Aguirre Necolalde, Juan Fernando de. Vergara (Guipúzcoa), c. 1730 – ?, c. 1808. Secretario e ilustrado.
Escasas son las noticias biográficas que han llegado de este eficiente y discreto funcionario que hizo carrera en la Administración borbónica al amparo de Manuel de Roda y Arrieta. Su primera aparición documentada data de 1758, cuando se traslada a Roma para trabajar con su mentor, a la sazón nombrado director de la agencia de preces. Durante siete años tendría tiempo para familiarizarse con las tareas de secretaría y con el siempre tortuoso mundo de la cancillería vaticana, hasta convertirse en el hombre de confianza y fiel colaborador de Roda, quien, al ser destinado a Madrid como ministro de Gracia y Justicia, dejaría a Juan Fernando de Aguirre al frente de la agencia durante algunos meses.
En el verano de 1765 se incorporó a la Secretaría de Gracia y Justicia como oficial, siendo testigo de primera mano de los planes urdidos por su jefe para expulsar a los jesuitas de España. El ministro recompensaría su buen hacer y fidelidad destinándole en 1780 al puesto de agente general en Madrid para los negocios de Roma, vacante tras la jubilación y muerte de Zaldívar. El nombramiento fue acogido con júbilo por José Nicolás de Azara, conocedor de la capacidad y prendas que adornaban al guipuzcoano.
Tras la muerte de Roda, su carrera continuaría sin pena ni gloria en el escalafón de Gracia y Justicia como oficial tercero (1786), segundo (1790), mayor segundo (1793) y mayor primero (1795).
En 1795 fue honrado con un hábito de la Orden de Santiago, preludio del puesto de consejero de Órdenes que lograría un año después. Su pista biográfica se pierde en 1808.
Juan Fernando de Aguirre fue un reconocido valedor en Madrid de la Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País, de la que fue socio de mérito desde 1770. Una relación que debió de iniciarse a través de su paisano y amigo Miguel José de Olaso y Zumalabe, primer secretario perpetuo de la misma, con quien mantenía una animada correspondencia desde antes de 1759. Lo cierto es que desempeñó un papel muy relevante en las gestiones llevadas a cabo por la Sociedad ante la Secretaría de Gracia y Justicia para crear el que sería Real Seminario de Bergara. De su implicación en este proyecto educativo dan buena cuenta una serie de cartas cruzadas con el conde de Peñaflorida y el marqués de Narros. Como tantos de sus paisanos afincados en la Corte, invirtió sus ahorros en acciones de la Real Compañía Guipuzcoana de Caracas.
Aunque nada se sabe sobre su pensamiento en materia religiosa, se le supone afecto a la causa promovida contra los jesuitas y a las ideas jansenistas que contaminaron el círculo del ministro Roda.
No parece una casualidad que le uniera una estrecha amistad con su paisano el sacerdote José Miguel Yeregui, exponente destacado de estas tendencias, a quien nombró testamentario en 1799. En este año permanecía soltero.
Bibl.: R. Olaechea, Las relaciones hispano-romanas en la segunda mitad del siglo XVIII, Zaragoza, Talleres El Noticiero, 1965; J. I. Tellechea Idígoras (ed.), La Ilustración vasca. Cartas de Xavier María de Munibe, Conde de Peñaflorida, a Pedro Jacinto de Álava, Vitoria-Gasteiz, Parlamento Vasco, 1987; G. Vives Almandoz, “La correspondencia de Miguel José de Olaso Zumalabe (1718-1773), primer Secretario Perpetuo de la Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País”, en II Seminario de Historia de la RSBAP, San Sebastián, Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País, 1988, págs. 197-220; M.ª C. Urdiain Martínez, Epistolario del Fondo Prestamero, Vitoria, Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País, 1996; Catálogo del fondo de la Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País, Vitoria, Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País, 1997.
Juan Luis Blanco Mozo
