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José Segarra Rubio

Biografía

Segarra Rubio, José. Ybars (Lérida) 8.I.1792 – X.1849 post. General carlista.

De noble familia tomó las armas en la Guerra de la Independencia, ingresando en el Ejército como soldado distinguido el 20 de junio de 1808 y combatiendo por vez primera en la acción de San Pedro Mártir el día 25 del mismo mes. Fue ascendido a subteniente de voluntarios de Lérida el 12 de agosto de 1808 y teniente el 15 de octubre de 1808. En 1809 combatió, ya como capitán, en la acción del Bruch, y en 1810 se hallaba en el sitio de Tortosa, en el que fue hecho prisionero el 2 de enero de 1811 y trasladado a Francia, de donde se fugó, concluyendo la campaña con el grado de teniente coronel, aunque el 1 de octubre de 1815 se le dio el empleo de capitán en el regimiento del infante don Carlos. Nada más de especial relevancia aparece en su hoja de servicios hasta el año de 1822, cuando combatió al lado de la Milicia contra la guardia Real: “En 7 de julio se halló en la casa de correos de Madrid con cien granaderos, cuyo edificio mantuvo por el Rey N.S. durante el ataque de los Guardias, contra los milicianos y tropas constitucionales.

El 1 de marzo de 1823 se fugó a Francia con cinco oficiales y ciento veinte granaderos. Allí fue ascendido a comandante de tropas ligeras el 1 de abril de 1823 y el 7 de abril penetró en Navarra con las tropas del ejército francés, tomando parte en los sitios de Pamplona, Lérida y Tarragona y ascendiendo a coronel el 30 de abril de 1823. En 1827 pasó a Cataluña al frente del regimiento de Bailén batiendo el 21 de noviembre al jefe principal de los malcontents, José Busons, en Castella de Nuch. El 20 de octubre de 1830 atacó y persiguió hasta Francia a los liberales que habían penetrado por La Junquera. El 7 de enero de 1831 se le dio el mando del regimiento de Zamora. En enero de 1833 Llauder pidió fuese separado del mando por el pésimo espíritu que había observado en su regimiento, en el que además consideraba se había relajado la disciplina, separación que tuvo lugar el 6 de febrero de 1833. A partir de este momento fue perseguido por las autoridades isabelinas, permaneciendo preso varios días en la ciudadela de Valencia en agosto de 1834, de donde pasó deportado a Alicante antes de ser encerrado siete meses en el castillo de Bellver, concediéndosele finalmente el retiro el 20 de febrero de 1836.

El 1 de noviembre de 1837 ingresó en las filas carlistas, ascendiendo a brigadier. En enero de 1838 se hizo cargo del mando del ejército del Principado, en el que realizó una notable obra de organización hasta que a principios de julio se produjo la llegada del conde de España, del que fue un subordinado leal y apreciado, batiendo a finales de abril de 1839 a una columna que al mando de Carbó acudía en apoyo de la guarnición de Manlleu. Depuesto España por la Junta de Cataluña el 26 de octubre de 1839 el mando recayó en Segarra, que el 24 de abril de 1840, al frente de unos doce mil hombres, trató de impedir el suministro de Solsona, resultando herido en la batalla. La magnitud del combate es tanto más de extrañar si se tiene en cuenta que desde el 15 de septiembre de 1839 —según de Meer— o desde octubre, según el propio Segarra, estaba en comunicación con las autoridades cristinas, aunque estas se hallaban poco contentas de sus dilaciones para llegar a un acuerdo. En cualquier caso, tras la citada batalla de Peracamps, Segarra concedió un mes de permiso a sus tropas con lo que las unidades quedaron en cuadro. En mayo el general Carbó le pidió que reuniera todas las tropas que le fuera posible y se uniera con ellas a los isabelinos, con lo que se les admitiría dentro del Convenio de Vergara: “No necesitaba ciertamente esta invitación —escribiría el propio Segarra— para haberlo hecho mucho antes a haberlo considerado posible, pero el funesto extravió de aquellas gentes y sobre todo la larga indisposición de que adoleció, que no le permitió tomar a su tiempo las medidas que se requerían, presentaban aquella operación muy difícil sino imposible de ejecutar. Esto no obstante en cuanto se lo permitió el estado de su salud intentó probarlo, a cuyo efecto envió con sus instrucciones un comandante de su confianza a explorar el ánimo de algunos jefes, pero el arribo de Cabrera jefe superior de todas las fuerzas carlistas a Berga en estos momentos desbarató sus proyectos; el expresado comandante con dos oficiales de su propio cuerpo fueron fusilados […] En semejante situación, y creyendo que no por este contratiempo dejaría de renumerársele el servicio que podía aún prestar si se presentase solo, lo hizo así, cuyo hecho como esperaba y es público causó gran sensación y desaliento a los carlistas”.

Pese a que después de la guerra elevó numerosas representaciones pidiendo se le revalidara la graduación de mariscal de campo, en octubre de 1849, cuando se le concedió su retiro para Barcelona, aún no lo había conseguido.

 

Fuentes: Archivo General Militar (Segovia), exp. personal.

 

Alfonso Bullón de Mendoza y Gómez de Valugera

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