María Carolina de Austria. Viena (Austria), 13.VIII.1752 – 8.IX.1814. Reina de Nápoles y Sicilia.
María Carolina Luisa Josepha Johanna Antonia, princesa imperial y archiduquesa de Austria, princesa real de Hungría y Bohemia, princesa de Toscana, fue hija de los emperadores María Teresa de Austria y Francisco I. Criada en la Corte vienesa, desarrolló desde muy joven una gran ambición y deseo de poder.
El 12 de mayo de 1768 se casó con el rey Fernando IV de Nápoles y III de Sicilia, hijo del rey Carlos III de España. Su esposo tenía un carácter débil y María Carolina cobró desde el principio de su matrimonio un gran ascendiente sobre él, que se vio ratificado y ampliado al dar un heredero al trono, el príncipe Francisco, nacido el 14 de agosto de 1777.
A partir de entonces entró a formar parte del Consejo Real, participando en las reuniones del Rey con sus ministros.
Toda su influencia la dirigió María Carolina a separar al reino de las Dos Sicilias de su estrecha relación con la Monarquía española, tratando de aproximarlo a Austria. En 1776 había logrado la destitución del ministro Bernardo Tanucci, fiel amigo del monarca español. Este distanciamiento causó gran disgusto y preocupación a su suegro Carlos III, pero nada pudo hacer para evitarlo, de manera que las relaciones con España fueron deteriorándose hasta llegar a ser muy tirantes, a pesar de los lazos familiares.
La Reina formó en la Corte napolitana su propio círculo, apoyándose en diversos favoritos, que llegaron a gozar de enorme poder, como sucedió con John Acton, un anglo-toscano protegido por la Reina, que fue nombrado en 1778 ministro de Marina. En 1786 la pareja real eligió como primer ministro al duque Andrea Caracciolo, que desarrolló un programa de reformas ilustradas hasta su muerte en 1789.
La política matrimonial de la Corte napolitana, directamente inspirada por la Reina, tuvo como finalidad principal unir Nápoles con el Imperio. En 1790 dos princesas napolitanas, María Teresa y María Luisa Amelia, se casaron con los dos hijos del emperador Leopoldo, respectivamente con el futuro emperador Francisco II y el gran duque Fernando III de Toscana, y en 1797 se celebró el matrimonio de Francisco el heredero napolitano con la archiduquesa María Clementina.
La Revolución francesa provocó una grave crisis en María Carolina. Convencida del derecho de las Monarquías, contempló el movimiento revolucionario con gran rechazo y su horror fue todavía mayor al tratarse del trono de su hermana María Antonieta de Francia. La muerte en la guillotina de los reyes franceses en 1793 generó en ella la firme decisión de luchar con todas sus fuerzas contra la Francia revolucionaria.
El reino de las Dos Sicilias participó activamente en la guerra contra la Revolución.
El ascenso de Napoleón al poder en Francia, lejos de solucionar el problema, lo incrementó todavía más, debido a sus propósitos de intervención en Italia. La respuesta napolitana a favor del Papa, cuando Roma fue ocupada en 1798, agravó aún más la situación. Cobró entonces gran relieve la figura de Lady Hamilton, la amante del almirante Nelson, y, según rumores de la época, también de María Carolina.
Esta situación escandalosa, agravada por la propaganda revolucionaria, provocó muchas críticas y censuras, menoscabando gravemente el prestigio de los Soberanos. Pero el resultado político fue una decidida inclinación de María Carolina y, a través de ella, del reino de las Dos Sicilias, hacia la causa británica. Nelson fue recibido en Siracusa como un héroe en julio de 1798. Cuando los franceses reaccionaron y amenazaron Nápoles, los Reyes se refugiaron en Palermo. Napoleón proclamó la República Partenopea el 23 de junio de 1799. El retiro de Fernando y María Carolina en Palermo duraría varios años, y la Reina aprovecharía la ocasión para visitar Viena y defender la causa napolitana ante los aliados.
Los reyes napolitanos no regresaron a Nápoles hasta 1802.
En ese año 1802, a pesar de los numerosos conflictos existentes entre las dos Cortes borbónicas, la de Madrid y la de Nápoles, que enfrentaban especialmente a las dos Reinas —María Luisa y María Carolina—, se negoció el doble matrimonio de los príncipes herederos. El príncipe de Asturias, Fernando, se casó con la princesa napolitana María Antonia, y el príncipe heredero de Nápoles, Francisco —viudo de su primera esposa desde 1801—, con la infanta María Isabel. María Carolina trataba de conseguir el apoyo español frente a las ambiciones de Napoleón y aprovechó para convertir a su hija en princesa heredera en España. La reina española María Luisa buscaba igualmente asegurar un futuro trono para su hija. El doble matrimonio se celebró en Barcelona el 4 de octubre de 1802. Sin embargo, estos matrimonios no dieron los frutos de concordia deseados y el enfrentamiento entre las dos ramas de la casa de Borbón se reprodujo con mayor virulencia.
La política italiana de Napoleón acabó por causar el desastre que María Carolina tanto temía. En 1806 los Reyes fueron depuestos de su trono de Nápoles y hubieron de refugiarse de nuevo en Sicilia, donde permanecieron hasta que, en 1812, se vieron obligados a dejar el poder, nombrando como vicario a su hijo Francisco. María Carolina, aunque pretendió seguir interviniendo en política, fue prácticamente expulsada por sus antiguos aliados británicos y hubo de exiliarse. Embarcó hacia Constantinopla y Odessa y, desde allí, regresó a su país natal, Austria, donde vivió los pocos años que le quedaban de vida.
Su descendencia justificó sus ambiciones. Entre sus hijos hubo varios que alcanzaron el trono. Su hijo Francisco fue rey de Nápoles y Sicilia. Su hija María Teresa, casada con Francisco II, fue Emperatriz. De ese matrimonio nació la archiduquesa María Luisa, segunda esposa de Napoleón. María Luisa Amelia fue gran duquesa de Toscana. María Cristina fue reina de Cerdeña por su matrimonio con el rey Carlo Felice.
María Amelia, fue reina de Francia por su casamiento con Luis Felipe de Orleans. María Antonia fue princesa de Asturias, pero no llegó a reinar en España, porque murió prematuramente. Su hijo Leopoldo llevó el título de príncipe de Salerno.
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María de los Ángeles Pérez Samper