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Alonso de Salazar y Frías

Biografía

Salazar y Frías, Alonso de. Burgos, 1564 – Madrid, 9.I.1636. Inquisidor, fiscal y consejero del Consejo Supremo de la Inquisición.

Nació en el seno de una familia hidalga burgalesa con capilla y enterramiento en la parroquia de San Esteban en Burgos. Su padre y abuelo paternos fueron letrados, con antecedentes familiares de mercaderes de lana en el Consulado de la ciudad.

Estudió en Salamanca, graduándose de bachiller en Cánones el 22 de abril de 1584; las relaciones familiares fueron las que le llevaron a Jaén en el séquito de clérigos del obispo Francisco Sarmiento de Mendoza.

En 1588 se consagró sacerdote y ese mismo año el prelado lo nombró racionero del Cabildo de la Catedral de Jaén y se graduó de licenciado en Cánones en la Universidad de Sigüenza. En 1560 pasó a ser canónigo.

De 1588 a 1595 se ejercitó en la Jurisprudencia al lado del obispo Sarmiento, que había sido catedrático en la Universidad de Salamanca y oidor en la Chancillería de Valladolid. Con su preparación en derecho canónico defendió al Cabildo Catedralicio en diversos pleitos en Madrid, obteniendo resultados favorables.

A petición del obispo Sarmiento, y en colaboración con el racionero Gil Dávalos Zambrana, escribió un episcopologio que se inicia con el primer obispo de la diócesis Jaén-Baeza en tiempos de Fernando III hasta el año 1595, fecha de la muerte del citado obispo. Es un trabajo histórico en el que los autores eliminan leyendas y tradiciones para, con un espíritu crítico, señalar los datos que consideran seguros.

Al morir el obispo Sarmiento, ocuparon sucesivamente la sede giennense Bernardo de Sandoval y Rojas (1596-1599) y Sancho Dávila y Toledo (1600- 1615), que dispensaron amistad y protección a Salazar y Frías. En julio de 1600 fue designado procurador de la Iglesia de Jaén en la Congregación del Estado Eclesiástico de Castilla y León (1602-1603); participó en las deliberaciones con tal éxito que en 1602, por unanimidad, esta institución lo nombró procurador general ante la Corte, cargo en el que se reafirma después de una protesta del procurador de Sevilla, que había estado ausente en la primera elección; en 1607, una nueva Congregación lo mantiene en tal puesto, que le permite entrar en contacto con el duque de Lerma y consejeros de distintos Consejos.

Bernardo de Sandoval y Rojas, arzobispo de Toledo e inquisidor general (1608), nombró inquisidor para el Tribunal de Logroño a Salazar (1609), quien continuó disfrutando durante toda su vida de la canonjía de Jaén. Al llegar a Logroño, encontró iniciado el que se conoce como “proceso de las brujas”. La Inquisición había detectado una secta de brujas en Zugarramurdi, en el Pirineo vasco-navarro, y pronto surgieron enfrentamientos entre Salazar y los otros dos inquisidores en el modo de llevar el proceso, que terminó en el famoso auto de fe de 1610, por el que varios brujos fueron llevados a la hoguera y otros a prisión, aparte de aquellos que murieron en las cárceles secretas. Salazar no estuvo conforme con la sentencia ni con el modo de llevar los otros inquisidores el proceso, y consiguió del inquisidor general, su amigo, comisión para estudiar in situ el fenómeno de la brujería vasco-navarra, lo que le permitió, en el tiempo de cuatro años, enviar unos memoriales que sirvieron al Consejo para dar unas Nuevas Instrucciones en 1614 sobre el modo de entender el Santo Oficio el delito de brujería. Tales Instrucciones se basaban en las ideas de Alonso de Salazar, que separaba superstición de realidad.

A partir de entonces, gozó Salazar de prestigio entre los miembros del Consejo, que le encomendó varias visitas de inspección a tribunales entre 1617 y 1622. A continuación pasó a ocupar el cargo de fiscal en el Consejo y posteriormente el de consejero en tiempos del inquisidor general fray Antonio de Sotomayor.

 

Obras de ~: con G. Dávalos Zambrana, Relación de todos los obispos que ha avido de Jaén desde que fue ganada de moros esta tierra por el rey don Hernando (inéd.) (figura en la Bibloteca Nacional como anónima, ms. 5732).

 

Bibl.: H. Ch. Lea, A History of the Inquisition in Spain, New York-London, 1906-1907, 4 vols. (trad. esp. de Á. Alcalá y J. Tobío, Historia de la Inquisición Española, Madrid, Fundación Universitaria Española, 1983, 3 vols.); J. Caro Baroja, Las brujas y su mundo, Madrid, Revista de Occidente, 1961; El Señor Inquisidor y otras vidas por oficio, Madrid, Alianza Editorial, 1968; G. Henningsen, “The papers of Alonso de Salazar Frías; a spanish polemic 1610-14”, en Temenos (studies in comparative religion), vol. V, Copenhague, 1969, págs. 85- 106; J. Caro Baroja, Inquisición, brujería y criptojudaísmo, Barcelona, Ariel, 1970; G. Henningsen, “Las víctimas de Zugarramurdi; el origen de un gran proceso de brujería”, en Saioak (Revista de Estudios Vascos) (San Sebastián), 2 (1978), págs. 182-195; “Alonso de Salazar Frías; ese famoso inquisidor desconocido”, en A. Carrira et al., Homenaje a Julio Caro Baroja, Madrid, Centro de Investigaciones Sociológicas, 1978, págs. 581-586; The witches’advocate. Basque witchcraft and the Spanish Inquisition, Reno-Nevada (Estados Unidos), Universidad, 1980 (trad. esp., El abogado de las brujas. Brujería vasca e Inquisición, Madrid, Alianza, 1983); L. Coronas Tejada, Unos años en la vida y reflejos de la personalidad del “Inquisidor de las brujas”, Jaén, Instituto de Estudios Giennenses, 1981; M. Martínez Millán y T. Sánchez Rivilla, “El Consejo de Inquisición: (1483-1700)”, en Hispania Sacra (Madrid), 36 (1984); J. L. Barrio Moya, “El inquisidor Alonso de Salazar y Frías; el inventario de sus bienes”, en Boletín de la Real Academia de la Historia, 184 (1987), págs. 139-172; L. Coronas Tejada, “El Tribunal de la Inquisición y las brujas”, en S. Rodríguez Becerra (coord.), El diablo, las brujas y su mundo. Homenaje andaluz a Julio Caro Baroja, Sevilla, Signatura, 2000, págs. 33-47.

 

Luis Coronas Tejada

 

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