Ayuda

Antonia Domínguez y Borrel

Imagen
Biografía

Domínguez y Borrell, Antonia M ª Micaela. Duquesa de la Torre (I), condesa de San Antonio (II). La Habana (Cuba), 13.VI.1831. Biarritz (Francia), 5.I.1917.

Hija primogénita de la ilustre familia Domínguez Borrell. Su padre, D. Miguel Domínguez y Guevara-Vasconcelos, natural de Marbella (Málaga), fue I conde de San Antonio, (título otorgado por la reina Isabel II el 18 de junio de 1847 con el vizcondado de Casa Domínguez), mariscal de Campo de los Ejércitos Nacionales, gentilhombre de Cámara de Carlos III, senador, caballero de la Real Orden de Carlos III, ministro de la Guerra y gobernador militar de Trinidad (Cuba), y le fueron concedidas por acciones de guerra varias condecoraciones entre ellas: la Gran Cruz de la R. O. de Carlos III y la Gran Cruz de la R. O. de San Hermenegildo.

Su madre, D ª Isabel Borrell Lemus, natural de Trinidad (Cuba), descendía de los marqueses de Guaímaro y estaba en posesión de la banda de la R. O. de Maria Luisa. Su antepasado Pablo Borrell Soler, fundador de la familia Borrell en Cuba, sirvió fielmente a la Monarquía española durante treinta y seis años y fue alcalde de la ciudad de Trinidad.

Al finalizar el mandato como gobernador militar de Trinidad, el padre de Antonia Micaela fue trasladado a España, pasando a residir con su familia en Madrid. En esta ciudad, Antonia Micaela contrajo matrimonio el 29 de septiembre de 1850, con su primo hermano Francisco Serrano Domínguez, teniente general de los Ejércitos Nacionales y senador del Reino. El matrimonio, desigual en edad, ella tenía diecinueve años mientras su esposo iba a cumplir los cuarenta, fue muy del agrado de toda la familia pues favorecía a ambos cónyuges, ya que si la novia aportaba una interesante dote económica, Francisco Serrano, -que ya había sido en 1843 ministro Universal y ministro de la Guerra-, además de la aportación en metálico y de las fincas rústicas y urbanas que poseía en Jaén y Madrid, en el momento de la boda era teniente general de los Ejércitos Nacionales y senador del Reino, y tenía por delante una brillante carrera militar y política, llegando a ser: capitán general, ministro de Estado, embajador plenipotenciario de España en Francia, capitán general-gobernador de la isla de Cuba, presidente del Gobierno, regente del Reino, presidente del Poder Ejecutivo de la República, jefe del Partido Unión Liberal a partir de 1867 y jefe del Partido Unión Dinástica en 1882.

La belleza y elegancia de Antonia Micaela, cautivaron desde un principio a su esposo, sobre el que ella tuvo gran ascendiente durante toda su vida y Serrano, profundamente enamorado, no frenó a tiempo la ambición de su esposa que más de una vez se inmiscuyó en sus asuntos de carácter político para los que no estaba preparada.

Tras el nombramiento del general Serrano como embajador extraordinario y plenipotenciario de España en Francia en septiembre de 1856, el matrimonio se instaló en París. En esta ciudad, Antonia Micaela con su exótica belleza y su innata elegancia, conquistó a la Corte de las Tullerías, recibiendo toda clase de cortesías del emperador Napoleón III y de su esposa la emperatriz Eugenia, siendo invitada por éstos no sólo a todos los actos oficiales a los que tenía que asistir en calidad de esposa del embajador de España, sino a las veladas privadas que los emperadores de Francia organizaban para sus amigos más íntimos. A lo largo de toda su vida Antonia Micaela recordó muy gratamente aquella estancia en París que la había permitido relacionarse con tan ilustres personajes los cuales la habían colmado de atenciones.

En septiembre de 1859 el general Serrano fue nombrado capitán general- gobernador de la Isla de Cuba. Esto permitió a Antonia Micaela regresar a su tierra natal con su esposo, donde fueron recibidos con todo tipo de consideraciones por la alta sociedad cubana encabezada por el marqués de Guaímaro, tío de Antonia Micaela. Durante el tiempo en que residió en Cuba en calidad de esposa del gobernador, Antonia Micaela con su fortuna personal costeó varias obras benéficas, destacando la Escuela de Párvulos de la Casa de Beneficencia de La Habana.

La excelente labor política realizada por el general Serrano como gobernador de Cuba a lo largo de tres años (septiembre de 1859 a enero de 1863), fue recompensada por la reina Isabel II con la concesión del ducado de la Torre con Grandeza de España, en enero de 1862. De este modo el general Serrano pasó a ser el I duque de la Torre y Antonia Micaela, la I duquesa de la Torre consorte, título que añadió al de II condesa de San Antonio que había heredado a la muerte de su padre, el I conde de San Antonio, en febrero de 1858.

Terminada la Revolución de 1868 que condujo al destronamiento de Isabel II, las Cortes Constituyentes eligieron al general Serrano regente del Reino, con tratamiento de alteza (15 de junio de 1869). Con este nombramiento el duque de la Torre llegaba a la cima de su carrera y la duquesa de la Torre se convertía, como esposa del regente, en la primera dama de España. A partir de entonces se agudizó la ambición de la duquesa de la Torre y el ascendiente sobre su esposo.

Finalizada la Regencia de Serrano e iniciado el reinado de Amadeo I (1871-1873), Antonia Micaela mostró su hostilidad hacia éste y su esposa la reina Mª Victoria, negándose a aceptar el cargo de camarera mayor ofrecido gentilmente por la reina. La duquesa de la Torre, que durante el año y medio en que su esposo había sido regente del Reino había tenido el tratamiento de alteza, consideró que se rebajaba si aceptaba ser camarera mayor de la esposa de D. Amadeo. Después de este desaire vinieron otros más graves culminados con la negativa de los duques de la Torre a acceder a la petición del rey Amadeo y de la reina Mª Victoria, de que fuesen los padrinos de bautismo de su tercer hijo, el príncipe Luis Amadeo, nacido en España, (29 de enero de 1873), durante el corto reinado de su padre.

Con la abdicación de Amadeo I y la proclamación de la Iª República (febrero 1873), de la que, tras el golpe del general Manuel Pavía, Serrano se convirtió en presidente del Poder Ejecutivo (enero a diciembre de 1874), la ambición de la duquesa de la Torre llegó a su punto culminante influyendo en su esposo para que se mantuviese  indefinidamente en el poder. El puesto relevante que había ocupado el general Serrano desde la Revolución de 1868, le había hecho mantener su prestigio como último y posible recurso de cualquier movimiento restaurador. La propia reina destronada, Isabel II, en 1872 había iniciado un acercamiento a él para lograr los planes restauradores alfonsinos. Pero la duquesa de la Torre, que manifestaba abiertamente su anti-alfonsismo, hizo cuanto estuvo en su mano para evitar que su esposo diese paso a la Restauración de Alfonso XII.

Consumado el pronunciamiento del general Martínez Campos en Sagunto (Valencia), que restauraba a los Borbones en el Trono en la persona de Alfonso XII, Serrano se exilió a Biarritz (Francia) reuniéndose con él la duquesa y sus hijos. Toda la familia permaneció allí, hasta que en el mes de marzo de 1875 regresaron a España, mostrando al fin Serrano su adhesión a Alfonso XII. En noviembre de 1883 fue nombrado embajador de España en París, cargo que desempeñó hasta febrero de 1884. Era la segunda vez que el duque de la Torre se ocupaba de esta embajada. De nuevo fue a París acompañado por su esposa. Pero en esta ocasión la duquesa de la Torre vivió una experiencia muy diferente a la de su primera estancia en París, pues a causa de su altivez exigiendo ser tratada, no como la esposa del embajador de España, sino como la esposa del ex regente del Reino y del ex presidente del Poder Ejecutivo de la República, no encontró en los medios políticos y diplomáticos de la República Francesa las deferencias de viejos tiempos.

Muerto su esposo (26 de novembre de 1885), la duquesa de la Torre residió en Madrid en su palacete de la calle Villanueva, su residencia habitual. Pero su situación era difícil por el vacío que le hacía la alta sociedad alfonsina, por lo que tras la muerte de su hija Ventura en 1890 se trasladó a Francia, pasando largas temporadas del invierno en su residencia de los Campos Elíseos de París y el verano en su hotel Villa Ventura de Biarritz.

Durante los últimos años de su vida, la duquesa de la Torre, residió casi permanentemente el Biarritz, por la benignidad de su clima y por los recuerdos que allí quedaban del Segundo Imperio, pues al ser la playa de Biarritz la favorita de la emperatriz Eugenia, -quien en 1855 se hizo construir allí el bello palacio Villa Eugenia, hoy convertido en L´Hôtel du Palais-, toda la alta sociedad parisina se daba cita en ella. Al atardecer, todos los días se veía pasear a la duquesa de la Torre por l´Avenue de L´Impératrice, tocada con una mantilla blanca de encaje y resguardada de la humedad del ambiente marino con un chal de Cachemira, caminando a sus 83 años con la misma distinción con la que paseó por los salones de las Tullerías, cuando era la esposa del Embajador de España.

Murió a los 86 años, el 5 de enero de 1917, en Biarritz, en cuyo Cementerio Sabaou está enterrada, junto a sus hijas Conchita, condesa de Santovenia  y Josefa, princesa Kostchoubey, y a su yerno el Conde de Santovenia.

Antonia Micaela Domínguez y Francisco Serrano tuvieron cinco hijos: Mª de la Concepción, Francisco, Mª Josefa, Ventura y Leopoldo. Para los cinco la duquesa de la Torre planeó buenos casamientos.

Mª de la Concepción Serrano y Domínguez, la primogénita, nació en La Habana (Cuba), en 1860, durante el mandato de su padre como gobernador de la isla de Cuba. En 1880, a la edad de veinte años, contrajo matrimonio en París con el rico cubano José M.ª Martínez de Campos, II conde de Santovenia . El hijo de este matrimonio, Carlos Martínez de Campos y Serrano, -capitán general y académico de la Real Academia de la Historia-, fue quien continuó la sucesión del ducado de la Torre y del condado de San Antonio, convirtiéndose en III duque de la Torre y IV conde de San Antonio, al morir sin descendencia su tío Francisco Serrano y Domínguez, hermano de su madre, quien como primer hijo varón de Serrano y Antonia Micaela, fue II duque de la Torre y III conde de San Antonio, título cedido por su madre en 1881.

Francisco, también nació en La Habana (Cuba), dos años después de su hermana, en 1862. Fue el hijo predilecto de Antonia Micaela, quien lo educó sobreprotegiéndole y mimándole en exceso. Militar como su padre, su fracasado matrimonio con Mercedes Martínez de Campos, hermana del Conde de Santovenia, causó terribles disgustos que precipitaron la enfermedad y muerte del general Serrano y minó la salud de la duquesa de la Torre.

M.ª Josefa Serrano y Domínguez, la tercera hija, nació en Madrid en 1863. En 1883, a los veinte años, se casó en París con el príncipe ruso Vasili Kotschoubey, oficial de la Guardia del Zar. De este matrimonio nació un hijo, Sergio, que siguió la carrera de las armas igual que su padre. Falleció en 1909, a la edad de veinticinco años, en el sanatorio para tuberculosos de Leysin (Suiza).

Ventura Serrano y Domínguez, la cuarta hija, nació también en Madrid en 1864. Enferma desde niña, a los dieciocho años se agudizó tanto su enfermedad, que los médicos le prohibieron salir de casa obligándola a guardar reposo absoluto. La duquesa de la Torre, el general Serrano ya había fallecido, queriendo evitar a su hija una depresión nerviosa, buscó distraerla dentro de su propia casa, para lo cual levantó dentro de su palacete de la calle Villanueva, un pequeño teatro, Teatro Ventura, para que en él con un grupo de amigos representara obras de teatro a las que ella era muy aficionada. Entre estos amigos destacaba el joven Fernando Díaz de Mendoza y Aguado, heredero de los marqueses de Fontanar. En seguida, entre Ventura y Fernando surgió una fuerte amistad que terminó en matrimonio, realizado en abril de 1888 en Madrid. De este matrimonio nació un hijo, Fernando, al que Ventura no pudo ver crecer, pues víctima de la enfermedad que padecía desde niña, murió el 23 de abril de 1890 a los veinticuatro  años.

Leopoldo Serrano y Domínguez, el menor de los hijos, nació en Madrid en 1868. Como su padre y su hermano Francisco fue militar. Ocupó el cargo de gobernador civil de Madrid y además fue senador y diputado. Contrajo matrimonio en 1891 con María Gayangos y Díez de Bulnes, hija de los marqueses de Monte Olivar. Este matrimonio no tuvo hijos.        

Se conservan dos bellos retratos de la duquesa de la Torre. El primero fue realizado en 1857, en Saint Cloud (Francia), por el pintor Winterhalter, retratista de la emperatriz Eugenia, durante la estancia en París de Antonia Micaela con motivo del nombramiento de su esposo como Embajador de España en Francia por primera vez. Es un precioso retrato al óleo, de medio cuerpo, que la representa ataviada como el personaje de Rosina de la ópera El Barbero de Sevilla de Rossini, disfraz que la duquesa lució en un baile de disfraces en las Tullerías. Desgraciadamente, desde 1931, se desconoce el paradero de este importante retrato.

El segundo retrato fue pintado por Antonio Gisbert entre finales de 1870 y principios de 1871, siendo Antonia Micaela la esposa del regente del Reino. Gisbert, en este retrato al óleo de cuerpo entero, supo captar magistralmente la belleza y la elegancia de la duquesa de la Torre. Este cuadro en la actualidad es propiedad del V duque de la Torre, Carlos Martínez de Campos y Carulla .

 

Obras de ~: Choses Vraies, París, Librería de la Nouvelle Revue, 1892.

 

Bibl.: I. Bermejo, La estafeta de Palacio. (Historia del último reinado. Cartas trascendentales al rey Amadeo), Madrid, Imprenta de R. Labajos, 1871; Benalúa, conde de, Memorias, Madrid, 1924; J. Ezquerra del Bayo y L. Pérez Bueno, Mujeres españolas del Siglo XIX, Madrid, Imprenta Julio Cosano, 1924; Lema, marques de, De la Revolución a la Restauración, Madrid, Voluntad, 1927; W. Ramírez de Villa-Urrutia (marqués de Villa-Urrutia), EL General Serrano, Duque de la Torre, Madrid, Espasa Calpe, 1929; C. Benoist, Canovas. La Restauration renovatrice, París, 1930. M. Izquierdo Hernández, Historia Clínica de la Restauración, Madrid, Editorial Plus Ultra, 1946, M. Fernández Almagro, Historia política de la España contemporánea, Madrid, Pegaso, 1956; M. Espadas Burgos, Alfonso XII y los orígenes de la Restauración, Madrid, CSIC, 1975; T. Ortúzar Castañer, El General Serrano, Duque de la Torre. El hombre y el político. Madrid, Ministerio de Defensa, Secretaría Técnica, diciembre 2000; J. L. Comellas, F. Martínez Gallego, T. Ortuzar Castañer, Á. Martín Poveda y G. Rueda, Los generales de Isabel II, Madrid, Ediciones 19, febrero 2016; T. Ortuzar Castañer, El General Serrano. Biografía breve, Madrid, Ediciones 19, 2016; La Duquesa de la Torre. Mariscala Serrano. 1832-1917, Barcelona, Editorial Arpegio, 2019; El general Serrano, duque de la Torre. El hombre y el político, Barcelona Arpegio, 2023 (2 vols.).

 

Trinidad Ortuzar Castañer