Soto Salazar, Francisco de. Bonilla de
En 1542, entró como capellán en el Colegio de San Bartolomé de
Al terminar sus estudios, comenzó a servir a un letrado de Valladolid, que le ayudó en su ascenso social. Gracias a la amistad que unía a este letrado con el obispo de Astorga, Diego de Álava, Soto Salazar fue nombrado provisor de dicho episcopado.
Durante los siguientes años, ambas figuras siguieron estrechamente vinculadas, ya que acompañó a Álava en su gobierno en Ávila, donde Soto Salazar recibió una canonjía, y en el posterior obispado de Álava en Córdoba.
Fue allí donde Francisco de Soto Salazar obtuvo el nombramiento como inquisidor del tribunal de la ciudad, a finales de la década de los cincuenta. En 1560, fue destinado a Sevilla con el mismo cargo y, dos años después, en 1562, marchó a Toledo, también como inquisidor del tribunal de la ciudad.
Durante los últimos tiempos del inquisidor general Fernando de Valdés obtuvo un puesto en la administración filipina, como consejero de Inquisición, cargo que le fue concedido el
Asimismo, mantuvo una gran relación con Santa Teresa de Jesús, a quien estimuló para que escribiera el Libro de la vida y levantara el convento de San José en Ávila.
Por otra parte, tras las numerosas quejas elevadas durante las Cortes de Monzón de 1563 en relación a la actuación de
También en 1567, fue enviado a Murcia con motivo de las quejas elevadas a
En el año 1571, Soto Salazar fue nombrado comisario general de Cruzada en sustitución de Bernardo de Fresneda, y, meses antes, había sido elevado al episcopado de Albarracín-Segorbe, siendo el último obispo de la diócesis unida. En el primero de esos oficios dirigió la comisión encargada de regular la impresión y circulación de los libros del Nuevo Rezado.
Sirvió en todos los cargos hasta el
Sin embargo, la pérdida de los oficios cercanos a la política no significó su aislamiento de las labores de la administración, ya que en 1577 fue enviado a Extremadura con el objetivo de acabar con un brote de alumbrados que tuvo lugar en la zona. Durante su labor contra el alumbradismo, le sorprendió la muerte en Llerena en los últimos días del mes de enero de 1578. Soto Salazar fue enterrado en una capilla que había ordenado construir en el convento de Santo Tomás de Ávila.
Fuentes y bibl.: Archivo General de Simancas, PTR, leg,62, doc.114 - 223Va.
G. González de Ávila, Historia de las antigüedades de la ciudad de Salamanca: vidas de sus obispos y cosas sucedidas en su tiempo, Madrid, Imprenta Artus Taberniel, 1606; F. Ruiz de Vergara y Álava, Historia del Colegio Viejo de San Bartolomé, vol. I, Madrid, Andrés Ortega, 1766; V. Beltrán de Heredia, Cartulario de
Paris González-Albo Manglano