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Giovan Francesco de Ponte

Biografía

Ponte, Giovan Francesco de. Marqués de Morcone (I), en el Reino de Nápoles. Maiori (Italia), 1541 – Nápoles (Italia), 26.VI.1616. Jurista napolitano que prestó sus servicios a Felipe II y Felipe III.

Hijo de Giovanni Antonio de Ponte y Costanza Lanario, su padre era caballero, abogado, miembro de la pequeña nobleza napolitana. Según él mismo narró en diversos momentos, en su casa eran constantes las visitas de gente principal, las doctas conversaciones, conciertos, bailes y reuniones de la alta sociedad napolitana, un mundo para el que él y sus hermanos fueron educados. Así, además de la formación propia de un jurista recibió la de un noble, añadiendo a las letras, la equitación, la esgrima, la danza y la música (al utilizar el término “suonare” cabe pensar que adquirió destreza para tañer instrumentos). Su familia pertenecía a la magistratura del Reino, abogados, fiscales y jueces, formaban el parentado tanto por parte de padre como de madre, su tío carnal era Pietro Antonio Lanario, un gran jurista que fue regente del Consejo de Italia, un sobrino de su padre era Tommasso Mastrillo que fuera presidente de la Sommaria. De Ponte comenzó su carrera al servicio del duque de Amalfi, señor de su lugar de nacimiento (Maiori) quien favoreció en 1576 la reclamación ante el Sacro Regio Consiglio para reivindicar la prosapia de la familia De Ponte y obtener el reconocimiento de su pertenencia a la nobleza titulada. Su prestigio como letrado y el respaldo que obtuvo al contraer matrimonio con una dama de la familia Sanseverino, le permitió acceder a la protección de personajes encumbrados más allá del Reino, en la Corte del rey de España, como Margarita de Parma, que en 1583 intercedió para que el cardenal Granvela —por entonces presidente del Consejo de Italia— favoreciese sus asuntos y cuidase de que fuera premiado con algún oficio de relieve.

Así en 1587 De Ponte realizó una curiosa campaña para ser promocionado en el servicio real, pero incumpliendo una norma que hasta entonces se había mantenido inalterable, como era la de que los magistrados debían renunciar a su actividad particular, abandonando el ejercicio de la abogacía al entrar al servicio del Rey. Llegó a escribir a Felipe II, manifestando que quería servirle pero que se lo impedía el misérrimo sueldo de 600 ducados anuales de salario que tenía un juez, cuando él como abogado ganaba entre 8 y 10.000. En el Consejo de Italia, el regente Cadena abogó a favor suyo, y le aconsejó que no insistiera en amenazar con renunciar al oficio utilizando el argumento del salario porque todo el mundo sabía que un juez tenía otros caminos para mantener ese nivel de ingresos o incluso más. Finalmente, el 26 de febrero de 1589 fue nombrado presidente letrado de la Cámara de la Sumaria, cargo en el que permaneció hasta que fue nombrado regente del Consejo de Italia el 26 de mayo de 1594, tomando posesión del mismo el 19 de noviembre de dicho año. Permaneció pocos meses en la Corte, dado que el puesto en Madrid Da Ponte lo percibió como una excelente oportunidad para relacionarse al más alto nivel del poder de la Monarquía, un paso necesario para regresar integrado en la cumbre del poder en su patria. Muy pronto fue reclamado por el virrey, que presionó para que fuera nombrado regente del Consejo Collateral, lo cual se hizo efectivo por nombramiento firmado por el Rey el 6 de mayo de 1595 (al poco de fallecer Aníbal Moles) tomando posesión el día 2 del mes siguiente, lo que parece indicar que ya había abandonado la Corte con antelación, apenas supo que era el candidato a ocupar la plaza vacante o a punto de vacar en el alto tribunal napolitano.

El año de 1595 contempló su meteórico encumbramiento, reforzado con la publicación de una de sus obras jurídicas más importantes, Consiliorum seu iuris responsorum (Venecia, 1595). También por entonces comenzó a ser cuestionado articulándose una fuerte oposición a su poder en el ambiente jurídico del Reino, pues, si bien era indiscutible su prestigio como jurista, su trato personal era difícil, tenía fama de ser poco honesto y su moral no gozaba de la intachable reputación que se presume en un magistrado.

Una vez que regresó a su tierra, gozando del apoyo del virrey conde de Miranda (y luego de su sustituto, el conde de Olivares), sus amigos de la Corte de Madrid y los letrados del Consejo de Italia, obtuvo honores y riquezas tan desusadas que provocaron no poco escándalo. El 26 de enero de 1596 recibió el real asenso de la compra del feudo de Coffiano y la tierra de Morcone (provincia de Molisse en Nápoles) con extinción del título de conde, a Antonio Caraffa, marqués de Corato. Al día siguiente, recibió a su favor el título de conde de Morcone, y ese mismo año, el 8 de junio, recibió amplísimas gracias y concesiones de la Corona sobre la tierra y condado de Morcone.

Su buena estrella, sin embargo, se vio oscurecida por efecto de las numerosas denuncias recibidas en Madrid que forzaron la revisión de los títulos y rentas que se le habían concedido, de modo que, el 25 agosto de 1597, se le anuló el título de conde, aunque se le mantuvo el de señor de Morcone. Finalmente, quedó reconocido como marqués de aquel lugar y logró remontar el declive bajo el amparo del nuevo monarca, Felipe III, gracias a que el conde de Miranda fue ascendido a la presidencia del Consejo de Italia, pues era uno de los hombres de confianza del duque de Lerma.

Fue por entonces cuando pensó en consolidar la integración de su linaje en la alta nobleza casando a su único hijo, Orazio, con Vittoria de Capua, uno de los solares más acrisolados del Reino y de los más ricos.

Por entonces ya circulaba el rumor de que el letrado buscaba “matrimoni dove si sia denaro o statu per dote”, y la hija del marqués de Guglionise cumplía los requisitos. Sin embargo, el parentado y la novia elegida rechazaron enérgicamente la proposición; tanto es así que Vittoria de Capua decidió ingresar en un convento, “dicendo non voler un villano per marito”, según señalaba un cronista local en abril de 1600. Pero De Ponte era un hombre con recursos y no tardó en sacarse la espina a los pocos meses, firmándose las capitulaciones matrimoniales que —con fecha de 26 de octubre de 1600— sellaban el matrimonio de Orazio con Caterina de’Medici, hija del barón de Octaviano, quien, por acceder a tal casamiento se vio elevado por Felipe III al rango de príncipe.

En 1604 su familia entró en el Seggio de Portanova, integrándose de pleno derecho en el círculo más exclusivo de la nobleza napolitana. Visto por la nobleza di seggio como un parvenu y creciendo la hostilidad de sus compañeros de la magistratura, donde pretendió poner en marcha un ambicioso plan contra la corrupción, cayó nuevamente en desgracia. Su impopularidad se vio acrecentada al favorecer la jurisdicción de la Iglesia y la condena a la obra de Camilo de Curtis y su defensa del regalismo, irritando al conde de Benavente y provocando la inquietud en la junta de jurisdicciones convocada el 26 de abril de 1606.

Soberbio y colérico, atento sólo a obtener riquezas y prestigio, De Ponte sólo cosechó una profunda hostilidad en un sector muy importante de la nobleza y la magistratura muy atento a aprovechar cualquier cambio que se operase en la Corte para cargar contra él. El anuncio en 1606 de que se había nombrado un visitador para el Reino, Beltrán de Guevara, fue la oportunidad que esperaban. Pero De Ponte cambió radicalmente de actitud, asombrando a amigos y enemigos.

Escribió en octubre de ese año anunciando al cardenal Doria que en adelante iba a defender la jurisdicción real e incluso que había comenzado a escribir un tratado que confirmaba las tesis de De Curtis, pero era tan ambiguo que ahora nadie sabía para quién escribía el letrado, si a favor del Rey o del Papa.

Asimismo viajó a Roma, no se sabía con qué intención, aunque se sospechaba que pretendía encontrarse allí con Beltrán de Guevara y evitar ser visitado a cambio de servir a la Corona.

Intrigante oportunista “mostro di trame” son los epítetos con que unos y otros le califican. Cuando el visitador arribó a Nápoles en 1607 recibió una avalancha de denuncias y testimonios que comprometían la honorabilidad de Giovan Francesco. Al arreciar las denuncias y conocerse la gran cantidad de cargos acumulados en su contra (se demostró fehacientemente que había aceptado sobornos masivos, destacando los 3000 ducados que le pagó la princesa Costanza Piccolomini para sentenciar a su favor, los 10.000 que desembolsó el príncipe de Bisignano y abundantes “donaciones” en dinero y especie de Nicolò Sanseverino), De Ponte negoció un arreglo para evitar la deshonra pública, en 1610 aceptó las condiciones impuestas por el visitador que, entre otras cosas, le obligó a reintegrar a la Corona su sueldo como regente. Perdido su poder, arruinado y perseguido, desconfiando de que el acuerdo alcanzado le liberase de futuras persecuciones, aprovechó el fallecimiento de su segunda esposa en 1613 (de la que llevaba tiempo separado y de la que no consiguió obtener la nulidad matrimonial) para entrar en la Congregación de Clérigos Regulares y eludir así la acción de la justicia real. En 1613 fue ordenado sacerdote y en 1614 ingresó en la Orden de los teatinos de los Santos Apóstoles. Parece claro que fue una decisión debida a la caída en desgracia y que prevaleció un sentido eminentemente oportunista en la operación, pues ingresó con su biblioteca personal y su pinacoteca privada, obligando a hacer reformas en el convento para hacer hueco a sus enseres.

En estos años de indudable amargura, publicó algunas de sus obras más importantes, De potestate proregis, Collateralis Consilii et regni regimine tractatus (Nápoles, 1611), Decisionum supremi Italiae Consilii (Nápoles, 1612) y el segundo volumen de su Consiliorum que, publicado esta vez en Nápoles el año 1614, contenía una lúcida reflexión sobre la naturaleza y el carácter de las visitas, que no es posible sustraer de su propia experiencia biográfica y que representa un firme alegato público en su defensa, donde llegó a poner en cuestión la legitimidad jurídica de este procedimiento.

Falleció en el convento, a los setenta y cinco años, el 26 de junio de 1616.

 

Obras de ~: Consiliorum seu iuris responsorum, Venecia, 1595; De potestate proregis, Collateralis Consilii et regni regimine tractatus, Nápoles, 1611; Decisionum supremi Italiae Consilii, Nápoles, 1612.

 

Fuentes y bibl.: Archivo General de Simancas, Secretarías Provinciales, Nombramiento en la Summaria, lib. 148, 213; Consejo de Italia, nombramiento, lib. 634, 117v. (juramento); lib. 154, 169v. (sobre el feudo de Morcone); lib. 154, 226 y 240, y lib. 157, 51v. (cargos presentados en la Visita); VI, leg. 84, 12 y leg. 378, 6; Archivo Histórico Nacional, Estado, leg. 1997.

P. L. Rovito, Respublica dei togati. Giuristi e società nella Napoli del seicento, Napoli, Jovene Editore, 1981, I, 30-31; R. Mantelli, Il pubblico impiego nell’economia del Regno di Napoli: Retribuzioni, reclutamento e ricambio sociali nell’epoca spagnuola (sec. xvi-xvii), Napoli, Istituto Italiano per gli Studi Filosofici, 1986, 290 n. 185; S. Zotta, Giovan Francesco de Ponte: Il giurista politico, Napoli, Jovene Editore, 1987; M. Rivero, Felipe II y el gobierno de Italia, Madrid, Sociedad Estatal para la Conmemoración de los Centenarios de Carlos V y Felipe II, 1998.

 

Manuel Rivero Rodríguez

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