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Juan Polo de Ondegardo

Biografía

Polo de Ondegardo, Juan. Valladolid, 1520 – Ciudad Rica de La Plata (Perú), XI.1575. Licenciado, cronista, corregidor.

Su padre, Diego López de León, fue alguacil mayor de la Inquisición en Cuenca, y receptor de la misma en Granada, hasta 1534, en que murió: “la legítima de mi padre fue muy poca porque quedó debiendo a Su Majestad un cuento de maravedís de la Receptoría General de la Inquisición de Granada que tuvo, de los cuales pagó el dicho licenciado Polo la mitad, y no dejó el dicho mi padre más hacienda que las casas principales de la Plaza Mayor de esta villa y la hacienda de Ciguñuela, que a muy larga tasación debía valer cuatro mil ducados, y habíanse de sacar de ellos mil castellanos de la dote de mi madre y más las arras que la prometió y la dicha deuda de Su Majestad que, sacándose todo, no debían quedar por bienes del dicho mi padre dos mil ducados”. Fue enterrado en la Capilla de Santa Catalina del Convento de San Francisco de Valladolid, en el mismo lugar donde años antes había fallecido Cristóbal Colón.

Su madre, Jerónima de Zárate, era hija de Lope Díaz de Zárate, del Consejo de Su Majestad y secretario del Tribunal de la Inquisición, quien le va a auxiliar económicamente tras la muerte de su marido “para ayuda de criar y remediar los dichos sus hijos e hijas”. Este auxilio económico consistió en 7000 maravedís de juro, y en encargarse de los estudios de su nieto Polo. Jerónima de Zárate debió de morir entre el 28 de enero y el 18 de septiembre de 1556, según las escrituras notariales ante el escribano de Valladolid, Francisco Cerón. Fue enterrada en la sepultura de su padre, en la calostra del Monasterio de Nuestra Señora del Prado, según expresa en su testamento su nieto Rodrigo, el cual mandó que se invirtieran 60 ducados en el citado monasterio en misas por el alma de su abuela.

Polo de Ondegardo tuvo seis hermanos: Alonso Ondegardo, Lope Díaz de Zárate, Agustín de Zárate, María Ondegardo, Ana Ondegardo y Jerónima de Zárate.

La casa familiar de Polo estuvo situada en la Plaza Mayor de Valladolid, según la describe Rodrigo de Contreras, hijo de Polo: “dos pares de casas en la Plaza Mayor, que lindan de una parte con casas de Bernarda Jiménez y de la otra con casas de Juan de San Pedro”. Casas que se salvaron del incendio de 1561.

Polo de Ondegardo cursó sus estudios en el Colegio de Santa Cruz de Valladolid para obtener su licenciatura en Leyes, estudios que debió de ampliar en la Universidad de Salamanca tal como se desprende del testamento de su abuelo Lope Díaz de Zárate: “[...] mando que se den de mi hacienda a Polo Ondegardo, mi nieto, que está en el Estudio de Salamanca, treinta ducados en cada un año, por tiempo de tres años, que comienzan a correr desde el día de San Lucas primero que vendrá de este presente año hasta ser cumplidos los dichos tres años, por que tenga con que estudiar y por defecto de no lo tener haya de dejar el Estudio y perder lo que ha estudiado”.

Tras estos estudios dejó a su madre, Jerónima de Zárate, y a su hermano, Alonso, como procuradores y administradores de todos sus bienes en Valladolid, Ciguñuela, Simancas, Zaratán y otros pueblos de la provincia, y pasó a Perú con el virrey Blasco Núñez Vela, según el informante Diego de Molina. Embarcó en el puerto de Sanlúcar de Barrameda el 1 de noviembre de 1543 (Fr. P. de Sandoval, 1955-1956: 222), y llegó a Tumbez, en marzo de 1544.

Este notable licenciado que llegó al Perú como administrador de los bienes de Hernando Pizarro, desempeñó, a lo largo de sus treinta y dos años de estancia en aquellas tierras, numerosos cargos públicos que le pusieron en contacto directo con la realidad indígena. Y gracias a su conocimiento de la historia incaica, se hizo imprescindible para los altos dignatarios, tanto civiles —Cañete, Nieva, Castro, Toledo— como eclesiásticos —Loaysa, Campar— (C. Araníbar, 1963: 124).

Polo de Ondegardo se casó con Jerónima de Peñalosa, hija de Rodrigo de Contreras (gobernador de Panamá) y de María de Peñalosa, con quien tuvo seis hijos. Jerónimo Ondegardo, un segundo hijo que estudió Leyes en Valladolid, Lope Díaz de Zárate, Rodrigo de Contreras, María de Peñalosa y Juan Bautista de Ondegardo.

Juan Polo de Ondegardo es un licenciado en Leyes, un cargo público y un hombre de empresa que se enfrentó al mundo indígena con una enorme curiosidad e interés, lo que le convierte en uno de los informantes más veraces de la historia del Perú, y a sus escritos, en unos magníficos tratados etnográficos e históricos.

En su obra El Tratado de averiguación de los errores y supersticiones de los indios —conocido por los críticos con los títulos abreviados de Tratado y Averiguación o Errores y Superstición— presenta a los indígenas de los Andes practicando su religión tradicional.

Redactada en 1559 —cuando Polo fue nombrado corregidor del Cuzco por el marqués de Cañete— (C. Araníbar, 1963: 124), el Tratado y Averiguación fue adoptado en 1567 por el III Concilio Provincial de Lima, donde causó muy buena impresión (J. de Acosta, 1954: 166). E incluso un compendio de la obra, redactado por un personaje desconocido, fue incluido por mandato de las autoridades eclesiásticas en el Confesionario para los curas de indios con la ilustración contra ritos y exhortaciones para ayudar a bien morir (R. Vargas Ugarte, 1966: 33), libro impreso en Lima en 1585 por Antonio Ricardo (F. Esteve Barba, 1992: 527). Brinda una gran información sobre la civilización incaica, pues había noticias sobre la Capaccuna (lista de Monarcas incaicos), el gobierno y la religión del Imperio.

Habiendo sido el mismo Polo de Ondegardo quien llevó a cabo la creación de parroquias en el Cuzco y la distribución en ellas de los indios, conoció a fondo sus creencias religiosas.

Otro aspecto importante que estudió el licenciado Polo es el de la hechicería en la religión incaica, que ejercían tanto hombres como mujeres. Cuando fue corregidor del Cuzco logró que los alcaldes indios llevaran a su presencia, de sólo los moradores de la ciudad, cuatrocientos setenta y cinco hombres y mujeres hechiceros, con los instrumentos que utilizaban para sus exorcismos y de su observación extrajo la información detallada que deja en sus escritos, con la descripción minuciosa de rituales indígenas similares al sacramento católico de la penitencia.

Las condiciones especiales que requerían para pertenecer a la clase sacerdotal, que ocupaba un estamento muy elevado en la sociedad incaica, quedan magníficamente descritas en sus informaciones. Todo ello facilitaría a los misioneros el proceso de evangelización, es decir, de transculturización. Dicho con otras palabras, la obra de Polo era un elemento clave para el cambio cultural del indígena andino, cambio controlado, programado y dirigido por el Concilio Limeño III y ejecutado en la práctica por los curas de las parroquias, quienes seguían las directrices teóricas marcadas por el Confesionario.

El sistema empleado por Polo para recoger datos se basa en la encuesta, técnica antropológica por excelencia.

Aunque coloreada con tintes curialescos, las encuestas fueron programadas con meticulosidad científica, pues, además de preguntar a todos “los yndios viejos que habían quedado del tiempo de la gentilidad” (B. Cobo, 1956: 59), estudió los escasos documentos gráficos incaicos, así como las ruinas.

En cuanto a su obra, Polo fue un prolífico y fecundo escritor, cuyo campo, a diferencia de lo que sucede con otros cronistas, no se limitó al estudio de las antigüedades peruanas, puesto que trató también temas jurídicos y políticos de la época.

La obra de Polo necesita una nueva y completa reedición. La existencia de numerosas copias, compendios y ampliaciones ha planteado serios problemas al investigador, hasta el punto de que el editor Urteaga llegó a imprimir dos veces el mismo escrito sin caer en la cuenta (C. Araníbar, 1963: 102).

Como ha señalado Carlos Araníbar (1963: 124), “un desdichado signo editorial parece cernirse por siglos sobre los escritos del Licenciado Polo”. Salvo el Tratado y Averiguación —que, como se ha dicho, se publicó resumido en el Confesionario para curas de indios—, no se publicó ninguna de sus obras históricas, aunque sí circularon en forma de copias manuscritas, algunas de ellas mutiladas, ampliadas o, simplemente, insertadas literalmente en la obra de otros autores (C. Araníbar, 1963: 125). Entre ellas, además de las ya citadas, destacarían las siguientes: Instrucción contra las ceremonias y ritos que usan los indios conforme al tiempo de su infidelidad, que, según M. Mendiburu (1934: 235), sería la más antigua; Informe al Licenciado Briviesca de Muñatones sobre la perpetuidad de las encomiendas: un informe jurídico según las cédulas de 1553, fechado en Lima el 12 de diciembre de 1561, que presenta un exhaustivo estudio de la realidad del mundo inca; Ordenanzas de las minas de Guamanga, que presenta el ámbito laboral indígena; Traslado de un cartapacio a manera de borrador que quedó en los papeles de el Licenciado Polo de Ondegardo cerca de el linaje de los ingas y cómo conquistaron: escrito probablemente en 1572, el documento original, parece ser una copia conservada en la Biblioteca Nacional de España (Madrid), sin fecha pero con letra típica del siglo XVII, de ciento setenta y cuatro hojas numeradas, en pergamino, procedente “de la Biblioteca del Rvdo. Flores” (J. Paz, 1992: 530-531). Aparte de la sucinta nominación de los incas que coincide con la generalmente consignada por todos los cronistas excepto por la supuesta existencia de una Tarco Huaman cerrando el ciclo de la dinastía de los Hurin Cuzco, Ondegardo no aclara ninguno de los muchos puntos confusos de la historiografía del Incario, aunque hace referencia a una Relación escrita por él sobre estos temas, y que sería de gran utilidad para un exacto conocimiento de la capaccuna y que debía de ser muy rica en datos a juzgar por lo que dice el mismo autor. Aunque probablemente en esa Relación perdida se encuentren datos nuevos e interesantes que se podrían rastrear en obras más tardías de autores que confiesan haber utilizado los papeles de Polo. Como muestra de ello, se ve, por ejemplo, que unos datos que no pudo conseguir Cieza en la primera mitad del siglo XVI los completa el padre Bernabé Cobo cien años más tarde (cfr. el capítulo XXXII del Señorío de los Incas, dedicado al reinado de Lloque Yupanqui); Copia de unos capítulos de una carta del Licenciado Polo, vecino de la ciudad de La Plata para el doctor Francisco Hernández de Liébana: en esta carta Polo pretende, por una parte, evitar que los indios pleiteen, costumbre que ha nacido del trato con los españoles, recomendándoles guardar sus costumbres, y, por otra, presenta una serie de provisiones para el buen gobierno de los indios señalando expresamente las obligaciones a los encomenderos; La relación de los adoratorios de los indios en los cuatro ceques: la fecha de este documento es anterior a diciembre de 1561, según se deduce de un informe de Polo al licenciado Briviesca de Muñatones. La importancia de esta relación es tal, que el propio padre Bernabé Cobo incluye su texto íntegro dentro de su conocida obra Historia del Nuevo Mundo (B. Cobo, 1956, II: 169-186), como ya bien indica H. Urteaga en la biografía del licenciado (H. Arteaga y Romero, 1916; cfr. J. H. Rowe, 1981); Relación de los fundamentos del notable daño que resulta de no guardar a los indios sus fueros. Su título original es Relación sobre Ingas del Cuzco, escrita el 26 de junio de 1571. Julián Santisteban Ochoa cree que esta obra: “Es un trabajo interesante por la comparación que hace de las dos legislaciones, la incaica y la española, aparte de dar datos importantes acerca de los servicios administrativos, de chasquis, caminos y fortalezas, huacas, etc.” (J. Santisteban, 1946: 103). Además, este importante estudio sirvió de base a las ordenanzas del virrey Toledo. La importancia de la obra radica en que trata de: 1. Origen de los Ingas. 2. Presupuesto de la tercera división de las tierras. 3. De la ropa que usaban. 4. Del ganado. 5. Servicio. 6. Gente para la guerra. 7. El tributo. 8. De los chasquis. 9. Edificios y fortalezas. 10. Del servicio de las huacas. 11. Del servicio para los muertos. 12. Servicio de tambos y caminos. 13. Servicio para los incas. 14. División y distribución de tributos (H. Urteaga, 1916, III: 45). Este escrito constituye un veraz informe en el que se pretende mostrar aspectos importantes de las relaciones entre la administración indiano-española y la vida tradicional de los indios. Es un documento vivo del período de asentamiento colonial en tiempos del virrey Toledo y, por lo tanto, de un valor testimonial que no tiene parangón en el de otros textos de esta naturaleza. Estos documentos los utilizó el padre Francisco de Ávila en su trabajo sobre las supersticiones de Huarochiri y forma, con otros seis documentos, todo un corpus sobre el origen, dioses, mitos e historia del pueblo inca en general. Respecto al contenido de la obra, es indudable su valor en general desde el punto de vista etnohistórico, pudiéndose destacar además un aspecto fundamental ya confirmado entre las dos legislaciones, la incaica y la española.

La valía de Polo de Ondegardo queda resumida en la leyenda que aparece en la parte inferior de la pintura que sirve de portada a este libro, donde se refleja el cúmulo de grandezas que consiguió y el buen deseo de quien quiso que quedaran plasmadas en el retrato para, quizá, mantener su propio orgullo: “Licenciado Polo de Ondegardo, conquistador del Piru y gobernador de las Charcas. Tubo de renta más de cuarenta ducados. Fue natural de Valladolid. Engrandeció y ayudo mucho a su linaje”.

Gracias a la obra de Polo de Ondegardo se han podido entender muchos puntos oscuros de la civilización incaica: En primer lugar, la palabra mutsha. Adoptada por los cronistas y curas de almas españoles para su tesoro lingüístico. Transformada en mochar, hacer la mocha, mochador o mochadero, se encuentra en las crónicas de Avendaño, Arriaga, Villagómez, Pachacuti y otros. Según Tschudi (1918, I: 235), aparece por vez primera en las obras de Polo.

En segundo lugar, la expansión del imperio del Tawantinsuyu. La hipótesis tradicional, que gozó de saludable vida durante mucho tiempo, sostenía la tesis de la “expansión gradual. Pues bien, semejante error histórico se debió a Garcilaso y al célebre comentarista del inca Riva Agüero (C. Araníbar, 1963: 127). Como ha señalado Jacinto Gijón y Caamaño (1959: 101), esta hipótesis cuenta en su favor “con el testimonio de los más respetables autores que conocieron y trataron a los descendientes inmediatos de los últimos incas”. Para ratificar esta apreciación, Polo de Ondegardo, en su Relación de los fundamentos acerca del notable daño que resulta de no guardar a los indios sus fueros, dice al respecto: “No debe hacer 350 ó 400 años que estos indios no poseían más que aquel valle del Yucay y Xaquixahuana, que por cada parte no hay más de cinco leguas [...] Este mismo tiempo poco más o menos debe haber que ellos empezaron a señorear y a conquistar aquellas comarcas del Cuzco y según parece por sus registros, algunas veces fueron desbaratados, e aunque Andahualas está treinta leguas del Cuzco, que es provincia de los changas, no la sujetaron ni pusieron debajo de su dominio hasta el tiempo de Pachacuti Ingá Yupanqui [...] En el tiempo desde Inga [Pachacuti] que venció a los Changas, e luego su sucesor empezó a conquistar por esta parte [...] e ansí todo la dificultad que hubo fue en conquistar aquellas comarcas del Cuzco, porque luego todos los conquistados iban con ellos e conquistaban mucho” (H. Urteaga, 1916, III: 53-56).

En tercer lugar, la estructura social del Cuzco y la organización política del Tahuantinsuyu. Partiendo del planteamiento de la cita que antecede y de la interpretación del Informe sobre los Ceques, como ya se ha señalado más arriba, R. T. Zuidema (1946) planteó una nueva visión de la estructura de la sociedad cuzqueña y apuntó la hipótesis de que la forma del ejercicio del poder político se ajustaba a los principios de dualidad que siguieron en los señoríos andinos preincaicos (M.ª C. Bravo, 1992). Es cierto que este tema lo desarrolló a partir de las noticias que recogió el padre Acosta sobre los linajes de los señores cuzqueños de Hanan y Hurin; pero el mismo Zuidema da autoridad a estos datos, precisamente porque el jesuita afirma haberlos tomado de las informaciones de Polo, que había escrito él mismo (Polo, 1871: 49), una Historia de los Incas cuyo texto nunca se ha encontrado. La hipótesis planteada por Zuidema ha abierto una nueva línea de investigación sobre estos temas que ha dado pie a una serie de estudios sobre el pasado incaico desde nuevas perspectivas (Wachtel, 1966; Duviols, 1979-1980; Rostworowski, 1983; Bravo, 1992).

En cuarto y último lugar, la religión. La parte que más interesa a Polo de Ondegardo de la civilización andina es la religión y para ello recoge y consulta la mayor cantidad de datos posibles comunicados por los indígenas que han convivido con esta cultura, y que van a transmitir todo este bagaje a los españoles.

En resumen, los escritos de Polo de Ondegardo aportan una valiosa información para el conocimiento de los cambios que se operaron en la cosmovisión andina tras la llegada de los europeos.

 

Obras de ~: Instrucción contra las ceremonias y ritos que usan los indios conforme al tiempo de su infidelidad; Tratado y averiguación sobre los errores y supersticiones de los indios, 1559; Informe al Licenciado Briviesca de Muñatones sobre la perpetuidad de las encomiendas, Lima, 12 de diciembre de 1561 (Revista histórica de Lima [Lima], t. XII [1940]); La relación de los adoratorios de los indios en los cuatro ceques, diciembre de 1561 ant., publicada por H. Urteaga y Romero en el tomo IV de su Colección de Libros y Documentos, Lima, 1917; Relación sobre Ingas del Cuzco (o Relación de los fundamentos del notable daño que resulta de no guardar a los indios sus fueros), 26 de junio de 1571, ms. 2821 de la Biblioteca Nacional de España (BNE), 77 hojas numeradas (también en CODOIN, t. XVII, Madrid, 1871; ed. de H. Urteaga y Romero en Colección de Libros y Documentos referentes a la historia del Perú, t. III; y ed. de L. González Pujana y A. Alonso en El mundo de los incas, Madrid, Historia 16, 1990); Traslado de un cartapacio a manera de borrador que quedó en los papeles de el Licenciado Polo de Ondegardo cerca de el linaje de los ingas y cómo conquistaron, ¿1572? (ms. del s. xvii, en BNE; trad. al inglés por Markham en 1873; ed. de H. Urteaga y Romero en la segunda parte de la Religión y Gobierno de los Incas en la Colección de Libros y Documentos referentes a la historia del Perú, t. IV, Lima, 1917, págs. 95-138, con el nombre de Verdadero y legítimo dominio de los reyes de España en el Perú, sin aclarar en el est. prelim. de la ed. de los escritos de Polo esta exacta coincidencia entre ambos); Ordenanzas de las minas de Guamanga, publicado por H. Urteaga y Romero en la segunda parte de Informaciones a cerca de la religión y gobierno de los Incas en la Colección de Libros y Documentos referentes a la historia del Perú, t. IV, Lima, 1917, págs. 139-151 (apud Colección de Documentos Inéditos de Torres de Mendoza, t. VIII, pág. 4); Copia de unos capítulos de una carta del Licenciado Polo, vecino de la ciudad de La Plata para el doctor Francisco Hernández de Liébana, ed. por H. Urteaga y Romero en la segunda parte de Información acerca de la Religión y Gobierno de los Incas. Colección de Libros y Documentos referentes a la historia del Perú, t. IV, Lima, 1917, págs. 153- 160 (apud Colección de Documentos Inéditos para la historia de España, t. IV, pág. 274).

 

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Laura González Pujana