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Félix Martínez Ramírez

Biografía

Martínez Ramírez, Félix. Pedroñeras (Cuenca), 10.VIII.1899 – Guadalajara, 6.III.1931. Aviador militar, caballero laureado de San Fernando.

Ingresó en la Academia de Infantería de Toledo en 1917, y al terminar sus estudios y ser promovido a alférez, marchó a África destinado al batallón de Cazadores de Barbastro n.º 4 con el que acreditó su valor en varias acciones de guerra en la zona occidental del Protectorado. En 1922 pasó a formar parte de la Mehal-la Jalifiana de Xauen con la que intervino en el desembarco en la playa de M’Ter y en otras duras acciones, siendo citado como “muy distinguido” en la Orden del Ejército de Marruecos. Ascendió a teniente en julio de aquel año, conservando el destino y destacando siempre por el arrojo de sus actuaciones. Fue muy notable la operación de socorro realizada por él con únicamente doce hombres, a fuerzas de la Mehal- la de Tetuán que se encontraban sin municiones y cercada por el enemigo en las ruinas de una vieja kudia: asimismo fue felicitado por la audacia con que al frente de diez hombres, rescató el armamento de un avión caído en Taza en el interior del territorio enemigo.

En febrero de 1924, vio realizarse su sueño de ser aviador, al ser nombrado alumno de la 22.ª promoción de pilotos; inició las prácticas en Albacete, terminándolas en Cuatro Vientos, y al recibir el título de piloto militar se incorporó al aeródromo de Sania Ramel, en Tetuán, integrado en el Grupo de Escuadrillas n.º 1, de Breguet XIV.

A su llegada a Tetuán, diría: “me quedo aquí estampado contra una roca o me gano la Laureada”, y desde el primer momento se vio que aquello era mucho más que una frase, ya que a su indudable habilidad como piloto, unía un indomable valor y un enorme deseo de acción. En 1925, fue muy brillante su comportamiento en las operaciones de Quebdana y el valle del río Negro. El 8 de junio, derribado su avión por fuego enemigo, cayó al mar, de donde fue rescatado por un falucho del Servicio de Aviación.

En septiembre, Abd el Krim, tratando de frustrar el que veía inminente desembarco de las tropas españolas en las costas del Rif, lanzó el día 3 un furioso ataque contra la posición de Kudia Tahar, punto clave de la línea de defensa de Tetuán; pudo aquélla mantener su heroica defensa, por el esfuerzo de la Aviación que con sus ataques a los sitiadores, y principalmente suministrando municiones, hielo, víveres y material sanitario a los defensores, hizo fracasar el intento rifeño, sin siquiera retrasar una hora el desembarco en la costa de Alhucemas. Félix Martínez se empleó en esta ocasión con el ímpetu y estilo en él característicos, volando a escasos metros de altura, tanto para precisar los lanzamientos de socorros sobre la brava posición, como para hacer al enemigo el mayor daño posible.

Martínez, que ya había resultado herido de bala mientras bombardeaba los cañones que el enemigo tenía emplazados en la cima del Gorgues, llegó a la cumbre del heroísmo el 11 de mayo de 1926. Ese día se recibió en Sania Ramel la orden de atacar a una harka rebelde en la kabila de Beni Mesauar.

El jefe del Grupo de Breguet XIV, comandante Rueda, decidió salir como observador del avión 101, pilotado por el teniente Martínez. Al llegar el avión a Bugalech, observaron un grupo de moros que trataba de robar un rebaño de ganado vacuno, y poco después, en Taserat avistaron una importante concentración de harkeños enemigos sobre los que largaron la primera bomba, dirigiéndose seguidamente a la pista de Imamegait en la que se veían grandes grupos de gente armada; no estalló la primera bomba que sobre ellos arrojaron, y al volver a pasar para soltar otra, fue alcanzado Martínez por un balazo que le partió el húmero derecho a la altura del codo; el comandante Rueda no pudo hacerse con el mando del avión por estar agarrotada su palanca, pero el herido, sobreponiéndose al dolor y al desfallecimiento consecuente con la pérdida de sangre, tomó la palanca con la mano izquierda, y bajando aún más, cruzó la cortina de fuego que los moros hacían sobre el avión, arrojando las últimas bombas que les quedaban, mientras el comandante ametrallaba dispersando a los moros.

Sólo entonces aceptó Félix Martínez regresar a Tetuán, como el comandante le había indicado, y remontando con dificultad las alturas orientales de Beni Mesauar, logró llegar a Sania Ramel y aterrizar sin dañar al aparato del que fue sacado en muy grave estado.

Por este hecho le fue concedida la Cruz de María Cristina, fue ascendido a capitán por méritos de guerra, y se abrió expediente de juicio contradictorio para la concesión de la Cruz laureada de San Fernando.

Terminada la guerra, estuvo el capitán Martínez al mando de la Escuadrilla de Havilland DH 9 A, Napier destacada en Cabo Juby, en el Sahara, y en el desierto vivió una peligrosa aventura: el 12 de marzo de 1928, mientras realizaba un vuelo de Villa Cisneros a Cabo Juby, una avería en el radiador de su biplano le forzó a aterrizar en una playa, cerca de Punta Negrita, siendo capturado por los aún insumisos indígenas de la tribu El Arosien, que lo retuvieron con su tripulante hasta que fue pagado el rescate que exigieron.

Terminado el correspondiente expediente de juicio contradictorio, por Real Orden de 25 de junio de 1928, ingresaba el capitán Martínez en la Real y Militar Orden de San Fernando, y en el decreto de concesión, se decía: “El Teniente de Infantería, piloto aviador, D. Félix Martínez Ramírez, el día 11 de mayo de 1926, tripulaba como piloto el aparato 101 de la segunda Escuadrilla de Breguet, encargada de efectuar un reconocimiento en los alrededores de Bugabe (Beni-Masuar), y bombardear los aduares de Ketama y Taserab de Beni-Ider. Salió dicho día del aeródromo de Tetuán, y después de arrojar bombas en el barrio de Taserot y observar que no había enemigo en ese punto ni en Ketama, se dirigió a los montes de Imamegait y Sidi-Benicar, donde se observaban grupos rebeldes y, parando el motor, descendió notablemente, llevado de su arrojo, y permitió, no obstante los disparos del enemigo, reconocer y bombardear aquellos grupos. Marchó siempre a reducida altura hacia el Imamegait, sufriendo intenso tiroteo del enemigo, del que resultó gravemente herido en el brazo derecho, con fractura del húmero. No pudiendo por avería del aparato dejar el mando al observador, tuvo que continuar como piloto, y con extraordinaria serenidad, no obstante la importancia de la herida, efectuó un viraje para pasar sobre el grupo enemigo, al que arrojó por sí mismo la única bomba que le quedaba. Dirigiéndose al aeródromo, donde aterrizó de una manera perfecta, sin que el aparato sufriera la menor avería, a pesar de las dificultades de la maniobra por el fuerte viento y tener inutilizado el brazo derecho”.

La Cruz laureada le fue impuesta por el jefe del Ejército de África, general Sanjurjo, en un solemne acto castrense, celebrado en la plaza de España de Tetuán, el 28 de octubre de 1928.

Fue destinado como profesor de vuelo a la Escuela de Pilotos de Alcalá de Henares, y realizó poco después el curso de observador, en Los Alcázares.

En 1929 fue nombrado —sin dejar el cargo de profesor en Alcalá de Henares— profesor de la Escuela de Clasificación de Guadalajara, y en este aeródromo el 6 de marzo de 1931, al estrellarse contra el suelo a consecuencia de una barrena, el Avro 504 que pilotaba, perdió la vida el extraordinario aviador del que el general Gomá, que fue su compañero en Marruecos, diría: “Tal vez sea este oficial uno de los de más consciente valor que han figurado en las escuadrillas de Aviación de África; tiene la pasión por la guerra, busca la muerte en vuelos a pocos metros del suelo, sobre los lugares de mayor concentración enemiga; para él no hay nada imposible a realizar desde el aire; y lo que en conversaciones en tierra promete hacer, lo demuestra luego con hechos temerarios al volar”.

Presidieron el duelo el comandante Gallarza, en representación del Rey; el infante Alfonso, capitán general de la región, los tenientes generales Barrera y Sanjurjo, el general Lombarte, el comandante Fidel de la Cuerda, padre político de la víctima, y los hermanos del finado. Entre las numerosas personalidades civiles, se encontraban los ministros de la dictadura Aunós y Callejo.

En su pueblo natal, el 25 de julio de 1933, se descubrió un monumento erigido por suscripción popular “para perpetuar la memoria del Capitán Aviador Laureado, Félix Martínez Ramírez”.

 

Bibl.: J. Gomá Orduña, Historia de la Aeronáutica española, t. II, Madrid, Imprenta Prensa Española, 1951; Redacción, “Semblanzas. Félix Martínez y Ramírez”, en Revista de Aeronáutica y Astronáutica, n.º 367 (junio de 1971), págs. 437- 438; VV. AA., Galería militar contemporánea, Madrid, Servicio Histórico Militar, 1980; A. Herrero Andreu, “D. Félix Martínez Ramírez, Teniente-Piloto Laureado”, en Jornada (Santa Cruz de Tenerife), viernes 8 de julio de 1983, pág. 3; VV. AA., Historia de la Aviación española, Madrid, Instituto de Historia y Cultura Aérea, 1988; E. Herrera Alonso, Heroísmo en el cielo: laureados de San Fernando en el Museo del Arte, Madrid, Servicio Histórico y Cultural del Ejército del Aire, 1999; J. L. Isabel Sánchez, Caballeros de la Real y Militar Orden de San Fernando (Infantería), t. I, vol. 2, Madrid, Ministerio de Defensa, 2001; E. Herrera Alonso, Cien aviadores de España, Madrid, Ministerio de Defensa, 2001; Aire, Agua, Arena y Fuego, Valladolid, Quirón Ediciones, 2002.

 

Emilio Herrera Alonso