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Cornelio Duplicio (o de Dobele) Schepper

Biografía

Schepper, Cornelio Duplicio (o de Dobele). Barón de Erck, en Flandes. Nieuport (Bélgica), 1502 – Amberes (Bélgica), 28.III.1555. Diplomático y consejero real.

Fue Schepper uno de los más distinguidos y andariegos embajadores de Carlos V, procedentes de los Países Bajos. Consejero del Emperador, ejerció numerosísimas misiones diplomáticas por toda Europa. Hombre de cultura, experto en la gobernación de las tierras flamenca y holandesa, recorrió con comisiones de Carlos V los Estados del Imperio, lo representó en Francia y negoció con los turcos en Estambul.

Schepper había nacido en Nieuport, en el Flandes septentrional, cerca de Ostende, en 1502; ostentaba el título de barón de Erck. Su abuelo Jean de Schepper había servido a Felipe el Hermoso en el Ejército y en la Marina y su padre había sido burgomaestre de Dunkerque de 1511 a 1518, probable motivo por el que Calvete de Estrella tenía a Cornelio por natural de ese puerto. Por esos antecedentes familiares, Schepper era un buen conocedor de las costas del Mar del Norte y de las fortificaciones y defensas de los Países Bajos.

Al inicio de la que sería una prolongada carrera política, estuvo al servicio del Rey de Dinamarca Cristián II, que se refugió en los Países Bajos, expulsado del Reino por sus súbditos rebeldes en 1523. Schepper acompañó al monarca danés en su viaje a Inglaterra, donde éste trató de procurarse aliados para restablecerse en el Trono. En Londres, las condiciones de Schepper llamaron la atención del embajador de Carlos V, Luis de Flandes, señor de Praet.

Cristián II nombró a Schepper su vicecanciller y le encomendó una misión diplomática remitida a Carlos V, a la sazón en España. Allí hubo de solicitar, en nombre del monarca danés, cuñado de Carlos V, el apoyo de éste, a la vez que la resolución del pago de la dote de la reina Isabel, hermana del Emperador.

Schepper tenía instrucciones de consultar previamente en Bruselas con la regente Margarita de Austria, tía de Carlos V, la cual, prudente estadista y óptima conocedora del necesario equilibrio en el Mar del Norte, disuadió de la arriesgada empresa que hubiese representado el auxilio militar a Cristián II, del que además Carlos V desconfiaba con razón. Vuelto a Dinamarca, Schepper emprendió nuevo viaje a España cuando la citada reina Isabel, maltratada consorte de Cristián II, falleció en 1526. Fue entonces cuando, en 1527, en Granada, Schepper entró en el servicio directo de Carlos V a quien lo había recomendado su citada tía, la archiduquesa Margarita, gobernadora de los Países Bajos. Las relevantes condiciones de Schepper, que habían sido advertidas por Margarita, no lo fueron menos por el propio Carlos V, que lo adscribió a su Consejo y le encargó pronto misiones diplomáticas por Europa.

En 1528 Carlos V se resolvió a enviar una embajada a tierras del Norte. Para ello escogió a Schepper, a quien hizo proveer de instrucciones y credenciales para Segismundo I de Polonia, Jacobo V de Escocia; el duque Enrique II de Brunswick y el obispo de Bremen.

Dos años después, Schepper acompañó al Emperador a Italia, con ocasión de la coronación imperial en Bolonia, de donde pasó con él a la Dieta de Augsburgo.

Desde allí, en 1530-1531, ejerció varias misiones diplomáticas de Carlos V y de su hermana María de Hungría, gobernadora de los Países Bajos, a los príncipes alemanes y a los cantones suizos.

En 1533 dio inicio a una de sus experiencias más arduas: la de representar a Carlos V y a su hermano Fernando en tierras del Imperio Turco, sempiterno y peligroso rival, con el que se deseaba obtener una paz estable, que garantizase la seguridad de las fronteras orientales de los Habsburgo. Pasó en consecuencia, con credenciales del Emperador a la Corte de Solimán II en Estambul.

Carlos V buscaba prestar apoyo político a su hermano Fernando, a quien la paz con los turcos era vital en sus territorios húngaros. En Estambul Schepper, en compañía del embajador del rey Fernando, que era Jerónimo de Zara, trató con el Gran Visir, el Bajá Ibrahim. Las arduas negociaciones condujeron a la paz de 24 de junio de 1533, de la que Schepper se mostró muy satisfecho: “yo nunca hubiera creído —escribió— que esta gente se aviniera a una paz con esas condiciones, pero ha llegado”. La compleja relación con los turcos lo llevó de nuevo a desempeñar una embajada de Carlos V a Estambul; se trataba de contrarrestar las peligrosas incursiones de Khaireddin Barbarroja en el Mediterráneo. No se llegó a ningún acuerdo y Schepper abandonó tierra turca, no sin graves peligros, en junio de 1534; en el informe que presentó en Praga al rey Fernando tras su accidentado retorno, refirió los riesgos padecidos y la prisión de que fue objeto en Belgrado.

Satisfecho de sus gestiones, Carlos V lo nombró maître des requêtes en el gobierno de los Países Bajos y le confió nuevas misiones a Dinamarca y a los príncipes del Imperio Alemán.

Regresado a España, Carlos V le encargó otro ámbito de negociación diplomática y ciertamente con otro Estado de difícil trato por su hostilidad respecto de España.

En 1536, 1537 y 1538 fue embajador de Carlos V ante Francisco I de Francia y, en esa calidad, tomó parte en las negociaciones de Niza y de Villafranca en 1537.

Volvió después al otro campo de sus actividades diplomáticas, al ser enviado de nuevo al oriente europeo.

Participó en 1540 en los tratos con el pretendiente Juan Zápolya, quien con el favor de los turcos contendía con Fernando de Austria por el Reino de Hungría.

Eso lo llevó a tierras húngaras (Presburgo, Transilvania y Aula Regia). Volvió a ocuparse en los años siguientes (1542-1546) de las relaciones con los príncipes alemanes (Sajonia, Colonia, Hessen, Lieja, ciudades hanseáticas y Oldemburgo). En todos esos casos, se trataba de contrarrestar la dañina influencia francesa en los estados alemanes y mantenerlos fieles a la política imperial y a la de María, gobernadora de los Países Bajos, o bien obtener subsidios para las campañas contra los turcos o hacer, para ello, levas de tropas.

En 1545 y 1546 fue llamada a desempeñar sendas embajadas en otro importante sector de la política exterior de Carlos V. Lo nombró éste su embajador ante Enrique VIII de Inglaterra, a fin de recobrar alguna forma de nueva alianza. Después regresó a Alemania, donde acompañó a Carlos V en su campaña contra la Liga protestante.

Schepper demostró ser un capaz diplomático, útil para los lugares y negociados más diversos, lo que le hizo ubicuo personaje en las embajadas de Carlos V, tanto en Francia, como en Dinamarca y los países nórdicos, como ante los Estados del Imperio Alemán o el Reino de Inglaterra, o incluso para la Europa Oriental y para Turquía. En el Diario que sobre sus viajes escribió abundan comentarios que lo revelan como hombre de carácter muy crítico, a menudo despectivo para los países y las gentes; no escaparon a sus censuras los alemanes, ni los ingleses, ni los españoles, a quienes sin embargo reputaba gentes valerosas (“hardis et courageux”).

Por lo demás, los elogios que en su tiempo se tributaron a Schepper fueron unánimes. Cuando Carlos V lo nombró consejero de Estado en los Países Bajos, encomió sus méritos demostrados en viajes y embajadas.

Paolo Jovio ensalzó su talento y aptitud viajera. Calvete de Estrella lo juzgaba “hombre doctísimo en variedad de lenguas y buenas letras y de gran prudencia; ha sido Embajador del Emperador en Polonia, en Constantinopla y otras partes”; y por su doctrina lo elogiaron el cronista Pedro Girón y también Erasmo, que lo ensalzó en su Ciceroniano. El propio Francisco I de Francia quiso captarlo para su servicio.

Su asidua presencia al lado de Carlos V lo hizo hallarse en momentos culminantes de la vida de éste, como fueron la coronación en Bolonia en 1530, las Vistas de Niza con el papa Pablo III, el viaje a través de Francia y el recibimiento que le hizo Francisco I en París y posiblemente en la victoria de Mühlberg.

Schepper había casado con una noble flamenca, Anna Isabella Donche, viuda de Peter Laurijn, y después con Margarita Lounis en segundas nupcias. Murió el 28 de marzo de 1555 en Amberes. Halló sepultura en la iglesia de Eecke, junto al Escalda, cerca de Gante; el monumento fue destruido por los iconoclastas y restaurado por su hija en 1558. En su epitafio latino se conmemoraban sus embajadas en nombre de Carlos V y de su hermano Fernando I ante diversos príncipes cristianos y ante el sultán turco.

Schepper fue asiduo escritor, políglota y erudito, hombre polifacético, incluso interesado por la alquimia, de la que poseía una copiosa biblioteca, y por la astrología, a la que dedicó un libro, así como aficionado a las matemáticas y a la historia. Perteneció a la elite intelectual que entonces se agrupaba en torno a Erasmo, que le poseía afecto y lo menciona abundantemente en su epistolario. En la Corte de Carlos V disfrutaba de la amistad de Alfonso de Valdés y de la protección de Gattinara.

 

Obras de ~: [Relación de su viaje], texto en lat. y fr., 1533; [Crónica de las campañas africanas de Carlos V], s. f.

 

Bibl.: Barón de Saint-Genois y G. A. Yssel de Schepper, Missions diplomatiques de Corneille Duplicius de Schepper, dit Scepperus, Ambassadeur de Christiern II, de Charles V, de Ferdinand I et de Marie, Reine de Hongrie, Gouvernante des Pays Bas, de 1523 à 1555, Bruxelles, Hayez, 1856, pág. 39; R. Häpke, Die Regierung Karls V. und der europäische Norden, Lübeck, 1914; M. A. Ochoa Brun, Historia de la Diplomacia española, vol. V, Madrid, Ministerio de Asuntos Exteriores, 1999.

 

Miguel Ángel Ochoa Brun