Lejalde Llanos, Simón de. Belandía (Vizcaya), 27.XI.1725 – Santo Domingo de Silos (Burgos), 29.III.1804. Monje benedictino (OSB) y maestro de obras.
El padre de Simón de Lejalde, de nombre Miguel, era un labrador oriundo del pueblo vizcaíno de Lendoño de Abajo, avecindado en Belandía, pueblo de Francisca de Llanos, su mujer. Nada se sabe de los primeros años de Simón, quien aprendería el oficio de cantero en alguno de los muchos talleres de vizcaínos que, durante el verano, recorrían toda Castilla ofreciendo sus servicios. En 1752 y 1753 estaba trabajando en las obras de la nueva iglesia del monasterio de Santo Domingo de Silos (Burgos). Manifestó entonces sus deseos de hacerse monje benedictino, pero antes, quizás animado por los monjes, se decidió a marchar a Madrid a estudiar Arquitectura en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, donde fue admitido el 6 de junio de 1754. Estuvo allí sólo año y medio, pero el mismo Ventura Rodríguez, arquitecto responsable del proyecto de la nueva iglesia silense, certificó su aprovechamiento y aplicación, suficientes para incorporarse a la comunidad de Silos, donde habría de prestar sus servicios en la obra comenzada.
El 20 de julio de 1755 recibió el hábito de lego de manos del abad fray Domingo de Ibarreta; transcurrido el tiempo de noviciado, profesó el 8 de enero de 1757. Sin embargo, su profesión monástica coincidió con un parón casi total de la edificación de la nueva iglesia por falta de dinero. Las obras cobraron nuevo impulso en 1765 con el nombramiento por tercera vez del padre Baltasar Díaz como abad de Silos, ya que fue él quien había comenzado la construcción y deseaba llevarla a término. En esta nueva fase, fray Simón de Lejalde tomó la dirección de la fábrica, que se hallaba a la mitad de su conclusión. Hombre de genio vivo, se enfrentó con su abad y comunidad al negarse a efectuar el traslado de la torre del sitio proyectado a un nuevo emplazamiento, lo que motivó su destitución y el envío al priorato de San Frutos del Duratón (Segovia), adonde marchó en abril de 1768. En este apartado lugar, fray Simón realizó varios planos y dibujos de las dependencias del monasterio y de sus propiedades.
Los errores de su sucesor en la dirección de la fábrica obligaron al abad de Silos a llamar de nuevo a Lejalde tras un año de destierro. El monje lego se salió con la suya y logró que no se modificara el emplazamiento de la torre, pero tuvo que emplearse a fondo en la reparación de los defectos que halló en la parte de obra llevada a cabo durante su ausencia. Sin embargo, la falta de dinero obligó de nuevo a un parón en las obras en 1773, que se prolongó hasta 1786.
Fray Simón de Lejalde no permaneció inactivo. Es de suponer que dirigiera todas las pequeñas obras necesarias para el mantenimiento de su monasterio, pero en estos años realizó además dos trabajos de envergadura fuera de él. El 21 de octubre de 1779, cuando ya se dice de él que era conocido como maestro de obras bien acreditado en el Arzobispado de Burgos y en el Obispado de Osma, colocó la primera piedra del templo de Santibáñez del Val (Burgos), parroquia dependiente de la abadía silense, cuya construcción, también por motivos económicos, se prolongó hasta 1797. El resultado fue una sencilla construcción de gusto neoclásico, de ámbito único y planta de cruz latina, donde fácilmente se observa la influencia de la formación academicista de Lejalde. En cambio, en 1785 reedificó la ermita de San Esteban de Retuerta (Burgos), ajustándose a moldes mucho más barrocos, aunque el proyecto había obtenido el visto bueno de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.
En mayo de 1786 se reiniciaron las obras de la iglesia abacial de Silos, con la firme intención de no abandonarlas hasta su conclusión. Nuevamente estuvo fray Simón al frente de las mismas, aunque su testarudez provocó un incidente con las autoridades civiles de la villa, al desmontar un banco de piedra en el camino real para facilitar el paso de las carretas sin contar con los preceptivos permisos. El abad decidió entonces asumir las responsabilidades, pero sin tomar ninguna medida concreta contra Lejalde, cuya profesionalidad le era tan necesaria en esos momentos. En septiembre de 1790 tenía ya acabada la hermosa torre de las campanas, pero al mes siguiente, cuando ya sólo quedaba cerrar las bóvedas para concluir la obra, fue de nuevo desterrado al priorato de San Frutos del Duratón; otra vez el mal carácter del vizcaíno parece ser la causa de su alejamiento.
Por fin el 8 de septiembre de 1792 se llevó a cabo la solemne bendición del nuevo templo, acto al que estuvo presente fray Simón, venido expresamente de San Frutos, donde aún residía. Ese mismo año dirigió obra, cuyo alcance se ignora, en el monasterio de San Salvador de Oña (Burgos). No se sabe cuándo volvió a su monasterio de profesión, donde ya estaba en 1803. El 29 de marzo de 1804, a los setenta y ocho años de edad, murió en Silos, siendo enterrado en la iglesia que con toda propiedad puede llamarse obra suya.
Bibl.: C. J. Palacios Palomar, “La iglesia de Santibáñez del Val, obra del monje de Silos Simón de Lejalde”, en Boletín de la Institución Fernán González, LXXVI (1997), págs. 151-169; Patrimonio artístico y actividad arquitectónica del monasterio de Santo Domingo de Silos, Burgos-Santo Domingo de Silos, Abadía Benedictina de Silos, 2001 (Stvdia Silensia, series maior, IV), págs. 207-250.
Miguel C. Vivancos Gómez, OSB