Duque de Estrada, Diego. Justo de Santa María. Toledo, 1589 – Cagliari, Cerdeña (Italia), 1647. Soldado y escritor.
Duque de Estrada (nacido en Toledo en 1589), escribe su autobiografía (Comentarios del desengañado de sí mismo, principal fuente de datos sobre su vida) en un tono de relato de aventuras dominado por la hipérbole que a menudo ha llevado a los estudiosos a pensar que hay más fantasía que verdad en sus noticias.
En una especie de técnica antipicaresca remonta su genealogía a los césares de Roma. Huérfano a los tres años, se lanza a la aventura de la guerra a muy temprana edad, mata a su novia y a su mejor amigo por sospechas celosas y de honor, y emprende la fuga de la justicia (1607) que lo lleva a Cádiz, donde se alista en las tropas que van a atacar las costas del norte de África.
Toda su vida es una serie vertiginosa de increíbles aventuras. Se bate en Antequera y Sevilla con valentones de fama (1608-1609). Recorriendo las costas de Berbería es capturado por los corsarios y sufre un año de esclavitud (del 1 de enero de 1610 al 12 de febrero de 1611), recobra la libertad con la ayuda de un antiguo esclavo de su abuelo. Por sus homicidios y violencias lo arrestan y lo llevan a Toledo: interrogado, torturado y sentenciado a muerte, le permiten la apelación por influencia del duque de Lerma (1613), pero se escapa de la cárcel con la ayuda de una monja que se enamora de él. Consigue embarcar para Italia (octubre de 1613) y recorre todos los escenarios de las guerras europeas del tiempo, y todo el teatro de los enfrentamientos mediterráneos con el turco llevando a cabo hazañas heroicas y siempre llamativas. En esa vorágine de imposible resumen desempeña múltiples papeles y encargos: llegará a privado del príncipe de Transilvania, a castellano de una fortaleza en Bohemia, miembro de la Orden de San Juan de Dios en Cerdeña (1635), maestro de lengua española, corsario, experto militar, poeta en academias... testimonia batallas, escaramuzas, maravillas y viajes.
Nada tiene de extraño que el primer editor de esta obra, el erudito Pascual de Gayangos, dudara de la autenticidad del relato. Que algo se inventa Diego parece indiscutible, pero buena parte del efecto maravilloso procede de su técnica literaria más que de la invención de hechos imaginados. Gayangos mismo encontró algunas referencias, aunque no muy fehacientes, de ciertos datos biográficos de Duque de Estrada, mejor comprobados después por Benedetto Croce: en efecto, Diego estuvo alistado en el ejército del conde de Lemos, hizo su noviciado en la Orden de San Juan, y consta al menos la existencia de unas Octavas rimas publicadas en 1624. Otros detalles no han podido ser confirmados: por ejemplo, su participación en las jornadas de Mahometa y Larache, o en la conjuración de Venecia. Otros más no sucedieron en el momento en que los coloca Duque de Estrada, pero puede deberse a un fallo de memoria más que a fantasía mentirosa.
Fue también poeta y dramaturgo. Según sus Comentarios, escribió unas cuantas comedias, hoy perdidas como La conquista de las islas Baleares, Milagros y sucesos de San Carlos Borromeo (1613), El ejemplo en la pobreza, Grandezas del duque de Sajonia, El renegado por celos y La Vega de Toledo (1614), o El forzado vencedor que al parecer fue representada con alguna otra en el palacio del virrey conde de Lemos en Nápoles.
Duque de Estrada menciona constantemente su apetencia de fama (que llamará, convertido en monje, la “negra honrilla”) y el orgullo de su valor, su deseo de ser el primero en las escaramuzas, en los bailes y juegos, en los amoríos y las destrezas de jinete, en la poesía y hasta en la brillantez de sus trajes y el colorido de sus plumajes. Cuando está en el calabozo atado al potro y se le avecinan indescriptibles torturas, se encrespa porque el corregidor le ha tratado de “vos”, fórmula de poco respeto, en vez de la más cortés “vuestra merced”. Y se pone a insultar al corregidor, en cuya mano, por cierto, está el apretar las torturas. En Nápoles casi le da un síncope de la rabia de verse tratado de vos por el duque de Osuna (1617). En una trayectoria no desconocida para otros personajes de la época, pasa de soldado y aventurero a monje y de la vida activa a la vida religiosa, en la que no abandona tampoco sus actividades militares.
Su autobiografía termina con la etapa de dedicación religiosa y nada se sabe en detalle de sus últimos años de vida.
Obras de ~: Octavas rimas a la insigne victoria que la Serenis. Alteza del Principe Filiberto ha tenido [...] del famoso Cosario Alí Arraez [...] compuesta por don ~, Messina, Pedro Brea, 1624 (Octavas rimas a la insigne victoria conseguida por el Marqués de Santa Cruz, ed. y est. de H. Ettinghausen, Exeter, University Press, 1980); Comentarios del desengañado, ed. P. de Gayangos, en Memorial Histórico Español: Colección de documentos, opúsculos, y antigüedades que publica la Real Academia de la Historia, vol. 12, Madrid, Real Academia de la Historia, 1860 (Comentarios del desengañado de sí mismo, ed. de H. Ettinghausen, Madrid, Castalia, 1982).
Bibl.: B. Croce, “Realtà e fantasia nelle memoria di Diego Duque de Estrada”, en Atti della Reale Accademia di Scienze Morali e Politiche, 52 (1928), págs. 84-108; J. M.ª de Cossío (ed.), Autobiografías de soldados: Siglo XVII, Madrid, Atlas, 1956 (Biblioteca de Autores Españoles, 90); H. Ettinghausen, “Vida y autobiografía. Los Comentarios de Diego Duque de Estrada a la luz de nuevos documentos”, en Boletín de la Real Academia Española, 59 (1979), págs. 189-199; M. Levisi, Autobiografías del Siglo de Oro, Madrid, Sociedad General Española de Librería, 1984; A. Cassol, Vita e scrittura. Autobiografìe di soldati spagnoli del Sigio de Oro, Milano, LED, 2000.
Ignacio Arellano