Montes Luengas, Santiago. Laredo (Cantabria), 25.VII.1911 ‒ Madrid, 13.XII.1954. Pintor.
Fue el segundo de siete hermanos en una familia de pescadores, cuyos nombres por orden cronológico eran: Presentación, María Luisa, Ángel —que morirá fusilado en el Penal del Dueso—, Pablo, Paz y Antonio.
Pronto, como ocurre con muchos otros artistas, surgió en él la pasión por el dibujo, que se manifiestó en la escuela primaria.
Cuando era niño, conoció al pintor Flavio San Román, con el que inició su aprendizaje plástico, frecuentando su estudio y el de Gerardo de Alvear. Fue posiblemente en el taller de Flavio San Román donde conoció a su amigo —casi un “hermano”, como lo califica en la dedicatoria de un retrato de la década de 1930—, el escultor de Santillana del Mar, Jesús Otero.
En 1929 la Diputación Provincial les concedió a los dos amigos sendas becas, dotadas con 1.500 pesetas anuales para estudiar durante dos cursos en la Escuela de San Fernando de Madrid.
Finalizada la beca, Santiago Montes regresó a Laredo, donde contrajo matrimonio con Matilde Fernández Enríquez; de este matrimonio nacieron cuatro hijos: Santiago, Margarita, Miguel Ángel y Matilde.
A pesar de su inclinación plástica se vio obligado a trabajar de ebanista con su hermano Ángel en un taller propio que instalaron en la villa marinera, puesto que no podía vivir exclusivamente de la pintura. No obstante, siguió pintando, tal y como lo atestigua su participación en el I Salón de Verano de 1931 en Santander.
Al estallar la Guerra Civil su compromiso político le hizo aceptar el cargo de comisario de Arte. Gracias a su celo la iglesia de Laredo consiguió salvaguardar sus tesoros artísticos.
La caída del frente de Santander en agosto de 1937 le obligó a ocultarse en el domicilio familiar, en la calle Ruayusera, n.º 6. Su esposa e hijos vivían en el primer piso, mientras él se escondió en el desván.
Esta dramática situación se prolongó por espacio de aproximadamente ocho años.
La idea de conseguir un indulto en la década de 1940, le animó a salir de su encierro domiciliario y le generó un nuevo problema, su encarcelamiento. Por espacio de cerca de dos años permaneció en la prisión provincial de Santander; aquí conoció y retrató a Cipriano Rivas Cheriff en un bello lienzo que se encuentra depositado en el Museo Municipal de Bellas Artes de Santander. Asimismo, durante el tiempo que permaneció en la cárcel, dibujó cerca de un centenar de retratos de sus compañeros, así como de algunos familiares de éstos, en este caso a través de fotografías.
Cuando a finales de la década de 1940 salió de la cárcel, se trasladó con su familia a Madrid, con la clara intención de no abandonar la pintura. Participó en agosto de 1949 en la I Exposición de Arte Montañés que se celebró en Torrelavega. En ella expuso un total de ocho obras, entre las que figuraba el Retrato del poeta Jesús Cancio.
En Madrid pudo reanudar sus estudios en la Academia de Bellas Artes, estudios que compaginó con su trabajo de decoración en los estudios de cine CEA, con la realización de retratos de encargo y, sobre todo, con su labor como copista en el Museo del Prado. De sus manos salieron unas cuidadosas réplicas de Van der Weyden, Gerard David, Mantegna, Tiziano, Rafael, etc. Estas obras, que consiguió vender con facilidad, sobre todo a turistas extranjeros, le permitieron alimentar cómodamente a su familia, si bien le mermaron notoriamente su capacidad creadora, puesto que el trabajo de copista le llenaba todas las horas del día. Un infarto puso fin a su vida a la temprana edad de cuarenta y tres años.
Obras de ~: El arco de la Blanca, 1950; Retrato de Cipriano Rivas Cheriff; Retrato del poeta Jesús Cancio.
Bibl.: V. de la Serna, “Dos chavales”, en El Cantábrico (Santander), 10 de octubre de 1929; Apeles, “Firmas Nuevas”, en La voz de Cantabria, 29 de octubre de 1931; E. López Sobrado, “Santiago Montes, pintor”, en La revista de Cantabria, n.º 106 (enero-marzo de 2002).
Esther López Sobrado