Guzmán, Pedro de. Conde de Olivares (I). Sevilla, 1503 – Madrid, 14.VII.1569. Cortesano, contador mayor de cuentas de Felipe II.
Nacido en una familia que había tenido activa participación en la conquista de Andalucía y que había recibido importantes señoríos y títulos nobiliarios, era el cuarto hijo varón del III duque de Medina Sidonia, Juan de Guzmán, y el tercero de su segunda esposa, Leonor de Zúñiga. En su condición de segundón, durante años pleiteó infructuosamente con sus hermanos mayores por la sucesión en el Ducado de Medina Sidonia. Sin conseguir sus propósitos de heredar el título y la riqueza de la casa ducal, para crear su propio patrimonio Pedro de Guzmán no tuvo más opción que medrar en el servicio real tomando el destino de las armas. Participó así en las actividades políticas y militares de la Monarquía, y tras colaborar en el sofocamiento de la revuelta comunera de 1520- 1521 en Sevilla y Toledo, se integró en el séquito del Emperador, a quien acompañó en sus viajes por Alemania, Italia y Flandes con el cargo de gentilhombre de boca de la casa de Borgoña. En 1535 llegó a un acuerdo con su hermanastro mayor, por el que este le concedía la villa de Olivares y, en premio a sus servicios, el Emperador le otorgó el título de conde el 12 de octubre, al regreso de la victoriosa campaña de Túnez. Pedro Guzmán no tardó en formalizar mayorazgo con sus bienes, pese a encontrarse aún soltero, y continuó dando pasos en el camino del acrecentamiento de su patrimonio. Entre 1538 y 1540 adquirió las villas y alcabalas de Heliche, Castilleja de Alcántara y Castilleja de la Cuesta. En 1539 contrajo matrimonio con Francisca de Ribera Niño, viuda del conde de Fuensalida, que aportó una dote de 14.000 de maravedís. Francisca de Ribera no sólo pertenecía a una familia que poseía una tradición en la administración real y una fortuna nada desdeñable, pues también era hija de un secretario aragonés con notorio origen converso, Lope de Conchillos. Fruto del matrimonio fueron tres varones y dos mujeres, que también sirvieron a la Monarquía y que se emparentaron con ramas nobiliarias (Ana Félix, casada con el marqués de Camarasa, Pedro de Guzmán, gentilhombre de Felipe II y el heredero, y Enrique, el II conde, que desempeñó numerosos cargos públicos). Durante toda su vida Pedro de Guzmán procuró acrecentar su estado señorial con adquisiciones en tierras situadas en la provincia de Sevilla, como demostraría el mayorazgo que refundó en 1563, la villa de Olivares, con sus derechos y rentas señoriales y su producto agrícola, censos y rentas de las villas de Castilleja de la Cuesta, Castilleja de Guzmán y Heliche, y la heredad de Miraflores en las afueras de Sevilla, donde también tenía casas y huertos. Rentaban 60.000 ducados al año, y además contaba con rentas y censos en Sevilla, y juros que proporcionaban 4.000 ducados anuales.
Durante su vida Pedro de Guzmán actuó en importantes puestos cortesanos. Fue mayordomo en la casa de Borgoña del príncipe Felipe, instituida en 1548 y, desde 1556, permaneció en dicho cargo. El I conde de Olivares disfrutó asimismo de diversas dignidades en la Orden de Calatrava y del cargo de alcaide de los alcázares y atarazanas de Sevilla desde junio de 1552. Alcanzó su principal puesto en la Administración el 5 de julio de 1559 al recibir nombramiento de contador mayor de cuentas. Con esta designación Felipe II respetaba la tradición de situar en la cúspide de la institución a un personaje procedente de la nobleza, con el fin de que disfrutara de los derechos y salarios del oficio (275.000 maravedís de quitación y diversos aranceles y ayudas de costa), ya que eran los tenientes quienes llevaban a cabo los asuntos de la Contaduría. Pedro de Guzmán pretendió, sin embargo, influir e intervenir en el despacho de los negocios, y por ello tuvo fuertes conflictos con el teniente Antonio de Eguino. Durante la década de 1560 el conde de Olivares permaneció en su mansión de la Corte madrileña, ocupando en la casa de Felipe II el oficio de mayordomo. Falleció el 14 de julio de 1569. Sus restos, tras reposar en el monasterio de San Isidoro del Campo, extramuros de Sevilla, fueron trasladados por su hijo Enrique al panteón familiar en Olivares.
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Carlos Javier de Carlos Morales