Álvares Pereira, Num. ?, p. m. s. xvi – Madrid, 21.IV.1586. Diplomático y secretario real.
Num Álvares Pereira inició una larga carrera en la administración portuguesa sirviendo a Juan III en el norte de África. Además, gracias a la intermediación de su tío, fray Diego de Murça, que fue rector de la Universidad de Coimbra y ayo del infante Duarte, entró en el real servicio de este hijo del monarca portugués.
Se casó con Isabel de Mariz, hija de Lope de Mariz y de Ana de Macedo. De este matrimonio nacieron Pedro Álvares Pereira, quien continuó sus pasos como secretario, Luis Álvares Pereira, que alcanzó el grado de fidalgo caballero de la Casa Real de Sebastián, María Pereira, que se casó con Diogo Botelho, llamado el Botelhino (nombrado gobernador de Brasil), y fray Francisco Pereira, de la Orden de San Agustín, que fue obispo de Miranda y de Lamego.
Al fallecer el joven infante Duarte entró al servicio de su hermano, el cardenal‑infante Enrique, sirviéndole en la capilla. Años después, el rey Sebastián comenzó a servirse de su persona para tratar de materias hacendísticas y diplomáticas. Fue embajador extraordinario en Flandes, Alemania y Castilla, en 1577, con la misión de solicitar ayuda económica y militar para la inminente expedición africana del rey Sebastián.
El desastre de Alcazarquivir le sorprendió en la Corte madrileña, donde permaneció aconsejando a Felipe II sobre aspectos referentes a la situación en Portugal y a la futura sucesión, iniciando su brillante carrera junto al Rey Prudente. Sin embargo, muy pronto regresó a su reino, donde defendió los intereses políticos del soberano castellano, auxiliando a Moura en su comisión ante el cardenal‑rey. De este modo fue considerado el primer portugués que apoyó a Felipe II.
Esta actitud tan decidida a favor de los derechos del monarca castellano le convirtió en uno de los principales consejeros sobre los asuntos portugueses, a pesar del desprecio que le tenían el duque de Alba y Cristóbal de Moura, quien le llamaba “el diablo”, lo que le proporcionó importantes compensaciones políticas y mercedes, como el disfrute de la décima del esparto de Oporto y el estanco de Solimao. Ocupó el cargo de secretario de Estado de Portugal de Felipe II, participando ya desde su estancia en Badajoz, junto con Mateo Vázquez y Gabriel de Zayas, en los asuntos más importantes referentes a la anexión y al gobierno del reino: provisión de oficios, preparativos de la flota de Indias, toma de medidas para hacer frente a la peste, etc. En abril de 1581 participó también en las Cortes de Tomar.
Con estos antecedentes no resulta extraño que, tras la formación del Consejo de Portugal, fuese nombrado secretario de dicho Consejo en 1583. Se trasladó, por ello, a Madrid y gozó de gran influencia en las decisiones tomadas por este órgano, actuando casi como un consejero más. En 1585 acompañó al soberano a Valencia, si bien, debido a problemas de salud, no pudo permanecer junto a él durante la larga jornada transcurrida por el reino de Aragón. Murió en Madrid el 21 de abril de 1586, habiendo asegurado la sucesión en la secretaría para su hijo Pedro Álvares Pereira, puesto que el Rey, en 1584, le había hecho merced de poder pasar todos sus oficios en su persona.
Fuentes y bibl.: Archivo Histórico Nacional, Estado, lib.
728, n.º 13; Arquivio Nacional Torre do Tombo (Lisboa), Fondo Chancelaria de D. Filipe I, Doações, lib. 11, fol. 141r.
S. de Luxán Meléndez, La Revolución de 1640 en Portugal, sus fundamentos sociales y sus caracteres nacionales. El consejo de Portugal: 1580-1640, Madrid, Universidad Complutense de Madrid, 1988, págs. 50, 61-62 y 115; S. Fernández Conti, “Álvares Pereira, Nuno”, en J. Martínez Millán y C. J. de Carlos Morales (dirs.), Felipe II (1527-1598). La configuración de la Monarquía Hispana, Valladolid, Junta de Castilla y León, 1998, pág. 320.
Félix Labrador Arroyo