Madariaga Almendros, Modesto. Corral de Almaguer (Toledo), 12.I.1904 – Buenos Aires (Argentina), 4.VI.1974. Aviador, militar, mecánico.
Mecánico de Aviación Militar formado desde 1924 y siguientes, famoso por su participación personal en alguno de los grandes vuelos de la Aviación Española de 1926 y 1929, y por su contribución a la preparación del vuelo de Barberán y Collar en junio de 1933 con el avión Cuatro Vientos desde Sevilla a Camagüey.
Hijo del matrimonio formado por Lorenzo Madariaga y Apolonia Almendros, quedó muy joven huérfano de padre. Era el hermano mayor de cuatro chicos y marchó a Madrid, donde estudió en el colegio de las Escuelas Pías de San Antón, viviendo durante muchos años en la calle Cardenal Belluga, n.º 3, 1.º. Comenzó muy joven a trabajar como ajustador mecánico en máquinas de imprenta, haciendo prácticas en el Centro Electro-Técnico y de Comunicaciones, especializándose en reparación de maquinaria de imprenta. Su afición y su gran habilidad para la mecánica le llevó a presentarse en la Escuela de Mecánicos de Cuatro Vientos en 1924, ingresando en el Servicio de Aviación el 1 de julio de ese año, figurando como mozo de reemplazo en filas desde el 2 de abril de 1925 y obteniendo el título oficial el 1 de mayo de 1925, formando parte de la promoción 11.ª de mecánicos de Aviación. A este mismo grupo de especialistas pertenecieron famosos mecánicos de vuelo, como Pablo Rada, tripulante del Plus Ultra, Arozamena y Pérez, participantes en el vuelo de la “Patrulla Elcano” a Manila, así como Villacorta y Batet, que formaron parte de la plantilla de Iberia durante muchos años. Era jefe de la escuela durante esos años el comandante Alberto Álvarez de Rementería, que en diferentes momentos tuvo oportunidad de informar muy favorablemente acerca de Modesto Madariaga.
El 20 de agosto de 1925 fue pasaportado a Melilla desde Getafe, haciéndose cargo como mecánico de uno de los hidroaviones Dornier con motores Rolls Royce del 10.º Grupo en la Base Aeronaval de Atalayón o Mar Chica. Participó en más de doscientos bombardeos y reconocimientos, contabilizando en poco tiempo unas cuatrocientas sesenta horas de vuelo. Junto al capitán Jiménez y al comandante Franco, estuvo presente en las operaciones de Alhucemas.
Era muy amigo de Pablo Rada, el mecánico en la tripulación del Plus Ultra. El 10 de diciembre de 1926 tomó parte en el raid de la “Patrulla Atlántida” desde Melilla a Guinea Española, con su avión Dornier Wal Número 7, bautizado como Andalucía, que regresó ya en enero de 1927, recibiendo algunas distinciones por su participación en el memorable vuelo en formación de los tres hidroaviones hispanos a lo largo de la costa occidental de África. Durante la preparación del vuelo del Plus Ultra, fue uno de los mecánicos en los que se pensó, junto con su compañero Pablo Rada, para tomar parte en el raid, aunque fue finalmente Rada el que acompañó a Ramón Franco.
De nuevo en la Península, en septiembre de 1928 ascendió a sargento y poco después, en razón a sus méritos, se le destinó al acondicionamiento del hidroavión Numancia, el Dornier Súper-Wal con el que Franco planeaba dar la vuelta al mundo con Eduardo González-Gallarza y Julio Ruiz de Alda. Ramón Franco escribiría de Madariaga que “era el único que podía reemplazar a Rada, pues se trataba de un muchacho muy respetuoso, trabajador y nada vanidoso y por ello fue designado”. A las pocas horas de la partida el 21 de junio de 1929, una tormenta truncó el vuelo y les obligó a amarar cerca de las islas Azores, con serios desperfectos en la aeronave. Cuando resultó evidente su desaparición se inició un gran despliegue de aviones y buques en su búsqueda, participando en ella franceses, ingleses, portugueses e italianos. De Ferrol, Melilla y Los Alcázares salieron patrullas españolas estableciéndose la base definitiva de la búsqueda en Lisboa, a la espera de que el fuerte temporal permitiera los trabajos de salvamento.
Sin contacto con ningún barco rescatador, con el hidroavión cada vez más escorado, la arriesgada y peligrosa actuación de Madariaga, amarrado al extremo de una cuerda para abrir uno de los tapones de los tanques, permitió estabilizar la aeronave. Así transcurrieron siete días angustiosos, bebiendo agua del radiador de los motores hasta que fueron recogidos junto con el hidroavión, por el portaaviones inglés Eagle. En la madrugada del día 29 de junio de 1929, casi perdidas sus esperanzas, vieron cómo el portaaviones avanzaba, mientras los cuatro hombres, apoyándose mutuamente subían a los restos del avión. El recibimiento en Madrid a la llegada del tren especial a Atocha que los devolvía sanos fue una muestra de indescriptible entusiasmo popular. Toledo agasajó a Modesto y le nombró Hijo Adoptivo, y su pueblo, Corral de Almaguer, organizó un día de fiesta para festejar al paisano.
Según testimonio de su hijo, celebraba todos los años dos nacimientos, uno el del 12 de enero de 1904, su nacimiento natural, y otro el 29 de junio de 1929. Y según decía su padre, deberían celebrar también el 20 de junio de 1933, cuando tenía que haber viajado con el Cuatro Vientos de La Habana a México y no lo había hecho a petición de Barberán.
Ocupó diferentes destinos en los años 1930 y 1931, pasando por la Escuela de Combate y Bombardeo de Los Alcázares así como la 2.ª Escuadrilla, Primer Batallón del Primer Grupo en el Aeródromo de Getafe, Escuadra de Madrid. El 9 de junio de 1930 tiene una anotación en su historial por su comportamiento como “muy bueno”, firmada la felicitación por el comandante jefe de la Escuadra en Getafe, a cuyo aeródromo se incorporó con carácter urgente el 14 de agosto de 1931.
Formó parte del equipo encabezado por el ingeniero Aguilera, que dirigió la construcción del Breguet XIX Superbidón que hacía el número 195 de serie, para tomar el nombre de Cuatro Vientos, recomendado por Ramón Franco para que fuera uno de los supervisores en el ensamblaje del avión en la factoría de CASA y su puesta a punto, participando en la fabricación del motor Hispano Suiza, con la colaboración de otros mecánicos.
Se pretendía que todo el material fuera español.
Embarcó en Vigo camino de La Habana a primeros de junio, casi un mes antes de salir el avión de Tablada, llevando consigo repuestos, uniformes, piezas y diverso material que sería necesario para las escalas de los tripulantes y los recibimientos que se esperaban, y arribando a La Habana el día 6 de junio de 1933. Fue recibido con entusiasmo por el pueblo cubano: el Diario de la Marina decía que era uno de los mejores mecánicos españoles, con un historial brillante y de personalidad sencilla y valiosa. En cuanto tuvo conocimiento de la llegada de los aviadores a Cuba, se presentó en Camagüey con material y especialmente con la botella de aire necesaria para la puesta en marcha del motor. Durante su concienzuda revisión encontró una pérdida de gasolina en el tanque que se encontraba encima de las ruedas, reparándola provisionalmente y durmiendo en el avión a pesar de la guardia puesta por los cubanos alrededor del aeroplano. Conocía bien la personalidad de Barberán, a quien consideraba una persona muy concentrada en lo que hacía, un caballero respetuoso y muy capaz, el mejor navegante español que se podía haber escogido y que era admirado por subordinados, superiores y por toda la Aviación Española. Apreciaba a Collar, ya que era un piloto cabal.
El 20 de junio, cuando iban a partir hacia México, Modesto tuvo un episodio de fiebres palúdicas, enfermedad que había contraído en Alhucemas y que se le reproducía de vez en cuando. Siempre corría el riesgo de que se le agudizara en países tropicales. Barberán le dijo que se fuera con la Compañía Panamericana en el vuelo regular a Ciudad de México, ya que en el avión con ellos, ubicado detrás del observador, iría muy incómodo, además del malestar producido por las fiebres. Ellos partieron rumbo a México y se les observó pasar sobre Ticul, Champotón, Carmen, Villa Hermosa y luego vino el misterio y la tragedia.
Un plan de emergencia en México movilizó a doce mil soldados y treinta y dos aviones. Se sobrevolaron los estados de Veracruz, Tabasco, Oaxaca, Puebla, Tlaxcala y Chiapas en busca del avión español. Los mejores pilotos mexicanos de la época intervinieron.
Modesto llegó a Mérida, Yucatán, a las cuatro de la tarde, pero no se intranquilizó ya que confiaba en la pericia de los pilotos españoles. Al día siguiente continuó hacia México ya muy intranquilo. Al llegar a Ciudad de México a media tarde del día siguiente estaba desconcertado, triste, como nervioso y ausente. Se produjeron innumerables rumores y noticias contradictorias y comenzó la interminable búsqueda. Modesto Madariaga se hizo íntimo del coronel aviador mexicano Roberto Fierro, con el que compartió horas de vuelo, cabalgatas a caballo y extensas caminatas por todo el país. La búsqueda terminó oficialmente el 30 de junio pero se reavivó momentáneamente al encontrarse un neumático, que iba a bordo del avión, en la playa de Chiltepec. Una cámara pintada de rojo brillante. Madariaga aplazó la vuelta a España y regresó con ella después de identificarla como una de las que él mismo había estivado y atado debajo de los asientos en el avión. Era un neumático Pirelli fabricado en 1932, en Manresa, Barcelona, y pintado de rojo como se hacía en la Guerra de Marruecos para llamar la atención mejor desde el aire en caso de amerizaje y posible localización.
Aplazado el viaje, visitó con el coronel Lezama todos los posibles escenarios del descenso del avión en la zona de Chiltepec. Se tomaron multitud de fotografías, que Modesto se trajo de México. Ya de vuelta, a su paso por La Habana recibió el homenaje en su persona a los pilotos desaparecidos con el Cuerpo de Aviación cubano formado en el aeródromo “Columbia”.
Después de la búsqueda se trajo a España la cámara aparecida en la playa, la cual en un principio y no queriendo comprometerse, le causaba importantes dudas sobre su autenticidad. Finalmente confirmó que era el neumático Pirelli fabricado con numeración española. Trasladó a España todos los regalos y enseres particulares de Collar y de Barberán, que sobrevivieron porque no iban a bordo, transportándolos él a México y luego de vuelta a la Península. Durante la Guerra Civil desapareció tanto la cámara pintada de rojo como el informe de Ramón Franco sobre la búsqueda. Madariaga siempre contaba que el avión era una auténtica joya para la época, una máquina estupenda.
En enero de 1934 se encontraba prestando sus servicios en la Escuadrilla de Experimentación al mando del capitán Senén Ordiales, que le asignó una calificación de conducta muy buena, atendiendo en esos meses las avionetas que se destinaban al concurso durante 1935. Sin ser activista, había tomado parte en actos de Falange Española desde octubre de 1934 y en actividades de derechas y a favor del Ejército.
Al ser asesinado en Madrid en julio de 1936 su hermano, diputado por Acción Popular dentro de la CEDA, Dimas Madariaga, y producirse la persecución de su familia, la única protección y custodia con que contaban era la de Modesto. El 18 de julio se encontraba en activo destinado en las oficinas del Parque Central de Cuatro Vientos, en la Sección de Motores. Procuró incorporarse al interior del aeródromo de Getafe, pero no lo consiguió, teniendo que colaborar involuntariamente en los sucesos de Cuatro Vientos de los primeros días de la Guerra Civil.
Estuvo detenido en el Cuartel de Pontejos y escondido en casa de su hermana. Luego decidió presentarse en el Pabellón de Sargentos de Cuatro Vientos.
Tuvo que apuntarse al batallón que estaba en formación y movilizado a la sierra de Madrid, donde participó en el frente de Peguerinos al mando de una sección e incluso como jefe de una compañía como capitán provisional.
Regresó a Madrid por orden de la Jefatura de Aviación, pasando a la Escuadrilla Y-2 en octubre de 1936 y en noviembre al Grupo de Hidros, actuando en Los Alcázares, Mahón, Valencia y Barcelona durante el resto de la guerra. Cuando comenzó la contienda civil, el hijo de Modesto tenía catorce meses y marchó con su madre a San Sebastián, ya que al terminar esa semana su padre pensaba irse de vacaciones con ellos, cuando llegó el 18 de julio de 1936. Él se quedó en Madrid y su familia separada de él en el norte. Durante el juicio a que le sometieron los ganadores del conflicto quedó claro que había actuado quedándose en la zona gubernamental para proteger a su familia, de la cual él era el único valedor, custodio y fuente de ingresos. Al finalizar era teniente mecánico y responsable del Comité del Socorro Rojo en Los Alcázares.
Había ascendido a brigada, alférez y teniente por corrimiento de la escala y en el Consejo de Guerra celebrado en San Javier el 27 de agosto de 1939, se presentaron multitud de testimonios a su favor de oficiales, jefes y superiores que lo habían tenido bajo sus órdenes, todos ellos encomiando su actuación siempre correcta.
Al término de la guerra su familia estaba en Piedralaves con su prima Carmen, y Madariaga, después del juicio y de los primeros meses detenido, estuvo en distintas prisiones militares en Totana, Castillo de Galeras en Cartagena, Los Alcázares y Alcalá de Henares, primero condenado a treinta años, conmutados más tarde en Alcalá por catorce y disminuidos finalmente por años de trabajo, hasta quedar en libertad condicional, restringida a residir a más de 400 kilómetros de Madrid, estableciéndose en San Sebastián. Trabajó primero en una fábrica de juguetes en Arsuaga y más tarde en otra de contadores eléctricos Luzuriaga en Lasarte, San Sebastián. Le surgió una magnífica oferta del empresario Ramón Arúe Bengoechea, de Rió Cuarto 2000, pueblo de Berasategui, provincia de Buenos Aires, para trabajar y establecerse en la República Argentina, solicitó permiso y pasaporte, pero no se le concedió y no quiso escapar, sino conseguir el indulto, ya que no se avergonzaba de nada que hubiera hecho.
Por fin consiguió el indulto total el 5 de julio de 1948 y en febrero de 1949 marchó, primero solo a Argentina, y poco después, a los nueve meses, se reunió con su hijo y su esposa, el 10 de diciembre del mismo año.
Allí continuó su actividad como experto mecánico, supervisor de mecánica y luego preparando su jubilación.
Falleció debido a cirrosis y cáncer hepático en junio de 1974, reposando sus restos en el cementerio del Partido de Quilmes en Ezpeleta. Siempre tuvo la ilusión de pasar una larga temporada en México y luego volver a España, pues tenía al país azteca en el corazón.
Bibl.: R. Franco Bahamonde, Águilas y Garras, Madrid, Compañía Iberoamericana de Publicaciones, 1929; C. Díaz y J. Antonio Silva, Mi vida con Ramón Franco, Barcelona, Editorial Planeta, 1981; Seminario de Estudios Históricos Aeronáuticos, Grandes Vuelos de la Aviacion Española, Madrid, Espasa Calpe, 1983; D. Andrade, en Boletín de las I Jornadas de Cultura Aeronáutica en Castilla-La Mancha” Modesto Madariaga, Corral de Almaguer, 15-18 de mayo de 1985; Instituto de Historia y Cultura Aérea, Historia de la Aviación Española, Madrid, Instituto de Historia y Cultura Aérea, 1988; A. Domingo y J. Fernández-Coppel Larrinaga, El vuelo del Cuatro Vientos; epopeya y Tragedia de Barberán y Collar, Madrid, Oberón-Grupo Anaya, 2003.
Rafael Madariaga Fernández