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Manuel Prado Mariño

Biografía

Prado Mariño, Manuel. Santiago de Compostela (La Coruña), 1772 – 1822. Escultor.

Son dispares las fechas hipotéticas de nacimiento de Manuel de Prado que los diversos autores han dado.

Así, Couselo Bouzas dio una fecha equivocada. Por su parte, el profesor Otero Túñez la sitúa entre 1773 y 1774. Recientemente, Fernando Pérez, basándose en una partida de bautismo, la fija en 1772.

Tampoco se ponen de acuerdo los historiadores al hablar de sus antecesores, puesto que mientras que unos afirman, basándose en libros de matrimonios y bautizos, que su abuelo fue el gran escultor Andrés Ignacio Mariño, Bouza Brey dice que lo fue otro no menos importante tallista, Mateo de Prado. Lo que es indudable es que era hermano del arquitecto Melchor de Prado.

Continuando con la familia de Manuel de Prado, parece ser que, tal y como sugirió Murguía, su padre Andrés de Prado fue maestro de arquitectura y escultura.

Cabe pensar, por tanto, que fue en el taller paterno donde se empezaron a formar Manuel y su hermano Melchor, para pasar después a la Escuela de Dibujo de la Sociedad Económica, donde parece que ganó sus primeros premios, lo que indica que era alumno aventajado, aunque según consta en la documentación, en un primer momento, aprendía los entresijos de este arte de la escultura de su hermano Melchor, quien destacó en ella, hasta que en 1792 el arzobispo Malvar lo envió a Madrid a sus expensas para que se formase en la Academia como arquitecto, disciplina en la que alcanzaría cotas de calidad y prestigio elevadas. En cualquier caso, ambos hermanos compartieron conocimientos, puesto que Manuel afirmaba, en su currículum, que estudió con su hermano los rudimentos de la Arquitectura, lo cual lo habilitaba no sólo para tallar esculturas sino también para diseñar los retablos, aunque recurría a su hermano cuando se trataba de obras de cierta envergadura. Precisamente, fue su hermano Melchor quien le proporcionó su primera obra de escultura, en 1791, cuando le encomendó las imágenes para los retablos de la Dolorosa y Ánimas de San Mamed de Carnota (La Coruña). Con apenas veinte años, hizo una Dolorosa, un Ecce Homo, cuatro adoradores y un Calvario.

En cuanto al resto de su producción artística, aparece detallada por él mismo en el currículo que envió a la Academia de San Fernando con el objetivo de ser nombrado director de la Escuela de Dibujo de la Real Sociedad Económica de Santiago. Este currículo fue recogido y publicado por el profesor Otero Túñez.

Así, justo después de la primera obra ya citada, se encargó de las esculturas de tres altares para la capilla de Salcedo en Pontevedra. En 1794 aparece también trabajando en un retablo de Santa María de los Ángeles que había contratado su suegro Ramón Pérez Monroy, para el cual talló una Asunción, un san José, un san Roque, un niño Jesús y un relieve de la Santísima Trinidad. Antes de que terminase este siglo XVIII,, aún se encargó de las esculturas de un altar lateral del Monasterio de Sobrado de los Monjes (La Coruña), y de una de sus obras más importantes, la Inmaculada Concepción del altar mayor de la Catedral de Santiago, obra de pequeño tamaño pero gran calidad, que fue rematada en plata por Francisco Pecul.

Recién estrenado el nuevo siglo, en 1803 contrató la que sería su obra más importante tanto en dimensiones como en importancia, y no la concluyó hasta 1814. Se trata de los relieves sobre el ciclo de la Pasión de Cristo para la capilla de Ánimas de Santiago. De gran formato, rodean la iglesia, alojándose bajo arcos de medio punto. Los realizó en estuco veneciano, con gran detenimiento en describir pormenorizadamente cada uno de los pasajes que representan, sin escatimar en multiplicación de figuras de gran expresividad, ni en una minuciosa localización tanto en las escenas en la naturaleza como en los interiores, aunque no siempre logra una eficaz representación de la perspectiva. Los pasajes son los siguientes: el huerto; el prendimiento, la presentación ante Anás y la “Noche Terrible”; Ecce Homo; camino del Calvario; erección de la cruz; Cristo crucificado (éste ocupa todo el fondo de la capilla mayor, por lo que es de mayor tamaño que los otros; en él, el Crucificado, la Virgen y san Juan son obra anterior, en madera, de Juan Pernas. Parece que, en la solución de algunos problemas arquitectónicos de este relieve mayor, colaboró con él su hermano Melchor). Continúa la narración con el descendimiento; Cristo muerto en brazos de su madre; la deposición en el sepulcro; y, por último, la Resurrección.

También en Santiago, y en estos primeros años del siglo xviii, hizo trabajos para varias iglesias. Así, para la parroquial de Santa María del Camino talló una Inmaculada, la Virgen de la Aurora, y el Cristo para una cruz parroquial. Para San Miguel dos Agros hizo el paso procesional del Santo Encuentro, formado por un Cristo camino del Calvario, el Cireneo, la Verónica y san Juan. Según Couselo, en esta misma parroquia realizó el Nazareno y los relieves laterales de su altar.

En la iglesia de San Agustín diseñó el tabernáculo con toda su escultura, en orden dórico, del mismo tipo del que realizó también para el Convento de la Enseñanza de la misma ciudad en 1818. Dórico es también el orden que eligió para el monumento de Jueves Santo que le encargaron en 1814 para Santa María la Real de Sar.

En 1818, sin salir de Santiago, para la iglesia de San Benito del Campo hizo la Virgen de la Piedad y su altar, con toda la escultura que contiene, otro altar para la Trinidad, y diseñó los dos altares de la Virgen de Belén y el Cristo de la Luz, el cual, además, restauró.

Se encargó también del diseño de los púlpitos, cuyas bases se pueden transformar en confesonarios.

Couselo le atribuye también en esta misma iglesia una santa Apolonia.

Otras obras de Manuel de Prado en Santiago son dos imágenes procesionales de la Virgen de las Nieves y de la Piedad; un san Pedro Nolasco y una Virgen de las Mercedes para el altar mayor de Conjo. También un altar lateral para la llamada capilla de los Mariños de la iglesia de Santa Salomé.

También trabajó en iglesias rurales cerca de Santiago.

Así, en San Martín de Laraño diseñó el altar mayor y se encargó de toda la escultura. En Santa Cruz de Montaos, talló tres figuras.

Sin alejarse mucho de Santiago, en Padrón, en su iglesia de Santiago hizo un altar lateral con sus esculturas, y cerca de esta localidad coruñesa, en Lestrove, para el palacio que allí tenían los arzobispos compostelanos, hizo una Virgen de los Afligidos, calificada como “colosal” en su currículo, y para los altares laterales talló unos bajorrelieves. En la misma zona, dos altares laterales con su escultura para Santa María de Iria Flavia.

También hay obras suyas en la propia ciudad de La Coruña, donde hizo una Virgen de los Dolores para la iglesia de Santo Domingo, y el tabernáculo y dos altares laterales para la de San Nicolás. En Betanzos, en 1818, esculpió dos imágenes de vestir, un santo Domingo y un santo Tomás.

En la provincia de Pontevedra, en su capital, hizo el altar mayor, con toda su escultura, para el santuario de la Peregrina. En otras localidades de esta provincia realizó el altar de la capilla del conde de Taboada (Des, Lalín); una Divina Pastora y un san Antonio de Padua en la casa del conde de Priegue (Vigo); y los coronamientos de escultura para dos altares y una santa Teresa en Tuy; en Lugo algunos retablos de la Catedral; en la provincia de Orense se encargó del altar mayor de Santiago de Villamaría y de su monumento, así como de la Virgen del Portal y la del Rosario del Convento de Santo Domingo de Ribadavia.

Más sorprendente resulta la intervención de Manuel de Prado en obras más allá de los límites de Galicia.

Nuevamente, su currículum da el dato: en Astorga, hizo un santo Domingo y un santo Tomás; un san Antonio y un Cristo para la Maragatería, un san Rafael para Ávila, y una imagen para los padres agustinos de Ponferrada.

Se trata de un autor que, a pesar de no haber vivido demasiados años, dejó una importante producción artística, aunque hay que decir que de desigual calidad.

En ella predomina la inspiración en artistas compostelanos de mediados del siglo XVIII y, sobre todo, una gran influencia del gran maestro del neoclásico gallego, Ferreiro. También fue esencial en Manuel de Prado la aparición del historicismo que le llevó a una predilección por modelos barrocos, lo que unas veces dio como resultado unos rostros de gran expresividad que casi anticipan el futuro romanticismo y, en los rostros femeninos, un gran idealismo y espiritualidad, fruto de la utilización de recetas clásicas.

Todo esto le hizo merecedor de un puesto destacado entre las figuras de la imaginería neoclásica española, y formó parte de la segunda generación de escultores neoclásicos.

Murió en Santiago en 1822.

 

Obras de ~: Imágenes para los retablos de la Dolorosa y Ánimas, San Mamed de Carnota (La Coruña), 1791; Asunción, un san José, un san Roque, un niño Jesús y un relieve de la Santísima Trinidad, Santa María de los Ángeles, 1794; Relieves del ciclo de la Pasión de Cristo, Iglesia de las Ánimas de Santiago, 1803; Monumento de Jueves Santo, Santa María la Real de Sar (Santiago de Compostela), 1814; Tabernáculo, Convento de La Enseñanza (Santiago de Compostela), 1818; Santo Domingo y santo Tomás, Betanzos, 1818; Virgen de la Piedad y su altar, altar de la Trinidad, diseño de los altares de la Virgen de Belén y el Cristo de la Luz, diseño de los púlpitos y santa Apolonia, San Benito del Campo (Santiago de Compostela), 1818; Esculturas de tres altares para la capilla de Salcedo, Pontevedra, s. f.; Esculturas de un altar lateral del monasterio de Sobrado de los Monjes (La Coruña), s. f.; Inmaculada Concepción del altar mayor de la Catedral de Santiago, s. f.; Inmaculada, la Virgen de la Aurora, y Cristo, Santa María del Camino (Santiago de Compostela), s. f.; Paso procesional del Santo Encuentro, Nazareno y relieves de su altar, San Miguel dos Agros (Santiago de Compostela), s. f.; Tabernáculo, San Agustín (Santiago de Compostela), s. f.; San Pedro Nolasco y Virgen de las Mercedes, altar mayor de Conjo (Santiago de Compostela), s. f.; Altar de la capilla de los Mariños, Santa Salomé (Santiago de Compostela), s. f.; Virgen de las Nieves y de la Piedad procesionales, Santiago de Compostela, s. f.; Altar mayor y escultura, San Martín de Laraño (Santiago de Compostela), s. f.; Tres figuras, Santa Cruz de Montaos (La Coruña), s. f.; Altar lateral, Santiago de Padrón (La Coruña), s. f.; Virgen de los Afligidos, Palacio Arzobispal de Lestrove (La Coruña), s. f.; Dos altares laterales con su escultura, Santa María de Iria Flavia (La Coruña), s. f.; Virgen de los Dolores, Iglesia de Santo Domingo de La Coruña, s. f.; Tabernáculo y dos altares laterales, San Nicolás de La Coruña, s. f.; Altar mayor y escultura, Santuario de La Peregrina (Pontevedra), s. f.; Altar de la capilla del conde de Taboada, Lalín (Pontevedra), s. f.; Divina Pastora y un san Antonio de Padua, Casa del conde de Priegue (Vigo), s. f.; Santa Teresa y coronamientos de escultura para dos altares, Tuy (Pontevedra), s. f.; Retablos de la Catedral de Lugo, s. f.; Altar mayor y monumento de Santiago de Villamaría, Orense, s. f.; Virgen del Portal y Virgen del Rosario, Ribadavia (Orense), s. f.; Santo Domingo y Santo Tomás, Astorga, s. f.; San Antonio y Cristo, Maragatería, s. f.; Imagen para los Padres Agustinos, Ponferrada, s. f.; San Rafael, Ávila, s. f.

 

Bibl.: M. M. Murguía, El arte en Santiago durante el siglo XVIII y noticia de los artistas que florecieron en dicha ciudad y centuria, Madrid, Est. Tipográfico de Ricardo Fé, 1885; J. Couselo Bouzas, Galicia artística en el siglo xviii y primer tercio del XIX, Santiago de Compostela, Imprenta, Librería y Encuadernación del Seminario, 1932; R. Otero Túñez, “Melchor de Prado y la Academia de San Fernando”, en Cuadernos de Estudios Gallegos, XXIV, Santiago de Compostela, Instituto de Estudios Gallegos Padre Sarmiento, 1969; “El currículo del escultor Manuel de Prado”, en VV. AA., Homenaje al profesor Hernández Díaz, vol. I, Sevilla, Universidad, 1982; “Manuel de Prado y el retablo de Villamaría”, en VV. AA., En torno al arte auriense. Homenaje a D. José González Paz, Orense, Diputación Provincial, 1990; J. M. López Vázquez, “Arte Contemporáneo”, en Galicia Arte, La Coruña, Hércules Edicións, 1993; R. Otero Túñez, “Santa María del Camino”, en VV. AA., II Semana Mariana en Compostela, Santiago de Compostela, Cofradía Numeraria del Rosario de Santiago, 1996; F. Pérez Rodríguez, “Datos para las biografías de los hermanos Manuel y Melchor de Prado y Mariño”, en Compostellanum (Archidiócesis de Santiago de Compostela), 42 (1997); F. Singul, Santa María del Camino, Ánimas y San Benito del Campo. Al final del Camino de Santiago, Santiago de Compostela, Xunta de Galicia, 2000.

 

Salvador Yzquierdo Salvador