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Hernando de Vega de Fonseca

Biografía

Vega de Fonseca, Hernando de. Olmedo (Valladolid), ¿1525? – Córdoba, 3.IX.1591. Consejero de Felipe II.

Nacido en el seno de una hidalga familia castellana de cristianos viejos, tras adquirir el título de bachiller en Derecho en la Facultad de Leyes, ingresó en el colegio de San Bartolomé de Salamanca, en donde permaneció entre 1553 y 1559 y obtuvo el grado de licenciado. Al mismo tiempo, ordenado clérigo, ejerció labores de juez metropolitano del arzobispado de Santiago durante los tres últimos años de estancia en la institución docente salmantina. En 1559 fue nombrado inquisidor en el Tribunal de Zaragoza, aunque solamente permaneció en este cargo hasta que, al año siguiente, fue provisto a una plaza de oidor en la Chancillería de Valladolid. Se ocupó en estas labores hasta finales de 1566 y, al mismo tiempo, actuó como consultor del Santo Oficio del tribunal vallisoletano.

Su promoción a la Corte se produjo a finales de 1567, cuando fue nombrado miembro del Consejo de la General y Suprema Inquisición. Este organismo estaba dirigido por el cardenal Diego de Espinosa, a quien le unían fuertes vínculos. Ambos procedían de localidades vecinas y habían estudiado en Salamanca durante su juventud. Así, tras informarse a través de Alonso de Santillán, presidente de la Chancillería, sobre los oidores que tenían mejores cualidades, Espinosa decidió que Hernando de Vega engrosara el grupo de letrados que se consolidó en la Corte con el objetivo de llevar a cabo un proyecto de profundas reformas políticas y administrativas.

Al poco de ser nombrado consejero de Inquisición, Vega recibió el encargo de realizar una inspección o visita a la Chancillería vallisoletana, que tan bien conocía.

Tras la muerte de Espinosa en 1572, la Corte de Felipe II se vio inmersa en intensas luchas por obtener el favor del Rey y dominar las instituciones de gobierno. Junto con la mayor parte de los letrados apadrinados por el difunto cardenal, Vega se alineó en la facción “castellanista”, que había encontrado su cabeza más visible en el secretario Mateo Vázquez de Leca. Por entonces se había insinuado a Felipe II el posible nombramiento de Vega para el Consejo Real, argumentando que era “antiguo en el servicio de Vuestra Majestad”, y que era “de muy buena casta” y destacaba en el Consejo de Inquisición. Pero, en lugar de esta promoción, tanto el nuevo inquisidor general, Gaspar de Quiroga, como el presidente del Consejo Real, Antonio de Pazos, procuraron favorecer su salida de la Suprema y de la Corte, propiciando su nombramiento como presidente de la Chancillería de Valladolid en noviembre de 1578. Vega se resistió a asumir su nuevo destino, a pesar de las reiteradas ocasiones en que ambos personajes solicitaron que se trasladase a él, y con el apoyo de Vázquez de Leca, consiguió permanecer en la Corte. Desde junio de 1578 había actuado como comisario subdelegado de Cruzada, debido a la ausencia del comisario general Pedro Velarde. Por entonces Mateo Vázquez solicitó encarecidamente a Felipe II que se sometiese a una visita al Consejo de Cruzada, haciendo recaer diversas acusaciones sobre Velarde. De esta forma, en la primavera de 1558, Vega, que había recibido una comisión secreta del Rey para iniciar la instrucción, pudo excusarse así de partir a Valladolid.

Unos meses después, a finales de mayo de 1579, por intercesión de Mateo Vázquez Felipe II le ofreció la presidencia del Consejo de Hacienda y, tras aceptar, se le expidió título el 4 de junio. Hasta noviembre continuó practicando diversas diligencias relacionadas con la visita de Cruzada, que después quedó encargada a Sancho Busto de Villegas. Igualmente, continuó asistiendo al Consejo de Inquisición, aunque sus ocupaciones al frente del Consejo de Hacienda terminaron por motivar su ausencia del organismo. Hasta 1584 sirvió la presidencia de Hacienda con tanto denuedo como desasosiego, y en repetidas ocasiones mostró su arrepentimiento por haber aceptado un “oficio que no es de clérigo, que le tengo por peligroso para el alma y poco honrado”, según él mismo afirmaba. No debían resultarle suficiente retribución los 600.000 maravedís asignados, ni el prestigio de ser el primer presidente del Consejo de Hacienda al que se despachaba título como tal.

Al decidir su nombramiento, Felipe II le había encargado que renovara la composición del Consejo y que reforzara sus competencias, y, sin demora, Vega hizo diversas proposiciones al efecto. Recomendó la entrada de nuevos letrados, aconsejó cubrir vacantes en las contadurías, impulsó la mejora de los libros y de la contabilidad, y acentuó el ritmo de las reuniones.

Así pues, bajo su presidencia el Consejo de Hacienda experimentó un considerable reforzamiento de su entidad institucional, tanto en lo concerniente a la búsqueda de recursos como en el despacho de órdenes de pago. Por otra parte, durante la estancia de la Corte de Felipe II en Portugal, Hernando de Vega se empleó para que a finales de 1580 Mateo Vázquez pudiese alzarse con la secretaría del Consejo de Inquisición, vacante tras la muerte de Zurita. Al mismo tiempo, Vega se convirtió en el principal informador del poderoso secretario sobre el despacho de los negocios y las actividades de los personajes que habían permanecido en Madrid.

Después del regreso de la Corte desde Portugal se sucedieron diversos cambios en la composición de los consejos. Durante los primeros meses de 1584 el Consejo de Hacienda fue reduciendo la frecuencia de sus reuniones. Una comisión, denominada “Junta de los cuatro”, formada por Vega, Vázquez de Arce, Chumacero de Sotomayor y fray Diego de Chaves, asumió la dirección de los asuntos financieros. Al fin, el 19 de junio de 1584 Vega fue relevado del Consejo de Hacienda y asumió la presidencia del Consejo de Indias, puesto que llevaba casi cuatro años vacante.

Al mismo tiempo que se ocupaba de estos asuntos, su posición en la Corte adquirió notoria importancia, pues aunque no tuvo título como consejero de la Cámara entre 1586 y 1588, Felipe II le encomendó participar en la realización de provisiones y nombramientos de manera informal, junto a Vázquez de Arce, elaborando listas de candidatos. Estas labores cesaron con la nueva ordenación del Consejo de Cámara en enero de 1588.

En este mismo período, Vega formó parte de las juntas que Felipe II ordenó crear con el fin de mejorar la vigilancia militar de las Indias. A finales de 1586 el Rey había ordenado realizar una visita al Consejo de Indias, y si bien, concluida años después, no parece que se elevaran acusaciones contra Vega, se determinó, no obstante, su sustitución en la presidencia por el propio visitador, Pedro Moya de Contreras.

Quizás su intervención en apoyo del duque de Alba, Antonio Álvarez de Toledo, casado a pesar de la opinión regia con la hija del duque del Infantado, había provocado la pérdida de confianza de Felipe II. Con todo, por entonces, el protagonismo de los letrados antaño apadrinados por Espinosa comenzaba a sufrir una palmaria merma. Su alejamiento de la Corte se materializó en noviembre de 1590, cuando fue presentado al obispado de Córdoba, cargo del que tomó posesión en mayo de 1591. Su estancia al frente de la prelacía fue muy breve, puesto que falleció el 3 de septiembre del mismo año. Se le enterró provisionalmente en la capilla del Sagrario nuevo y, posteriormente, fue trasladado a Olmedo, en mayo de 1608.

 

Fuentes y bibl.: Archivo General de Simancas, Escribanía Mayor de Rentas, Quitaciones de Corte, leg. 15; Instituto de Valencia de Don Juan, envíos 56 y 76.

G. González Dávila, Teatro de las Grandezas de la Villa de Madrid, Madrid, Tomas Junti, 1623, pág. 481; F. Ruiz de Vergara y Álava, Historia del Colegio Viejo de San Bartolomé, vol. I, Madrid, 1766, pág. 369; J. Gómez Bravo, Catálogo de los obispos de Córdoba [...], vol. II, Córdoba, Oficina de Juan Rodríguez, 1778, págs. 541-542; E. Schäfer, El Consejo Real y Supremo de las Indias, Sevilla, Universidad, 1935-1947, 2 vols.; C. J. de Carlos Morales, El Consejo de Hacienda de Castilla. Patronazgo y clientelismo en el gobierno de las finanzas reales, Valladolid, Junta de Castilla y León, 1996; J. Martínez Millán y C. J. de Carlos Morales (dirs.), Felipe II (1527-1598). La configuración de la Monarquía Hispana, Valladolid, Junta de Castilla y León, 1998, págs. 506-507.

 

Carlos Javier de Carlos Morales

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