Vera y Aragón, Francisco de. Estepa (Sevilla), 1533 – Venecia (Italia), 1603. Consejero de Órdenes y de Castilla.
Nació en la localidad sevillana de Estepa en 1533. Fue colegial del colegio de Santa Cruz de Valladolid desde el 4 de abril de 1557, donde alcanzó el grado de bachiller en ambos derechos. Se inició en la judicatura en 1563 como oidor de la Chancillería vallisoletana, institución en la que tuvo oportunidad de coincidir con Hernando de Vega, pues presidió con admiración general su sala, hasta que pasó a la Corte como miembro del Consejo de Órdenes en 1572. No se sabe si fue entonces o más tarde cuando se le nombró comendador del Corral de Almaguer de la Orden de Santiago, como asegura Salazar y Castro. De cualquier modo, en posesión de su plaza fue enviado a Roma, en 1574, junto al también consejero de Órdenes marqués de las Navas, con el objeto de tratar cuestiones jurisdiccionales que a decir de Roma —que en esto se remitía a los decretos de Trento— Felipe II disfrutaba de forma ilegítima sobre la Iglesia de sus dominios. Tal comisión, en la que también participó el marqués de Alcañices, hizo temer a los enviados hispanos del proceso Carranza, como el doctor Simancas, una prolongación de su larga estancia en Roma, cosa que no llegó a suceder debido a la pronta muerte del marqués de las Navas. Aún a comienzos de 1579, Francisco de Vera continuaba en Roma terciando en los asuntos candentes entre la Sede Apostólica y la embajada española, por ejemplo, la composición y el contenido de los libros de nuevo rezo, al tiempo que recomendaba la concesión de mercedes a los integrantes de la curia cardenalicia a fin de hacerles más receptivos a las peticiones del Monarca hispano.
En abril de 1581 fue nombrado, a instancias de Granvela —que le conocía de sus estancias en Roma—, letrado encargado de la realización de una de las visitas que programaba en Italia, la del reino de Sicilia, a la que Francisco de Vera renunciaría finalmente por considerar imposible cumplir la función que se le encomendaba, misión que sólo se habría de iniciar dos años más tarde por el doctor Gregorio Bravo. A pesar de ello, al poco tiempo de haber regresado a la Corte, los servicios realizados en Roma hicieron que su nombre fuera citado por el propio Rey, el 15 de mayo de 1581, para cubrir la vacante dejada en el Consejo Real por Benito López de Gamboa. Posteriormente, al acceder el conde de Barajas a la presidencia del Consejo, ante la proclividad “castellanista” de Vera y Aragón, le propuso en primer lugar para cubrir la baja del licenciado Árpide, en su primera consulta sobre provisión de oficios de 4 de diciembre de 1582. El flamante presidente justificó su decisión con varias razones, entre las que destacan su condición de decano en el Consejo de Órdenes, que ya había detentado en la Chancillería vallisoletana, sus letras y sus prolongados servicios en otros reinos, que supondrían contar en el Consejo con un oidor del mismo perfil que el que tuviera en su día Andrés Ponce. Pero sin duda, la razón de mayor peso era que con esta promoción había de cesar su salario en el Consejo de Órdenes, en el que sería innecesario nombrar un sustituto, al haber ya en él la composición de comendadores estipulada, es decir, dos de la Orden de Santiago, uno de la de Calatrava y otro de la Orden de Alcántara. La importancia de este argumento queda demostrada por el hecho de que, como alternativa que evidenciaba la prioridad de ahorrar esta quitación superflua, de no contar esta propuesta con el beneplácito del rey, podía ser nombrado para esta plaza Gasca de Salazar, del Consejo de Indias, y ocupar su vacante en este Consejo el propio Vera. En esta disyuntiva permaneció el rey casi un año, hasta que Vera y Aragón fue nombrado finalmente miembro del Consejo Real el 19 de noviembre de 1583. Así, pasó a entender de los pleitos del Consejo y las comisiones que conllevaba su título, como la entrada en Contaduría junto a Juan Gómez en 1585 y la presidencia del Honrado Concejo de la Mesta en 1588. En el curso de la jornada de Aragón de 1585-1586, fue incluido por el comendador mayor Juan de Zúñiga, el presidente Rodrigo Vázquez de Arce y el confesor Chaves en sus respectivas listas de candidatos para la presidencia del Consejo de Órdenes, vacante por la muerte de Íñigo de Cárdenas, que elaboraron en el seno de la junta que constituían. Su hábito pudo haberle favorecido nuevamente, al regreso a Madrid, con ocasión de la propuesta de los presidentes de Castilla, Hacienda e Indias en 1587, de proveer la vacante en la Cámara de Francisco de Villafañe, entre otros en Francisco de Vera, invocando la propia voluntad real de que en este organismo hubiera siempre algún caballero. Sin embargo, no se cumplió esta elección y Vera y Aragón siguió en el Consejo Real hasta 1589.
A partir de entonces le fueron encomendadas una serie de largas embajadas en Italia en las que, junto al alejamiento de la Corte, se valoró su amplia experiencia ante la Santa Sede. Fue mandado como enviado especial a Saboya en 1589 y de 1589 a 1596 fue embajador en Venecia, ciudad a la que volvió de nuevo entre 1600 y 1603. En 1591 fue enviado a Mantua para representar al príncipe Felipe como padrino de la princesa Margarita, ciudad a la que volvería otra vez en 1593. Además de sus funciones como embajador, parece que en la Universidad de Venecia llevó la cátedra de Código y después la de Digesto.
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Alejandro López Álvarez