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Ramón de Salas y Hernández

Biografía

Salas y Hernández, Ramón de. Esquivias (Toledo), 28.III.1790 – Segovia, 13.III.1862. Mariscal de campo de Artillería, gobernador militar de Valencia e historiador.

El 4 de junio de 1808, Ramón de Salas y Hernández se decidía a abandonar sus estudios de Filosofía en la Universidad salmantina, para alistarse voluntario, como soldado distinguido, en el Batallón de Estudiantes de Salamanca. En aquel año, la entrada de fuerzas francesas por la frontera pirenaica con destino a la ocupación del Reino de Portugal, se convertía en un progresivo posicionamiento de tropas en España y, tras los primeros enfrentamientos sucedidos los días 2 y 3 de mayo en Madrid, en abierta invasión. En medio de una compleja situación de vacío de poder, por haber sido detenidos los Monarcas y el heredero en el país vecino, y de una cadena de levantamientos en las principales ciudades españolas, comenzaba la Guerra de la Independencia. Ante la necesidad de cubrir la carencia de tropas regulares españolas en pie de guerra surgieron, desde un primer momento, y de forma improvisada, todo tipo de formaciones de voluntarios. Los Batallones de Voluntarios Distinguidos fueron unidades reservadas a civiles de posición social acomodada, corriendo de su cuenta el pago del uniforme y equipo.

En este contexto y en una de esas unidades, Salas se encontró presente en las acciones de la campaña del Ebro, hallándose en la guerrilla al frente de Logroño, en los últimos días de septiembre, momentos en que la euforia por la victoria en la Batalla de Bailén ya se había disipado ante la superioridad de los adversarios. Asimismo, participó con su Batallón en Murillo y Ausejo, al paso de los enemigos por el vado de Alcanadre y el puente de Lodosa, ya en Navarra. En los márgenes meridional y oriental de Navarra había gran concentración de tropas españolas, siendo su ataque un claro objetivo estratégico de Napoleón. El Cuerpo de Ejército francés encargado de controlar este área era el dirigido por el mariscal Bessières, o Cuerpo de Observación de los Pirineos Orientales, que operaba en Burgos, Álava, el norte de Navarra y Guipúzcoa. Salas se encontró también en la retirada de las tropas españolas de resultas del fracaso de la batalla de Tudela, el 23 de noviembre de 1808 y, con su batallón, conteniendo la marcha del resto de efectivos, a la salida de Guadalajara. Se dieron cita en este enfrentamiento personajes como el mariscal Lannes, al mando de las divisiones imperiales, o Francisco Javier de Castaños y José de Palafox, frente a los cuerpos del Ejército del Centro y del de Reserva, respectivamente, que allí intervinieron. Esta derrota, sumada a las de Zornoza (Vizcaya), Gamonal y Espinosa de los Monteros (Burgos), consolidó la ruptura de la línea defensiva española en el Ebro, y la consecución del segundo sitio de Zaragoza.

Una vez disuelto su Cuerpo, Ramón de Salas se dirigió a Sevilla para incorporarse al conocido Batallón de Honor de la Universidad de Toledo —formado en gran medida por sus compañeros de estudios en Salamanca— que en 1809 tomaba parte importante en la formación de la Real Academia Militar. De hecho, el 14 de diciembre de 1809, por iniciativa del teniente coronel de Artillería Mariano Gil de Bernabé, se había establecido en Sevilla una Academia General, con el fin de dar instrucción adecuada a los estudiantes de distintas facultades que deseaban tomar las armas. En marzo de 1810 esta Real Academia Militar fue trasladada por la presión de los sucesos —al igual que el gobierno regente constituido en nombre del ausente Fernando VII, paralelo a la soberanía oficial de José I Bonaparte— a la Real Isla de León (Cádiz), alternando sus alumnos los estudios con los servicios de campaña que exigía lo crítico de la situación.

Aquel Colegio Militar promocionó en corto espacio de tiempo a sesenta y nueve oficiales facultativos de Artillería, a los que se llamó “gilitos”, por el nombre del director de la Academia. Salas se halló en aquellos meses en la marcha del Ejército del general Francisco Javier Venegas, duque de Alburquerque, sobre la Real Isla y sirvió en todos los puestos avanzados de La Línea, principalmente en las baterías de Sancti- Petri y Portazgo, en Cádiz, durante el asedio francés, al tiempo que asistía a los cursos militares de la Academia. El 24 de abril de 1811 salía promovido subteniente de Artillería, tomando parte en numerosas acciones hasta el fin de la guerra, ya como teniente desde 1812.

Este año fue decisivo en el curso de la guerra por el progresivo viraje de la situación a favor de los ejércitos aliados frente al invasor. Tras la victoria en los Arapiles (Salamanca), el 22 de julio, se iniciaba la marcha de Wellington hacia Madrid, que obligaría a refugiarse al rey José en Valencia. El teniente Salas combatió en agosto en el sitio y toma de Astorga, dirigiendo la artillería, integrado en el 6.º Ejército. Con su Compañía, sostuvo la retirada de las tropas y traslado de prisioneros contra la División enemiga de Foz. Además, intervino en la acción de Burriel, sitio del castillo de Burgos y acciones en las localidades asturianas de Trones y Cabeza Bubena, e hizo el servicio alternando con la artillería ligera inglesa en la retirada de aquellos puntos a Portugal, destacando en las acciones que tuvieron lugar en Celada, Quintana, Torquemada, Villamiel de Muñó, Cabezón de Pisuerga, Valladolid y Puente Duero, entre otras.

La última etapa de la guerra —en la que el Ejército francés se había visto obligado a replegarse al norte del Ebro— vino marcada por los triunfos del Ejército combinado hispano-británico, en la batalla de Vitoria, el 21 de junio, en la que participó Ramón de Salas. Esta derrota francesa, unida a las de San Sebastián, batalla de San Marcial y toma de Pamplona, provocó la retirada de los imperiales a territorio francés. En 1814 el artillero estuvo presente en las operaciones durante la breve incursión del Ejército aliado a Francia, en persecución de las tropas del mariscal Soult, hasta que se hizo definitivamente la paz. Por el Tratado de Valençay, firmado el 11 de diciembre de 1813, Fernando VII recuperaba la Corona española, regresando a España el 24 de marzo del año siguiente. Por su parte, el 18 de abril de 1814, los mariscales franceses Suchet y Soult firmaban la suspensión de hostilidades con Wellington, comandante en jefe de los Ejércitos aliados hispano-británicos.

Comenzaba entonces en España una nueva etapa de inestabilidad política con enfrentamientos entre las tendencias liberales, de una parte —reforzadas durante la guerra al triunfar su opción de gobierno en las Cortes de Cádiz con la Constitución de 1812— y de otra, las fuerzas absolutistas tradicionales, cuyo mayor representante era el propio rey Fernando. En el primer período de gobierno absolutista, en que el “Manifiesto de los Persas” marcaba el retorno de esta forma de monarquía en la persona de Fernando VII, Salas fue reformado como militar en 1817, en un ambiente de persecución de todo sospechoso de afrancesamiento o de liberalismo durante los años de la guerra. Tras el pronunciamiento de Riego, en enero de 1820, daba comienzo una nueva fase de gobierno liberal que duraría hasta 1823, en que Ramón de Salas, ascendido a capitán en 1822, se distinguió en los sucesos militares en apoyo del regreso de la opción absolutista, como parte de los llamados “Ejércitos de la Fe”. Un conjunto de partidas armadas organizadas por todo el país, se sublevaron en Madrid el 7 de julio de 1822, con el consentimiento del Rey. Salas se halló, ya en 1823, en la defensa de Valencia, mandando la artillería de medio recinto durante los dos sitios de tres días y un mes respectivamente, en Murviedro (hoy Sagunto) y Alicante. Aquel mismo año, el 7 de abril, en virtud de las negociaciones de Fernando VII en el marco de la Santa Alianza, un ejército francés de ciento treinta y dos mil hombres (Los Cien Mil Hijos de San Luis), mandados por el duque de Angulema, atravesaba la frontera, llegando hasta Cádiz. Las Cortes eran disueltas y quedaba restaurado por la fuerza el absolutismo, con la consiguiente vuelta de la represión política.

Por Real Decreto de 1 de octubre de 1823, el Cuerpo de Artillería fue disuelto, al igual que el resto del Ejército. Los artilleros fueron sometidos a los “juicios de purificación”, destinados a comprobar si los militares habían participado en actividades políticas o a investigar su comportamiento en los años de gobierno constitucional. A la espera de resolución, el capitán Salas quedó en situación de “indefinido” hasta octubre de 1825, en que debidamente purificado volvió al servicio activo en el primer Regimiento. En 1827 fue destinado a las plazas de Barcelona y Zaragoza, asistiendo a las alteraciones de Cataluña que tuvieron lugar entre abril y octubre, en la llamada “revuelta de los Agraviados”. Una rebelión de carácter ultrarrealista, provocada por el tímido acercamiento del monarca a los planteamientos liberales, que acabó con la deportación a Ceuta de trescientos sublevados y el fusilamiento de los principales insurrectos.

Ya en 1830 estaba Ramón de Salas formando parte de la comisión del Ejército español destinada a auxiliar la expedición francesa a Argel, participando en el bombardeo y ataque a esta ciudad, integrado en la escuadra francesa, que terminaría con la conquista de la plaza por los franceses de Luis Felipe I de Orleans. Durante los años siguientes, a su regreso del norte de África, fue nombrado secretario de la Junta Superior Facultativa de Artillería, cargo que ocuparía hasta 1832, año en que ascendió a segundo comandante, pasando de tercer jefe a la Brigada de Campaña. En 1834, Salas intervino en el último año de la guerra civil portuguesa, defendiendo la plaza de Almeida contra los finalmente vencedores “miguelistas”, partidarios de Miguel I. Esta contienda se desencadenó por el enfrentamiento sobre la sucesión al Trono entre los liberales constitucionalistas y los absolutistas en Portugal, originado a la muerte del rey Juan VI en 1826.

De vuelta en España, Salas participó en la Guerra Carlista, entre 1834 y 1840, en las que serían sin duda sus campañas de consagración como militar. Los partidarios del régimen absolutista habían concentrado sus fuerzas en favor del infante Carlos María Isidro de Borbón, frente a los defensores del liberalismo en la persona de Isabel II, denominados “cristinos” por apoyar entonces a la regente María Cristina.

En un primer momento, Ramón de Salas sirvió en el Ejército “cristino” de Operaciones del Norte, hallándose en las guarniciones de Miranda de Ebro, Vitoria, Salvatierra, Pamplona, Logroño y San Vicente de La Sonsierra (La Rioja), consideradas todas ellas en estado de bloqueo. Por sus acciones en estos puntos mereció y obtuvo el grado de coronel. Asimismo, destacó en la decisiva toma de Cantavieja, entre el 29 y el 31 de octubre de 1836 y, trasladado desde el siguiente año al Ejército de Operaciones de Aragón, se distinguió en el famoso 5 de marzo de 1838 en la defensa de Zaragoza frente a los carlistas de Ramón Cabrera. El arrojo demostrado en esta acción —en la que además organizó una corta fuerza en persecución de los batallones carlistas— le valió el empleo de teniente coronel, a la vez que obtuvo para su Brigada Montada la Corbata de San Fernando y para los oficiales José Vasallo y Juan Guerra la Cruz Laureada de San Fernando. De marcha hacia Morella, en el corazón de la sierra del Maestrazgo, concurrió en la acción de San Marcos el 8 de agosto e intervino también en el frustrado sitio de aquella plaza, los días 15, 16 y 17 de agosto de 1838, en las baterías de brecha y de morteros.

En abril de 1840, el teniente coronel Salas intervino en las operaciones llevadas a cabo por el Ejército del Centro en la conquista del fuerte de Aliaga, en Alcalá de la Selva y, el mes siguiente, mandando la artillería de montaña en la Cenia. Finalmente caía Morella, última pieza clave de la resistencia carlista, aquel mismo mayo de 1840, concluyendo la fase inicial de este conflicto armado. Esta guerra, que para Salas había durado más de ocho años, le llevaría también a conseguir el empleo efectivo de coronel de Infantería.

La vida militar de Ramón de Salas continuaría su vertiginosa trayectoria en las décadas siguientes, en las que se destacó cumpliendo servicios en los conflictos de Barcelona del 15 al 17 de noviembre de 1842, durante la regencia del general Espartero; en 1844, ya ascendido a brigadier, como primer jefe de una Brigada de Montaña en Madrid; o en 1847, de nuevo en la guerra civil portuguesa, siendo comandante general de Artillería de las tropas expedicionarias enviadas a Oporto a las órdenes del general en jefe Manuel de la Concha. Por sus méritos en esta última campaña fue ascendido a mariscal de campo y le fueron concedidas la Cruz y Placa de la Real y Militar Orden portuguesa de la Concepción de Villaviciosa. Este mismo año fue nombrado 2.º cabo de la Capitanía General de Valencia y gobernador militar de esta provincia.

En último lugar, cabe destacar la importancia de Ramón de Salas como tratadista e investigador, constituyendo su abundante obra un clásico de referencia en la Historia de la Artillería. Durante la década de 1840, Salas fue profesor en la Academia de Artillería de Segovia en el Alcázar, preocupándose siempre de simplificar la instrucción del Artillero y de divulgar los métodos de pedagogía militar más adecuados. Para él, la enseñanza militar debía seguir un sistema de instrucción racional, caracterizado por la suavidad al enseñar, aunada a la firmeza para exigir y el sentido moral del maestro. En esta etapa segoviana cabe destacar, en 1845, su proyecto y dirección, de las obras de modificación del cauce del río Eresma, por el riesgo que corría el Santuario de la Virgen de la Fuencisla en sus proximidades.

Profundamente afectado por el episodio del incendio del Alcázar, el 6 de marzo de 1862, que obligó a trasladar el Colegio Artillero al Convento de San Francisco, fallecía Ramón de Salas en Segovia, ciudad donde residió en aquella última etapa de su vida.

 

Obras de ~: Prontuario de la Artillería para el servicio de campaña, Madrid, 1828 (2.ª ed., 1833); Cartilla para el gobierno interior de las compañías de Artillería, Madrid, 1829; Memorial histórico de la Artillería española, Madrid, 1831; Tratado de Táctica de Artillería de Montaña a lomo, Madrid, 1844.

 

Bibl.: J. Gómez de Arteche y Moro, La Guerra de la Independencia. Historia militar de España de 1808 a 1814, Madrid, Imprenta y Litografía del Depósito de la Guerra, 1868; J. Almirante, Bibliografía General de España, Madrid, Imprenta y Fundición de Manuel Tello, 1876; G. Fernández Duro, Historia del 2.ª Regimiento Divisionario de Artillería, Madrid, Depósito de la Guerra, 1888, pág. 205; E. Guiu y Martí, El año militar español, Barcelona, F. Giró, 1890, 3 vols.; A. Carrasco y Saiz, Índice General del Memorial de Artillería, desde su fundación, en junio de 1844, hasta el fin de la 3.ª serie, en diciembre de 1900, vol. II, Madrid, 1905, pág. 506; J. Vigón, Un personaje español del siglo xix (el Cuerpo de Artillería), Madrid, Ciap, 1930; Historia de la Artillería española, Madrid, Consejo Superior de investigaciones Científicas (CSIC), 1947, 3 vols.; P. A. Pérez Ruiz, Biografía del Colegio-Academia de Artillería de Segovia, Segovia, Imprenta del Adelantado de Segovia, 1960; M.ª D. Herrero Fernández-Quesada, La enseñanza militar ilustrada. El Real Colegio de Artillería de Segovia, Segovia, Biblioteca de Ciencia y Artillería, 1990; Cañones y probetas en el Alcázar. Un siglo de la historia del Real Colegio de Artillería de Segovia (1764-1862), Segovia, Patronato del Alcázar de Segovia, 1992; “La Artillería en la Guerra de la Independencia” y “La Artillería en la primera guerra carlista (1833-1840)”, en Al pie de los cañones. La Artillería española, Madrid, Tabapress/ Ministerio de Defensa, 1993; “El Real Colegio de Artillería en la Guerra de La Independencia”, en VV. AA., Actas del Congreso Internacional de Museos de Armas y de Historia Militar (IAMAN). Militaria (Universidad Complutense de Madrid), n.º 7 extr. (1995), págs. 287-296; J. P. Fusi y J. Palafox, España: 1808-1996. El desafío de la modernidad, Madrid, Espasa Calpe, 1997; J. Canal, El carlismo. Dos siglos de contrarrevolución en España, Madrid, Alianza Editorial, 2000; C. Esdaile, La Guerra de la Independencia. Una nueva historia, Barcelona, Crítica, 2003; R. García Cárcel, El sueño de la Nación indomable.

Los mitos de la Guerra de la Independencia, Madrid, Temas de Hoy, 2007.

 

María Dolores Herrero Fernández-Quesada