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Abu Bakr b. al-'Arabi

Biografía

Abū Bakr b. al-Arabī: Abū Bakr Muḥammad b. ‛Abd Allāh b. Muḥammad b. ‛Abd Allāh b. Aḥmad b. Muḥammad b. ‛Abd Allāh al-Ma‛āfirī al-Išbilī, al-‘Arabī. Sevilla, 468 H./1076 C. – Magīla/Cabo de Agua (Marruecos), 542 H./1147 ó 543 H./1148 C. Jurista, teólogo, experto en tradición profética y en exégesis coránica, que también escribió sobre ascetismo, prosa literaria, gramática e historia.

Comenzó sus estudios a los nueve años bajo la dirección de su padre, Abū Muḥammad ‛Abd Allāh, experto en literatura árabe y jurisprudencia, y además, personaje importante de la corte cabbadí de Sevilla. Estudió también con Abū l-Qāsim al-Ḥasan b. ‛Umar al-Hawzanī, que era su tío materno, y con Abū ‛Abd Allāh al-Saraqusṭī (el zaragozano) y con Alī b. Abd al-Raḥmān b. Mahdī al-Tanūjī. Con ellos inició su formación en disciplinas como la lengua árabe, la poesía y las matemáticas y en otras como la metodología legal y teológica, la controversia legal y las ciencias coránicas, en las que luego profundizaría llegando a convertirse en uno de los más destacados expertos andalusíes en la materia.

En 485/1092, con diecisiete años, salió de al-Andalus junto a su padre con destino a Oriente. Las causas aparentes de este viaje, que llegaría a ser decisivo en su formación, fueron las mismas que llevaban a otros andalusíes a Oriente, es decir, el deseo de cumplir con el precepto de la peregrinación a La Meca y el de ampliar estudios. Sin embargo se trató sobre todo de una huida de unos “enemigos”, que probablemente haya que identificar con los almorávides dada la vinculación del padre de Abū Bakr con los abbadíes.

Abū Bakr pudo estudiar con los mejores maestros de las ciudades en las que padre e hijo iban recalando como Málaga, Granada, Almería, Bujía, Bona, Túnez, Susa, Mahdiyya, El Cairo y Jerusalén. En esta última conoce a Abū Bakr al-Ṭurṭūšī, originario de Tortosa, maestro con el que estudió jurisprudencia islámica y que ejerció una gran influencia sobre él. En Jerusalén, donde vivían numerosos sabios de las tres religiones monoteístas que mantenían frecuentes debates públicos, Ibn al-‛Arabī perfeccionó los conocimientos que ya tenía de dialéctica, controversia y fundamentos del derecho y de la creencia religiosa.

Las siguientes escalas importantes del viaje fueron Ascalón, Damasco y Bagdad. En la capital del imperio ‛abbāsí Abū Bakr b. al-‛Arabī esperaba encontrar al gran místico, teólogo y jurista musulmán Abū Ḥāmid al-Gazālī, conocido en Occidente como Algazel; sin embargo cuando nuestro sabio llegó a Bagdad, al-Gazālī se había marchado a La Meca para llevar a cabo la peregrinación. Padre e hijo aprovechan entonces para cumplir ellos mismos con el mencionado rito. Después regresan todos a Bagdad, produciéndose el anhelado encuentro con al-Gazālī en 490/1097, con el cual Abū Bakr estudia filosofía, teología y mística. Por otra parte, Abū Muḥammad b. al-‛Arabī obtiene del maestro una fetua o dictamen jurídico en el que éste último se muestra de acuerdo con la conquista almorávide de al-Andalus, sancionando la validez de su intervención contra los reyes de taifas.

Asimismo, Abū Muḥammad b. al-‛Arabī solicitó del califa abbāsí al-Mustaẓhir cartas de reconocimiento oficial de la autoridad política de Yūsuf b. Tāšufīn, primer emir almorávide, pero hubo de esperar dos años hasta que el califa le recibió y le entregó los documentos solicitados. Una vez cumplidos sus objetivos, padre e hijo abandonaron la capital imperial con destino a Damasco, desde la cual se dirigieron a El Cairo y luego a Alejandría, adonde llegan en 492/1098. Allí Abū Bakr se encuentra de nuevo con Abū Bakr al-Ṭurṭūšī quien además de darle clases, le entrega a él y a su padre un nuevo documento en el que el de Tortosa también valida la conquista almorávide de al-Andalus. Al año siguiente muere el padre y el hijo emprende el regreso a al-Andalus. Previamente pasa por la capital de los almorávides, Marraquech, y entrega al emir la investidura emitida por el califa cabbāsí y los demás documentos obtenidos en Bagdad y Alejandría, con lo cual debieron de quedar olvidadas las cuentas pendientes entre ellos y Abū Bakr pudo regresar a su ciudad natal. El propio Abū Bakr conservó una copia de todos estos documentos en su obra ‘Awāhid al-ŷilla wa-l-a‘yān fī mašāhid al-islām wa-l-buldān (Argumentos textuales de las gentes notables e ilustres sobre los lugares sagrados del islam y los países).

Una vez allí sigue cultivando el estudio de las ciencias religiosas islámicas y ejerce como consejero judicial y como muftí. El famoso tradicionista Abū Alī al-Ṣadafī intercede ante Ibrāhīm, hijo del emir Yūsuf b. Tāšufīn y gobernador de Sevilla entre 511/1117 y 516/1122, para que a Abū Bakr le sean devueltos los bienes que le habían sido confiscados a su padre tras la conquista almorávide de la ciudad. En 528/1134 es nombrado juez supremo en Sevilla, distinguiéndose por la dureza de alguna de sus actuaciones, aunque también se dice de él que se mostró caritativo con los humildes y que dio ejemplo de justicia y de rectitud. Impuso algún severo y ejemplarizante castigo a quienes incurrían en conductas consideradas reprobables como tocar instrumentos musicales o beber vino en público, en sintonía con su postura respecto a la aplicación del precepto religioso de “ordenar el bien y prohibir el mal”. De él se cuenta, por ejemplo, que ordenó perforar las mejillas de un flautista para que no pudiera volver a tañer su instrumento. En cualquier caso la extrema dureza que se atribuye a sus sentencias ha de entenderse no sólo como intolerancia frente al delito sino también como una actitud consecuente con sus principios, actitud de la que da muestras en sus obras de carácter legal y que le lleva a rechazar sin ambages prácticas legales discordantes con la letra de la ley. Otro ejemplo de coherencia es su participación en la guerra contra los cristianos en 514/1120 (en la famosa batalla de Cutanda) y en la zona levantina en 527/1133 y 528/1134, demostrando que cumplía con lo que predicaba. En todo caso, sus actuaciones no debieron de gustar nada a muchos sevillanos pues al año de ser nombrado cadí, Abū Bakr tuvo que abandonar el cargo ante una especie de protesta popular orquestada en su contra. Sus obras fueron quemadas, su casa saqueada y por lo que él mismo cuenta, sólo consiguió salvar la vida refugiándose en su harén.

Sin duda era un hombre de fuerte personalidad, gracias a la cual, y al respaldo de su amplia formación intelectual, se atrevió a formular ideas originales que le han valido figurar entre los renovadores del pensamiento jurídico y religioso islámico, superando su fama las fronteras de al-Andalus. A pesar de que tras regresar a su tierra parece que mantuvo muy buenas relaciones con los gobernantes del momento —uno de sus discípulos comenta con bastante desagrado que siempre tenía una mula preparada a la puerta del lugar donde impartía sus clases por si el sultán lo hacía llamar—, no evitaba entrar en detalles ni tomar partido en debates que otros esquivaban. Gracias a su tendencia a la concreción de la que dan testimonio sus obras nos es posible situar en su contexto geográfico, cronológico y social, las doctrinas y las prácticas de las que discute en sus obras.

Era muy consciente de su superioridad intelectual y de lo mucho que había significado en su formación la estancia en Oriente, llegando a afirmar de sí mismo que ningún otro andalusí había regresado del viaje de estudios con tanta ciencia como él, con excepción de Abū l-Walīd al-Bāŷī (véase la entrada correspondiente a este sabio). Y entre la animadversión que debieron de despertar afirmaciones de este tipo y el gusto por el debate del que da constantes muestras, terminó por atraerse las iras de muchos de sus contemporáneos, no privándose de lanzar ataques en todas direcciones. Así, en una de sus obras criticó duramente el comentario que el famoso gramático Ibn al-Sīd, originario de Badajoz, dedicó al dīwān de poesía de al-Maarrī y al “Manual para la instrucción de los secretarios” de Ibn Qutayba, provocando la respuesta airada del pacense.

Al ser el único andalusí que estudió directamente con al-Gazālī, se vio salpicado por la persecución a la que fueron sometidas las obras del místico oriental en el imperio almorávide, y ello a pesar de que Abū Bakr había expresado públicamente opiniones contrarias a las de su maestro.

Tras abandonar la judicatura, su permanencia en Sevilla se le hizo insoportable y se trasladó a Córdoba, viviendo a caballo entre las dos ciudades. Según su propio testimonio, la razón principal de este traslado fue la presión a la que le sometieron los partidarios sevillanos de Ibn Ḥazm, cuyas doctrinas Abū Bakr había rebatido en varias de sus obras, alguna de ellas perdida, por desgracia. En Córdoba, entre 530/1135-533/1138 se dedicó a la enseñanza, y cabe suponer también, que a escribir. Allí asistió a sus clases el cadí ‘Iyāḍ. Se sabe que también dio clases en el transcurso de algunos viajes a Valencia (donde estuvo en 522/1128), Málaga y otras ciudades del occidente de al-Andalus aparte de Sevilla y Córdoba.

Se sabe que compuso más de cien obras entre las que destacan su famoso comentario coránico y su metodología del comentario coránico titulada “El canon de la interpretación” (Qanūn al-ta’wīl). Importantes son también sus obras sobre jurisprudencia islámica y sobre tradición profética. Se conservan, igualmente, varias obras sobre mística y sobre escatología islámicas, tema éste último que solía enfrentar a filósofos y ulemas, y a ulemas de distintas tendencias teológicas entre sí. En su “Los argumentos que protegen de las desgracias” pasa revista a los principales problemas teológicos que suscita la interpretación de los textos sagrados, refutando todas aquellas doctrinas que considera erróneas y proponiendo su propio método de interpretación, basado en el análisis lingüístico y en el veredicto de la razón. Un lugar importante de esta obra lo ocupa también la definición de la autoridad religiosa en el islam y el análisis de los requisitos necesarios para poder ejercerla. En la cima de esa autoridad se encuentra la figura del Profeta, a la cual dedica Ibn al-cArabī varias de sus obras en las que se aborda su biografía y las características que determinan su superioridad.

El diccionario biográfico de Ibn Baškuwāl (véase entrada correspondiente) incluye biografías de hasta 153 discípulos de Abū Bakr b. al-‘Arabī.

Se sabe que tuvo al menos tres hijos: Abū Muḥammad ‘Abd Allāh, que murió durante la toma de Sevilla por parte de los almohades, Abū l-Ḥasan ‘Abd al-Raḥmān y Aḥmad.

El aparente alejamiento de la actividad pública queda interrumpido cuando los almohades conquistan al-Andalus y encontramos a Abū Bakr formando parte de una delegación de ulemas sevillanos que acudieron a Marrakech, capital del imperio, a presentar la sumisión de la ciudad al nuevo califa ‘Abd al-Mu’min.. El califa retuvo a la delegación durante un año, al cabo del cual les permitió partir. En el viaje de regreso, antes de llegar a Fez, murió Abū Bakr que, según la leyenda, habría comido unos dátiles envenenados por uno de sus discípulos. Los biógrafos no se ponen de acuerdo con respecto al año y al lugar exacto de su muerte. Según unos ocurrió en Magīla y según otros en la cercana Cabo de Agua, según unos en 542/1147-8 y según otros en 543/1148-9.

Su cadáver fue enterrado en Fez, cerca de la puerta de al-Ŷīsa en el cementerio de al-Ŷayyānī. Su tumba puede visitarse hoy en día y es objeto de una gran veneración, llegando a considerársele como un santo.

A Abū Bakr b. al-‘Arabī se le atribuye la composición de más de 100 obras de las cuales a continuación se citan sólo las más importantes o representativas dentro de cada género. Listas más extensas pueden consultarse en la bibliografía citada al final de esta entrada.

 

Obras de ~: Al-amad/al-amal al-aqsà fī asmā’ Allāh al-ḥusnà wa-ṣifāti-hi al-culyà/al-ac (La meta/esperanza más lejana, sobre los más bellos nombres de Dios y sobre Su más excelsa descripción). Se trata de un comentario a una obra de al-Gazālī titulada al-Maqṣad al-asnà fī šarḥ asmā’ Allāh al-ḥusnà (La meta más sublime, sobre el comentario de los más hermosos nombres de Dios); Al-cAwāṣim min al-qawāṣim (Los argumentos que protegen contra las desgracias); Aŷwibat as’ilat Ibn al-cArabī iḏ sa’ala šayja-hu Abā Ḥāmid al-Gazālī (Respuestas de al-Gazālī a las preguntas que le hizo Ibn al-cArabī); Al-gurra fī naqḍ al-durra (La luna nueva, obra sobre la refutación de La Perla)Se trata de una refutación a una obra de carácter teológico de Ibn Ḥazm titulada “La Perla”. Desgraciadamente, parece perdida; Al-Ḥākima (fatāwà l-qāḍī Abū Bakr Ibn al-cArabī)Se trata de una colección de dictámenes jurídicos de Abū Bakr que, por lo que parece, no se conserva; Ḥawāšī calà šarḥ Ibn al-Sīd li-dīwān Abī l-cAlā’ al-Macarrī Saqṭ al-zand (Anotaciones al comentario que hizo Ibn al-Sīd al-Baṭalyawsī al-dīwān de poesía de Abū l-cAlā’ al-Macarrī titulado Saqṭ al-zand); Jaṣā’iṣ al-nabī wa-mucŷizātu-hu (Carismas y milagros del Profeta); Kitāb Aḥkām al-Qur’ān. Se trata de su famoso comentario del Corán, que existe en dos versiones, una extensa (al-kubrà) y otra resumida (al-ṣugrà); Kitāb cāridat al-aḥwaḏī bi-šarḥ ŷāmic al-Tirmīḏī. Se trata de un comentario a la colección de hadices proféticos de al-Tirmīḏī. Se sabe que su composición es anterior a 540/1146, pues en esa fecha un discípulo de Abū Bakr terminó de estudiarla con él. De hecho según Ibn cAsākir, fue la primera obra que compuso; Kitāb al-ḏajīra fī cilm al-dār al-ajīra (Libro del Tesoro, sobre el conocimiento de la Última Morada); Kitāb al-Ḥaqq (Libro de la verdad). Sobre la biografía del Profeta; Kitāb al-inṣāf fī masā’il al-jilāf (El punto medio por lo que respecta a las cuestiones sobre las que hay divergencia); Kitāb al-Mutawassiṭ (El que establece el punto medio). Obra sobre teodicea de la que también compuso un resumen. Es posible que se trate de la misma obra que se conoce con el título de al-Tawassuṭ fī macrifat ṣiḥḥat al-ictiqād wa-l-radd calà man jālafa l-sunna min ḏawī l-bidac wa-l-ilḥād (Establecer el punto medio en el conocimiento de la creencia correcta y refutar a los herejes que discrepan de la zuna); Kitāb al-nāsij wa-l-mansūj fī l-Qur’ān (Libro sobre las aleyas coránicas abrogantes y las abrogadas); Kitāb al-nayyirān fī šarḥ al-Ṣaḥīḥayn (Los dos astros, Comentario de las dos colecciones canónicas de hadiz cada una de las cuales lleva el título de “Lo correcto”); Kitāb al-qabas fī šarḥ Muwaṭṭa’ Mālik b. Anas (El fuego encendido, o Comentario a la obra titulada “El camino allanado” del fundador de la escuela de jurisprudencia mālikí, Mālik b. Anas). Esta obra fue compuesta antes de 532/1137-8; Al-Maḥṭūl fī cilm uṣūl al-fiqh (Lo logrado, sobre fundamentos del derecho). A este mismo tema dedicó otra obra titulada al-Wuṣūl ilà macrifat al-uṣūl (La llegada al conocimiento de los fundamentos del derecho y de la creencia religiosa); Malŷa’at al-mutafaqqihīn ilà macrifat gawāmiḍ al-naḥwiyyīn (Refugio de los que estudian jurisprudencia islámica para el conocimiento de las ambigüedades de los gramáticos); Mujtaṣar tartīb al-riḥla li-l-targīb fī milla (Resumen de la obra “La organización del viaje para imbuir el deseo de la religión”), obra esta última en la que Abū Bakr describía las distintas etapas de su viaje de estudios a Oriente, pero que se le perdió a su autor durante el viaje de regreso a al-Andalus, quedándole sólo unas cuantas hojas sueltas; Nasab al-šarīf (Genealogía del Noble por excelencia, es decir, el Profeta); Al-Nawāhī can al-dawāhī (Las precauciones frente a los hombres de malas mañas). Se trata de una refutación de las doctrinas jurídicas de Ibn Ḥazm, de cuya conservación no se tiene constancia; Qānūn al-ta’wīl fī tafsīr al-Qur’ān al-cazīz (El canon de la exégesis, obra sobre la interpretación del noble Corán). En la primera parte de esta obra el autor narra las distintas etapas de su formación en al-Andalus y en oriente, a partir de las hojas sueltas que su autor logró rescatar del Kitāb tartīb al-riḥla y de lo que él mismo recordaba; Rasā’il (Epístolas); Sirāŷ al-muhtadīn (La lámpara de los bien encaminados). Obra de carácter ascético que M. Lucini considera puede ser la última de las escritas por Abū Bakr.

 

Bibl.: cĀ. al-Ṭālibī, Ārā’ Abī Bakr b. al-cArabī al-kalāmiyya, Argel, 1974; M.ª J. Viguera, “Las cartas de al-Gazālī y al-Ṭurṭūšī al soberano almorávid Yūsuf b. Tāšufīn”, en Al-Andalus, XLII (1977), págs. 341-74; I. Danda, “Dirāsa ḥawla rasā’il Abī Bakr b. al-cArabī”, al-Manāhil, IX (1977), págs. 149-91; D. Urvoy, Le monde des ulémas andalous du Ve/XIe au VIIe/XIIIe siècle, Ginebra, Droz, 1978, págs. 125-6; V. Lagardère, Abū Bakr b. al-cArabī, grand cadi de Seville”, Revue de l’Occident Musulman et de la Méditerranée, XL/2 (1985), págs. 91-102; S. Acrīb, Maca l-qāḍī Abī Bakr Ibn al-cArabī wa-kitābi-hi Tartīb al-riḥla li-targīb al-milla, Beirut, 1987; M.ª M. Lucini, “Discípulos de Abū Bakr Ibn al-cArabī en al-Ḏayl wa-l-takmila de al-Marrākušī”, en M. Marín y H. de Felipe, Estudios Onomástico-Biográficos de al-Andalus, VII, Madrid, 1995, págs. 191-201; M. Fierro, “La religión”, en M.ª J. Viguera (coord.), El retroceso territorial de al-Andalus. Almorávides y almohades. siglos XI al XIIIHistoria de España Musulmana Menéndez Pidal, VIII-2, Madrid, Espasa Calpe, 1997, págs. 438-440, 459-60, 466, 483-86, 503-4, 509-10, 512, 533; M.ª M. Lucini, “Ibn al-cArabī, Abū Bakr” en J. Lirola Delgado y J. M. Puerta Vílchez (dirs.), Enciclopedia de al-Andalus. Diccionario de autores y obras andalusíes, I, Sevilla-Granada, 2002, págs. 457-468; D. Serrano, “¿Por qué llamaron los almohades antropomorfistas a los almorávides?” en M. Fierro, P. Cressier y L. Molina (eds.), Los almohades: problemas y perspectivas, Madrid, CSIC-Casa de Velázquez, 2005, págs. 815-52.

 

Delfina Serrano Ruano

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