción: el Cuarteto de cuerda en mi y dos rapsodias de orquesta, numerosas obras corales y más numerosas melodías con piano, piezas para órgano, y los Preludios vascos para piano que le habían dado merecido renombre. Como folclorista había recogido más de un millar de canciones populares vascas, comenzaba a ser reconocido por sus artículos y requerido para pronunciar conferencias. A partir de 1918, en que quedó liberado de la labor de profesor, la vida del P. Donostia tomó otra marcha. Continuó ligado a Lecároz, pero alternándolo con otros lugares de permanencias prolongadas, y se multiplicaron las salidas circunstanciales, singularmente en España, con ocasión de conferencias, congresos y otras reuniones. Madrid fue el primer lugar de permanencia estable durante varios meses: se familiarizó con la música sinfónica, habitualmente con las orquestas de Pérez Casas y de Arbós, y se acercó a grandes intérpretes de la época: Casals, Risler, Sauer, W. Landowska... Un año después fue a París, arrastrado por la imperiosa necesidad artística que bullía en él: buscando el arte impresionista se acercó a Ravel. El año anterior (1918) había muerto Debussy, considerado el iniciador de la escuela impresionista en música.

El Impresionismo en la Pintura, arte que lo inició, vivió su esplendor en el último cuarto del siglo XIX, y aunque la música lo vivió con algún retraso, ya en estas fechas convivía, en declive, con nuevas corrientes estéticas como el Expresionismo y el Neoclasicismo. Ravel, ahora principal representante del Impresionismo francés, condujo al P. Donostia a las clases de Eugène Cools, “profesor de quien guardo el mejor recuerdo, ya por sus cualidades pedagógicas, ya por la amistad que me unió a él”. Desde entonces también existió relación entre Ravel y el P. Donostia: volverían a encontrarse años más tarde en Lecároz. La permanencia en París no se redujo al aprendizaje: en fecha de 28 de junio de 1920 se presentó una audición de Obras del R.P.J.A. de San Sebastián en la Sala Erard, con intervención, entre otros, del pianista español Ricardo Viñes. Ese mismo día trabó amistad con H. Ghéon, uno de los representantes del renacimiento del teatro católico francés. Cuatro de sus obras literarias fueron ilustradas musicalmente por el padre Donostia, tres de ellas estrenadas en París. En su permanencia en Madrid (1918- 1919), había iniciado y encauzado algunas experiencias musicales: formación de un coro, cursos de liturgia, de música... Entre 1922 y 1924 pasó de nuevo tres largas temporadas en la capital de España, reemprendiendo su labor anterior, logrando también en la primavera de 1923 el estreno de Bocetos..., versión para gran orquesta de Les trois miracles... A requerimiento del obispo de Bayona llevó a cabo en el segundo semestre de 1924 una serie de intervenciones en Argentina para ayuda del Seminario de Ustaritz con conferencias-concierto en Buenos Aires, Bahía Blanca, Concordia, Montevideo... y la representación de unos Cuadros líricos vascos en Buenos Aires.

A los cambios de residencia de estos seis o siete años desde 1918 siguió un largo decenio de menor movilidad. Fueron estos años los más intensos en investigaciones musicológicas, labor que se reflejó en los numerosos artículos y conferencias, y labor reconocida por varias instituciones culturales que asociaron al P. Donostia como miembro: Sociedad Internacional de Musicología (1928), Sociedad Francesa de Musicología (1930), Academia de Lengua Vasca (1932), Real Academia de Bellas Artes de San Fernando (1932) como correspondiente, y algún tiempo después, The Hispanic Society of America. En estos años alrededor de 1930 fue también intensa su actividad de compositor creando la mayor parte de sus obras de orquesta e instrumentando obras anteriores de piano. Además de La vie profonde de Saint François d’Assise (1925-1926), su obra más significativa, destaca Acuarelas vascas (1932), estrenadas ese mismo año en Madrid por Arbós, quien las repuso luego en varias capitales europeas.

Desde el otoño de 1936 a la primavera de 1943 residió el P. Donostia en Francia: Toulouse, París, Mont de Marsan y Bayona; se estimó oportuna esta salida de España con motivo de la Guerra Civil. Se dedicó a labores benéficas y siguió cultivando la música: dos obras de pequeña orquesta, con ondas Martenot en una de ellas, el extenso Poema de la Pasión, los tres cuadernos de Infantiles para piano a cuatro manos y la triple suite Itinerarium mysticum para órgano, son obras importantes en el catálogo de su autor.

En 1943 estaba de nuevo en Lecároz, pero a los meses fue solicitada su colaboración. Ese mismo año se creó con sede en Barcelona el Instituto Español de Musicología, centro integrado dentro del Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Fue un centro pionero de musicología en España: la creación de la Sociedad Española de Musicología, radicada en Madrid, es bastante posterior (1977). Hasta tiempos relativamente cercanos, no tomó fuerza de grupo la Musicología: si en la segunda mitad del siglo xix se dieron intentos de crear grupos, hay que llegar a los comienzos del xx para saludar la creación de un centro de musicología: la Sociedad Internacional de Música, París, disuelta por motivo de la guerra de 1914, que ella ejerció influjo en la posterior formación de asociaciones nacionales de Musicología.

El P. Donostia trabajó en el Instituto de Barcelona desde 1944 a 1953, primeramente en la sección de Musicología y después en la de Folklore, realizando en la segunda una valiosa labor que se refleja en las seis mil fichas recogidas, estudiadas y comentadas por él, relativas en gran parte a la canción popular. Representó al Instituto en los Congresos Internacionales de Folklore de Londres (1947) y de Basilea (1948). No interrumpió su creación personal: conferencias, artículos, composiciones. A estos años pertenecen algunas piezas para piano y para órgano, melodías, obras polifónicas y, destacando, la Missa pro defunctis. La labor de creación personal continuó en Lecároz desde el verano de 1953, una vez terminado el compromiso de Barcelona: algunas partituras de folclore vasco entre una mayoría de obras religiosas como los responsorios polifónicos de Navidad y de Semana Santa. Menos de tres años en esta etapa final de más tranquilidad, porque a comienzos de 1956 se apreciaron los primeros síntomas de la afección mortal.

Las facetas que configuran la rica personalidad musical del P. Donostia son la composición y el folclore vasco, siendo muy importante su aportación a la musicología, que a su vez provocó una frecuente y exitosa actividad de conferenciante. Composición y folclore nacieron, como afición consciente, apenas pasada la adolescencia: eran los primeros años del siglo, cuando escribía las piezas románticas para cuerda y piano, y cuando trabó contacto con escritos de los folcloristas Azcue y Gascue y con las canciones de Bordes. Pocos años después se encontraba comprometido en ambas especialidades como en una única empresa que desarrolló a lo largo de la vida, siendo el investigador que se identifica con la música del pueblo y la revivifica y enaltece en las composiciones, fenómeno que hace recordar a Bela Bartok, considerado prototipo de experiencia folclórica en plenitud.

El padre Donostia es un investigador del folclore vasco en general, si bien lo es principalmente del folclore musical, y, dentro de él, de la canción popular. En materia musical trató temas relacionados con instrumentos, danzas, juegos, costumbres... Instrumentos populares vascos, Instrumentos de música popular española (se mencionan 358 instrumentos), Historia de las danzas de Guipúzcoa, Danzas de risa, Canciones de trabajo en el País Vasco, Elogio musical de la pelota vasca... son algunos títulos de artículos o conferencias. Pero fue la canción popular la parcela preferida de sus investigaciones, ya a partir de 1911, y durante varios lustros. Los ejemplares recogidos en los primeros años fueron galardonados en 1915 en concurso organizado por las cuatro diputaciones vascas. Con una selección de tales ejemplares y con los recogidos posteriormente, se formó la colección Euskel eres-sorta / Cancionero vasco, publicado en 1922 con un total de 393 melodías. Setenta y dos años después se publicaron todas las melodías, cerca de dos mil, en cuatro volúmenes, que fueron el coronamiento de la obra completa, compuesta por los doce volúmenes de música (en la que no va incluída la producción sinfonica y sinfónico-vocal) y los cinco de escritos: reseñas, artículos, conferencias... Veintiún volúmenes en total.

Durante sus años en el Instituto de Barcelona realizó diversos trabajos relacionados con la musicología: además de la colaboración en el Anuario Musical del Instituto, sacó a luz Música de tecla en el País Vasco- Siglo xviii (1951), importante contribución a nuestro repertorio de clavecín; preparó también Sonatas de Manalt y obras de Juan de Anchieta. Destacable el estudio Música y músicos del País Vasco (1953), que viene a ser la primera historia de música del territorio, con muchos datos de primera mano. Colaboró en diccionarios de varias naciones: el español Labor (1954), el alemán Die Musik in Geschichte und Gegenwart de Blume (1949...), el francés de Larousse (1957) y el inglés Grove, en su quinta edición (1954-1955).

En cuanto compositor, el P. Donostia no lo fue de grandes formas sinfónicas: sus obras de grande y mediana orquesta, hasta quince títulos, se circunscriben a las formas de Suite, de Poema sinfónico y de Música incidental. La música de cámara cuenta con números cortos, excepto el Cuarteto de cuerda. Parte de la música para piano está conformada en tres Suites, exactamente como acontece con la de órgano. El campo que cultivó más de continuo a lo largo de su vida fue el de las formas cortas: en tecla, en lo coral y sobre todo en el canto con acompañamiento; más del medio millar de números que muestran mano hábil y espíritu sensible. Aquí y en toda la producción está el sello de su armonía refinada, rica y elegante.

 

Obras de ~: Composiciones musicales, música lírica: Larraldeko lorea, 1916; Les trois miracles de Sainte Cécile, 1920; La vie profonde de Saint François d’Assise, 1925-1926; Joie, 1934; Saint Nicolas, 1934; Notre Dame de Sokorri, 1935; Le Noël de Greccio, 1935-1936; Bétharram, 1937; La quête héroïque du Graal, 1938. Música sinfónica y sinfónico-coral: Preludios vascos, 1916, 1918; Bocetos de música escénica para el drama religiosso Santa Cecilia, 1922; Acuarelas vascas, 1932; Missa pro defunctis, 1946; Infantiles, 1956. Música de cámara: Doce romanzas, vn, p, 1905; Cuarteto de cuerda en mi, 1905; Cinco preludios vascos, vn, p, 1928; Los ferrones de Mirandaola, pequeña orq., 1930; Quince preludios vascos, pequeña orq., 1930-1936; Sonata de J. Arana, vn, p, 1933; Sonata de Albinoni, vn, p, 1935; Página romántica, vn, p, 1941; Glosa, vc, órg, 1943. Voz, piano y pequeña orquesta: Nik baditut, 1916; Matxakaren beltxa, 1916; Orain banuazü, 1916; Ilargitan, 1928; Trois chants basques, 1929; Axeria eta gabaraxaina, 1933. Melodías con acompañamiento de órgano: casi ochenta de canto gregoriano, otras tantas en vasco, más de treinta en castellano, en Ob. Mus., vols. I-V, y ocho en catalán, Ob. Mus., vols. I, IV. Polifonía religiosa: más de cincuenta obras en latín, diecisiete en castellano, Ob. Mus, vols. I-V, quince en vasco, vols. I, II, IV, y cinco en francés, Ob. Mus. vols. I, IV, V. Coral profana: Ecos de Vasconia, 1910; Suite vasca, 1913; una treintena sobre melodías vascas, 1917-1925; Tres canciones gasconas, 1937; Poema de la Pasión, 1937; Evocación sevillana, 1945; Venerabilis Barba Capuccinorum, 1949; Tríptico franciscano, 1949; Cuatro canciones catalanas, 1950-1951; Aran-Lore (tríptico), 1952; Euskal-Irukoitz (tríptico), 1953). Voz y piano: Unas treinta melodías vascas, 1913; Pom de cançons, 1913; cuatro melodías catalanas, 1914-1915; unas cuarenta melodías vascas, 1916-1917; cuatro canciones con texto francés, 1914, 1919, 1924; unas cuarenta canciones vascas, 1923-1930; Deux poèmes, 1933-1934; Vocalise-étude, 1934; Canciones sefardíes, 1941. Piano: Preludios vascos, 1912-1916, 1923; Andante para una sonata vasca, 1913; Errimina, 1925; Prière, 1928; Menuet basque, 1928; Vora’l Ter, 1934; Infantiles, a cuatro manos (tres cuadernos) Tiento y canción, 1946; Homenaje a J. C. Arriaga, 1954. Órgano: Album, 1907-1912; Itinerarium mysticum (tres cuadernos), 1937, 1938, 1940-1943; cinco piezas sueltas, 1921, 1939, 1941, 1949, 1952.

Escritos: Santoral V, Lecároz, Archivo Padre Donostia, 1976; Donostia: Obras completas, Bilbao, Gran Enciclopedia Vasca, 1982-1983, 3 vols. (vols. I y II: Artículos, vols. III: Reseñas); Obra literaria del Padre Donosita, San Sebastián, Ed. Eusko Ikaskuntza-Sociedad de Estudios Vascos, 1985-1994 (vols. IV y V: Conferencias; vols. VI, VII y VIII: Cancionero Vasco. Canciones; vol. IX, Danzas, ed. J. de Riezu).

Ediciones: Editadas todas las composiciones menores y medianas, Obr. Mus., Archivo P. Donostia, Lecároz, 1960-1980, 12 vols. Inéditas las composiciones orquestales: Rapsodia baskongada, Larraldeko lorea, Les trois miracles de Sainte Cécile, La vie profonde de Saint François d’Assise, Los ferrones de Mirandaola, Joie, Saint Nicolas, Notre Dame de Sokorri, Le Noël de Greccio, Bétharram, La quête héroïque du Graal, Preludios vascos y Acuarelas vascas.

Grabaciones: Preludios vascos para piano, Columbia, 1959, reed. 1971; Edigsa, 1973; Odeon, 1980; Aus_Art, 1996; Naxos, 2000; Infantiles para piano a cuatro manos, Dial, 1986; Aarus, 2003; Preludios vascos para orquesta, Columbia, 1964; Kea, 1987; Claves, 2003; Rapsodia baskongada, Urruti jaia, Les trois miracles de Sainte Cécile, La vie profonde de Saint François d’Assise, Los ferrones de Mirandaola, Acuarelas vascas, Claves, 2003; Euskal Irukoitz, Usandizaga, 1971; Venerabilis barba Capuccinorum, Soñua, 1986; Canciones gasconas, Evocación sevillana, Poema de la Pasión, Elkar, 1993; Aran lore, Agorila, 1994; Missa pro defunctis, CFE, 1982; Kea, 1995; A Ar, 2001; Canciones para canto y piano: francesas (6), vascas (8), Llueve,llueve, Pom de cançons (4), Quatre mélodies catalanes, Kea, 2002; Canciones para canto y piano-II: vascas (23), francesas (2), sefardíes (5), Pom de cançons (3), Kea, 2003.

 

Bibl.: J. de Riezu, J. A. de Donostia.Vida, obra y semblanza espiritual, Pamplona, Verdad y Caridad, 1956 (Lecároz, 1990); “Gure Aita Donosti il da!”, en Txistulari (San Sebastián) n.º 8 (1956); H. Olazaran, “P. José Antonio de San Sebastián”, en Txistulari (Bilbao), n.º 9 (1957); N. A lmandoz, “Evocación y recuerdos del P. J. A. de San Sebastián”, en Tesoro Sacro-Musical (Madrid), 1957, págs. 118-120; “Homenajes al Padre Donosita”, en Lecároz n.º 34 (1957); Denak Bat, Homenaje de América al P. Donostia, Buenos Aires, 1961; J. de Riezu, “Comentarios del Editor”, en Obras musicales del P. Donostia, Lecároz, 1960-1980; A. S agardía, Cuatro músicos vascos, Madrid, Ediciones de Conferencias y Ensayos, 1965, págs. 7-17; Músicos vascos, t. III, San Sebastián, Auñamendi, 1972, págs. 142-146; C. López Sáinz, 100 vascos de proyección universal, Bilbao, Gran Enciclopedia Vasca, 1977, págs. 635-640; J. de Riezu, Cartas al P. Donostia, San Sebastián, Grupo Dr. Camino, 1978; Obras completas del P. Donostia, pról. del t. I, Bilbao, La Gran Enciclopedia Vasca, 1983;VV. AA., Homenaje al P. Donostia, San Sebastián, Eusko Ikaskuntza, Cuadernos de Música, 1986; N. Iguain, Aita Donosti, Buenos Aires, 1986; T. García de Arbeiza, “P. Donosita”, en Boletín del Instituto Americano de Estudios Vascos (Buenos Aires), vol. 3.º, 166 (1991); J. L. Ansorena, Aita Donostia, Donostia, Kutxa, 1999.

 

Lorenzo Ondarra

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