Remontando su árbol genealógico hasta el siglo XVII, se pueden encontrar en él militares, docentes, médicos, botánicos, farmacéuticos, notarios, religiosas y un monje cisterciense, también militar y fundador de la Congregación de Hermanas del Amor de Dios, ya venerable –Decreto de Juan Pablo II, de fecha 28 de junio de 1999– y en proceso de beatificación (Mariano de Usera y Alarcón, 1810-1891, tío-abuelo de Marcelo de Usera).

Miembro de una familia de clase media, su padre pertenecía al Cuerpo de Inspectores de Minas, y con él la familia se trasladó a Málaga. Allí, en La Caleta, transcurrió la infancia de Marcelo. Posteriormente, se produjo un nuevo desplazamiento, en esta ocasión a Cuba, donde fue destinado el padre. No estuvieron muchos años en la isla antillana. El nombramiento del padre como inspector general del Cuerpo de Inspectores de Minas significó el regreso a la Península. Marcelo estaba en la Facultad de Filosofía y Letras cuando el padre viajó de Madrid a Cuba, a fin de preparar el traslado de la familia, viaje en el que falleció. El esfuerzo de la madre y de los hermanos mayores hizo que no se desmoronase la familia. [...]