Borbón y Sajonia, Felipe Antonio Pascual de. Duque de Calabria. Portici (Italia), 13.VI.1747 – Nápoles (Italia), 17.IX.1777. Infante de España, príncipe de Nápoles y Sicilia, duque de Calabria.
Hijo primogénito de Carlos III, cuando éste no era aún rey de España sino rey de Nápoles y Sicilia, y de la princesa María Amalia de Sajonia. Tras el nacimiento de cinco hijas, la llegada de este primer varón a la pareja real fue muy bien recibida en el reino.
Del recién nacido se dijo que era “robusto y bien formado” y su tío el rey Fernando VI de España le elevó al rango de infante de España, lo que vino a unirse a sus títulos italianos, concesión que llegó acompañada de una renta anual de cuarenta mil duros.
Sin embargo, el príncipe pronto comenzó a dar señales de mala salud y de un notorio retraso mental, pues tenía la cabeza excepcionalmente grande, era completamente bizco y mostraba claros signos de imbecilidad mental, según las fuentes de la época. Además, padecía crisis epilépticas y nunca llegó a hablar.
En agosto de 1759, al suceder su padre en la Corona de España, tras el fallecimiento de su hermano el rey Fernando VI, el monarca napolitano se vio obligado a apartar a este hijo tanto de la sucesión a la Corona de España como de la sucesión a las Coronas de Nápoles y Sicilia. Así, su segundo hermano varón, Carlos, pasó a ser príncipe de Asturias, y el tercero, Fernando, se convirtió en heredero de los tronos italianos. Se le concedió entonces a don Felipe el título de duque de Calabria, a perpetuidad, y quedó internado en el palacio real de Caserta, alejado de la corte napolitana.
Durante el resto de su vida fue tratado con la distinción debida a su rango, cuidado por chambelanes y vigilantes que evitaban los excesos a los que era proclive.
Se puso especial cuidado en mantenerlo alejado del sexo, pues en ocasiones agarraba con impetuosidad a las damas de la corte en los corredores del palacio.
A comienzos de septiembre de 1777 cayó enfermo de unas fiebres malignas que anunciaban una infección de viruela, falleciendo el 17 de ese mes. Su muerte, escribió el abad Galiani, “fue realmente considerada como un suceso afortunado dada su condición de imbécil incurable”. Fue enterrado en la iglesia de Santa Chiara, necrópolis de los reyes de Nápoles y Sicilia.
Bibl.: H. Acton, The Bourbons of Naples (1734-1825), London, Methuen & Co, 1956; M. Barrio (comp.), Carlos III. Cartas a Tanucci, Madrid, Edición especial Banco Bilbao Vizcaya, 1988; R. Mateos Sainz de Medrano, Los desconocidos infantes de España. Casa de Borbón, Barcelona, Thassàlia, 1996; P. van Kerrebrouck, La Maison de Bourbon, 1256-2004, t. I, Villeneuve d’Ascq, 2004.
Ricardo Mateos Sainz de Medrano