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Miguel García Cuesta

Biografía

García Cuesta, Miguel. Macotera (Salamanca), 6.X.1803 – Santiago de Compostela (La Coruña), 14.IV.1873. Catedrático, filósofo, conciliarista y cardenal.

Hijo de humildes padres labradores, quedó huérfano de ambos a los doce años, pasando al cuidado de un tío sacerdote, capellán del santuario de Valdejimena, que le facilitó los estudios primarios y le ayudó a ingresar a los quince años en el seminario conciliar de San Carlos de Salamanca. Con el apoyo de este pariente y una beca del obispo de la diócesis, pudo cursar los estudios de Filosofía y Teología, incorporándolos progresivamente a la Universidad civil. Obtuvo el bachillerato de Filosofía en julio de 1821 y el doctorado en Teología en octubre de 1828. A lo largo de todos los estudios demostró probadamente la clara inteligencia y las cualidades intelectuales que en el futuro ejercería tantas veces en favor de la Iglesia.

Desde 1820, siendo aún estudiante de Filosofía y durante los cursos de Teología, había enseñado en el seminario como profesor auxiliar de diversas materias filosóficas y teológicas; asimismo, había participado en la oposición a parroquias de 1826, obteniendo el primer puesto entre los cincuenta y siete opositores presentados.

Acabada la carrera eclesiástica y recibida la ordenación sacerdotal en 1828, fue incorporado como catedrático al claustro del seminario conciliar, donde sucesivamente profesó materias en los cursos de Filosofía; en ellos enseñó Matemáticas y Griego, y Teología como profesor de Moral y Sagrada Escritura.

También ocupó diversos cargos directivos en dicho centro durante los veinte años que duró su magisterio: en un principio fue director de disciplina y vicerrector, pasando a ocupar el cargo de rector entre 1841 y 1848. Desempeñó ejemplarmente su ministerio sacerdotal, aun sin haberse ocupado de trabajos directamente parroquiales, con frecuente dedicación al confesionario y al púlpito, destacando pronto como orador sagrado.

El beato Pío IX lo nombró obispo de Jaca en el consistorio del 14 de abril de 1848, recibiendo la consagración episcopal en Valladolid de manos del obispo de aquella diócesis, José Antonio Rivadeneira, el 16 de julio del año siguiente. Poco después se incorporaba a su nuevo ministerio pastoral. Sin embargo, no llegó a consolidar su labor allí, pues, vacante la diócesis compostelana desde agosto de 1850, fue propuesto García Cuesta para ocuparla, siendo preconizado por Pío IX en el Consistorio del 5 de septiembre de 1851; tomó posesión el 21 de diciembre. Formó parte de varias congregaciones romanas y de la comisión encargada de redactar la bula Ineffabilis Deus en la que el Papa definió la concepción inmaculada de María en 1854.

Fue creado cardenal el 9 de septiembre de 1861 y el 21 de mayo de 1862 le fue asignado el título presbiteral de Santa Prisca. Su episcopado compostelano abarca en total más de veintiún años, desde diciembre de 1851 hasta abril de 1873, durante los cuales participó activamente en la agitada situación general de la Iglesia española en ese período. En 1857 estableció la práctica obligatoria de las conferencias morales y litúrgicas para el clero, movido por las respuestas de la Santa Sede a sus informes de visita ad limina. Esta praxis había estado vigente entre el clero desde el pontificado de su antecesor, pero había caído en desuso años atrás, por lo que se volvía ahora a restablecer fundado en la necesidad de formación permanente que los sacerdotes precisaban para su labor pastoral; con este propósito les dio detalladas instrucciones, así como el temario de las conferencias. En 1859 se ocupó de una reciente encíclica de Pío IX para rogar por el final de la guerra entre tres naciones católicas, que causaba tremenda mortandad y miseria en los imperios europeos y parte de Italia; su objetivo era pedir piedad y caridad a los que la dirigían y oraciones para que acabara el conflicto. La segunda década de su pontificado compostelano coincidió en lo político con una etapa, si no totalmente revolucionaria, sí inmersa en un ambiente propicio a ella.

España vivía en los años 18641868 una situación cuasi revolucionaria, con una monarquía cada vez más debilitada interna y externamente, iniciándose a partir de 1868 —desde la revolución septembrina— un período revolucionario prácticamente hasta la muerte de García Cuesta. Durante dicho período se fueron enfrentando progresivamente las posiciones de la Iglesia y los gobiernos revolucionarios, lo que provocó en el episcopado español una actitud de fuerte oposición, sobre todo con motivo de la Constitución de 1869. El cardenal fue en este período líder indiscutible del episcopado español y, como tal, tomó una postura cada vez más opuesta a las sucesivas medidas liberales del gobierno, moviendo a sus compañeros de episcopado —tanto de la provincia como de la nación— a exposiciones colectivas de protesta frente a la legislación de signo antieclesiástico.

Fue elegido diputado por la provincia de Salamanca y, con autorización de la Santa Sede, participó en los debates parlamentarios y defendió vigorosamente en las Cortes la unidad católica de España contra la teoría que preconizaba una Iglesia libre en un Estado libre.

Se opuso enérgicamente al juramento de la Constitución porque, aunque estuvo dispuesto a obedecer a las autoridades constituidas, pretendió también que se le respetasen los fueros de su conciencia moral, y llegó a decir que la libertad religiosa consignada en la Constitución se había convertido de hecho en una persecución del catolicismo. También se opuso al reconocimiento por parte de la Santa Sede de la Monarquía de Amadeo de Saboya, si previamente el Gobierno español no reparaba los “agravios” cometidos contra la Iglesia, el primero de los cuales era la introducción de la libertad de cultos. Consideró la libertad de prensa y de enseñanza como principios anticatólicos.

Estos enfrentamientos condujeron al cardenal a un procesamiento y posterior prohibición de asistir al Concilio Vaticano I (1869-1870); se le negó el pasaporte y se le creó una aureola de mártir en los últimos años de su vida, que reforzó con algunos de sus escritos pastorales y otras publicaciones, ya que fue uno de los prelados decimonónicos más prolíficos y polémicos desde el punto de vista literario y también el más preparado intelectualmente. Consideró la Primera República (1873) como una desgracia para la nación y para la Iglesia, aunque murió a los pocos meses de su proclamación y no llegó a conocer la legislación antieclesiástica de la misma.

 

Obras de ~: Oratio ad Salmanticensem Academiam, Salamanca, 1841; Panegírico de Santa Teresa de Jesús, predicado en la Iglesia de las Carmelitas Descalzas de Alba, donde se venera su sagrado Cuerpo, Salamanca, 1843; Sermón de Ánimas predicado en la Capilla del Cementerio de la ciudad de Salamanca el día de la Conmemoración de los fieles difuntos, Salamanca, 1843; Pastoral del ~, Obispo de Jaca, despidiéndose de sus diocesanos al trasladarse a la Silla Metropolitana de Santiago, Zaragoza, 1851; Pastoral sobre la definición de la Concepción Inmaculada de María, Santiago de Compostela, 1855; Pastoral con ocasión de la Encíclica de S. Santidad de 19 de Enero de 1860, Santiago de Compostela, 1860; “Exposición a S. M. la Reina, sobre la cuestión actual de los Estados pontificios”, en La Cruz (1860-1861), págs. 203-207; Cartas a la Iberia sobre la necesidad del poder temporal del Papa, Madrid, 1866; Catecismo de fundamentos de Religión para uso del pueblo, Santiago de Compostela, 1870; Catecismo sobre el protestantismo, Santiago de Compostela, 1871; Catecismo apologético, Santiago de Compostela, 1873.

 

Bibl.: E. Moreno Cebada, El Santo Concilio Ecuménico del Vaticano. Historia de esta augusta asamblea, vol. III, Barcelona, Espasa Hermanos, [¿1870?], págs. 416418; J. R. Barreiro Fernández, “El pontificado compostelano de Miguel García Cuesta (1852-1873)”, en Compostelanum, 17 (1972), págs. 189-260; R. Hernández, “El cardenal Cuesta en la Universidad de Salamanca. Estudiante y primeros años de su profesorado”, en La Ciencia Tomista, 104 (1977), págs. 21-89; R. Ritzler y P. Séfrin, Hierarchia catholica, vol. VIII, Padova, Il Messaggero di S. Antonio, 1978, págs. 15, 70, 219, 312, 435, 458, 500, 635 y 636; V. Cárcel Ortí, Iglesia y Revolución en España (1868-1874). Estudios histórico-jurídico desde la documentación vaticana inédita, Pamplona, Eunsa, 1979, págs. 191-197, 363, 381, 403-405 y 615-619; F. Díaz de Cerio, Regesto de la correspondencia de los obispos de España en el siglo XIX con los nuncios, según el fondo de la nunciatura de Madrid en el Archivo Vaticano (1791-1903), vol. II, Città del Vaticano, Archivio Vaticano, 1984, págs. 138-153; C. García Cortés, “El cardenal García Cuesta, arzobispo de Santiago (1803-1873). Fuentes para su estudio ideológico”, en Compostelanum, 31 (1986), págs. 203-257; V. Cárcel Ortí, “Los nombramientos de obispos en España durante el pontificado de Pío IX. Primera parte: 1846-1855”, en Analecta Sacra Tarraconensia, 72 (1999), págs. 319-488; C. García Cortés, “La Iglesia compostelana en los siglos XIX y XX”, en J. Aranda Doncel et al., Historia de las Diócesis Españolas, vol. 14. Iglesias de Santiago de Compostela y Tuy-Vigo, Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 2002, págs. 420-422.

 

Vicente Cárcel Ortí