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Antonio Martín Álvarez de Toledo y Manrique de Guzmán

Biografía

Álvarez de Toledo y Manrique de Guzmán, Antonio Martín. Duque de Alba de Tormes (IX). Madrid, 11.XI.1669 – París (Francia), 28.V.1711. Diplomático.

Hijo de Antonio Álvarez de Toledo Beaumont y Velasco, VIII duque de Alba, y de Constanza Manrique de Lara, este vástago de una ilustre familia tenía afición a la milicia, carrera que su salud harto delicada le impidió seguir. Era íntimo amigo del cardenal Portocarrero, quien lo eligió para desempeñar la embajada de París (12 de marzo de 1703). Llegado a París el 12 de noviembre, tuvo audiencia de Luis XIV el día 14. El cronista Saint-Simon lo describe así: “Era un hombre de aspecto mediocre, pero muy agudo y culto, muy cuerdo y medido, cortés con dignidad, honradísimo, de mucha probidad y honor, de intenciones buenas y rectas [...], con mucho valor, ingenio y sensatez [...]. Muy apegado al Rey, es de fiar absolutamente y sin reserva [...]. En una palabra, no hay nada mejor en España”. Católico convencido, profesaba una religión sólida, sin afectación, en sintonía con su carácter grave que hacía exclamar a otro observador: “Es el hombre más triste y serio que he visto en mi vida”.

El embajador alquiló en París el hotel de Talon, calle de Grenelle, y en Versalles una casa, en la calle Dauphine.

Liberal y fastuoso, fácilmente pródigo, cumplió sus obligaciones de representación “con magnificencia y mucha cortesía y dignidad”, alternando con la compañía más selecta. Las frecuentes fiestas que daba tenían fama por su lucimiento, tanto las celebradas con motivo de los días de Felipe V como las que señalaban acontecimientos relevantes como el nacimiento del príncipe de Asturias (1707) o la victoria de Villaviciosa (1710): “No reparaba en gastos cuando se trataba de alabar su celo y las victorias de su Rey”. Este derroche de dinero le condujo no sólo a sacrificar su fortuna, sino a contraer cuantiosas deudas.

Tan ruinosa embajada no trajo al duque las compensaciones que se habían de esperar: no consiguió la mayordomía mayor de Felipe V, sino sólo una encomienda y el cargo de sumiller de Corps. En cambio, la Corte de Francia no le escatimó inhabituales distinciones: invitaciones en el sitio de Marly, presentación a la marquesa de Maintenon.

Sin embargo, el papel político del embajador no correspondió a la brillantez de su representación ni a la estima de la que gozaba. Los negocios de entidad se despachaban o en las cartas intercambiadas entre los monarcas o en Madrid entre ministros españoles y embajadores franceses. Poca intervención tuvo el duque de Alba en ellas: si en 1705 tuvo alguna parte en las negociaciones que llevaron al regreso de la princesa de los Ursinos, en 1709 no participó en las conferencias de Holanda, a pesar de tener título de plenipotenciario. Así se comprueba lo que escribió Saint-Simon sobre la gestión del duque: “Desempeñó su embajada en los tiempos más tristes con mucho valor y juicio, a satisfacción de su corte y de la nuestra que le profesó un verdadero aprecio y una consideración muy marcada”. De hecho las congojas llenaron los últimos meses de su vida. Tras perder a su hijo único (1709), estuvo muy enfermo al año siguiente.

El 23 de mayo de 1711 enfermó otra vez y falleció en la noche del 27 al 28 de mayo, a los cuarenta y dos años. Se le colocó en el ataúd con una camisa blanca de punto, un vestido de paño, una peluca nueva, su bastón y su espada. El funeral se celebró el 6 de junio en la capilla de las carmelitas de la calle de Grenelle.

Había casado en 1688 en Madrid con Isabel Zacarías Ponce de León y Alencastre (1669-1721), hija de los duques de Arcos, “viva en extremo y aun más fea”. Acompañó a su marido a París, llevándose a su hijo único, Nicolás (1690-1709), que murió allí. En septiembre de 1712 abandonó París, acompañada del abate Castiglione, luego duque de Solferino (1684- 1758), con el que casó en Madrid en 1716.

 

Bibl.: D. Ozanam, Les diplomates espagnols du xviiie siècle, Madrid-Bordeaux, Casa de Velázquez-Maison des Pays Ibériques, 1998; D. Ozanam, “Los embajadores españoles en Francia durante el reinado de Felipe V”, en J. L. Pereira Iglesias (coord.), Felipe de Borbón, 1701-1746, Córdoba, Universidad de Córdoba, 2002, págs. 589-591.

 

Didier Ozanam

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