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Francisco Martínez Puche

Biografía

Martínez Puche, Francisco. Yecla (Murcia), 18.II.1897 – Zeluán (Marruecos), 28.VII.1921. Aviador, perteneciente al cuerpo de Ingenieros, laureado de San Fernando.

Su familia, de escasos recursos económicos, emigró de Yecla, en los primeros años del siglo XX, a Barcelona, donde Francisco Martínez Puche se hizo mecánico y conductor de automóviles, por lo que, al ser movilizado su reemplazo en 1919, fue destinado a las tropas de Aeronáutica, incorporándose al aeródromo de Cuatro Vientos, donde prestó juramento a la bandera, prometiendo “derramar hasta la última gota de su sangre en defensa del honor y de la independencia de la Patria”. Pocas semanas después fue destinado a Melilla, incorporándose al aeródromo de Zeluán, en cuya sección de automóviles quedó prestando servicio.

El 21 de julio de 1921, aniquilada unas semanas antes la posición de Abarrán, y fracasados los intentos de hacer llegar el convoy a la de Igueriben que se encontraba sitiada y en situación desesperada —sin municiones, agua, víveres ni medicamentos, con gran número de muertos y sin poder evacuar a los heridos—, ordenó el general Silvestre la retirada del campamento principal de Annual. El repliegue, iniciado con poco orden, pronto se convirtió en un desastre, pasándose al enemigo la mayoría se las fuerzas indígenas. La retirada terminó en Monte Arruit, donde, a las órdenes del general Navarro, se ampararon unos tres mil hombres. Entre los escasos reductos que ofrecieron resistencia y quedaron sitiados por el enemigo, se encontraban la alcazaba y el aeródromo de Zeluán aislados entre sí, rodeado éste por gran número de moros que, desde una loma próxima, le dominaban con su fuego, y cuya guarnición se defendía con bravura. El servicio más peligroso que la reducida fuerza del destacamento había de realizar era el de aguada, ya que había de realizarse en un pozo separado del campo de vuelo por unos cientos de metros, y batido por los fusiles rifeños, por lo que pese a realizarse el servicio de noche, siempre costaba bajas. Desde el primer día del asedio, destacó, entre aquel grupo de hombres que rivalizaban en valor, abnegación y disciplina, el soldado Martínez Puche, siempre voluntario para realizar los servicios que conllevaran mayor riesgo, y, naturalmente, el de aguada, en el que participaba noche tras noche.

No eran muchos los víveres de que disponía el aeródromo, cuya guarnición se había visto incrementada por jinetes del Regimiento de Alcántara, que en la retirada se habían acogido a aquél, por lo que el 28, el teniente Vivanco, al mando de la guarnición del aeródromo, pidió por medio del heliógrafo al capitán Carrasco, jefe de las fuerzas que defendían la alcazaba, víveres y municiones para continuar la resistencia, contestando éste que podían ir a buscar ambas cosas, pero que en la alcazaba se carecía de agua, siendo necesario que les hicieran llegar tan importante recurso.

Se procedió inmediatamente a hacer aguada, servicio en el que, como de costumbre, participó Martínez Puche, que solicitó además acompañar al conductor del auto-aljibe que había de atravesar el largo y batido kilómetro que separaba la alcazaba del aeródromo. El teniente propuso que fueran acompañados por un pelotón de Caballería, pero Martínez Puche le hizo ver que eso, además de reducir la velocidad de la marcha, daría al enemigo ocasión de causar más bajas, saliendo finalmente sin escolta.

Lanzado el vehículo a gran velocidad, entre el nutrido fuego de los moros, amparados por el que desde el aeródromo y la alcazaba se hacía para cubrirlo, llegó el auto-aljibe a la alcazaba, con agua suficiente, pese a los impactos recibidos en la cuba al atravesar el terreno enemigo. Cargados algunos víveres y municiones en el vehículo, se lanzó éste a cruzar de nuevo el batido kilómetro, pero centrado por el fuego de los moros, al llegar al terraplén de la vía, quedó aquél averiado y muertos sus dos ocupantes, cuyos cadáveres, lo mismo que la preciosa carga que con su vida harían llegar a sus compañeros, fueron rescatados por jinetes de Alcántara en una salida desde el aeródromo.

Transcurrido bastante tiempo, en 1925 se abrió el expediente para la concesión de la Cruz laureada de San Fernando a Martínez Puche, y con fecha de 11 de julio de 1929, ingresaría en la Orden de San Fernando. En el decreto de concesión se decía: “El soldado del Servicio de Aviación Militar don Francisco Martínez Puche se destacó por su valor y espíritu, en la conducción de un convoy desde el aeródromo a la Alcazaba de Zeluán, en finales del mes de julio de 1921. Encontrándose asediado por numerosos enemigos el aeródromo de Zeluán y la Alcazaba del mismo poblado, escaseaban en el primero los víveres y municiones para continuar la defensa, y en la segunda faltaba el agua. El soldado Martínez Puche se ofreció voluntario para ir en unión de otro individuo y transportar en un camión automóvil agua a la Alcazaba y regresar al aeródromo con víveres y municiones.

Para este efecto, salió del aeródromo a media mañana del día 28 de julio en unión de otro mecánico, conduciendo la provisión de agua y consiguió llegar a la Alcazaba, no obstante las dificultades que hubo de vencer al atravesar el poblado y la estación de ferrocarril de Zeluán, ocupado por numerosos enemigos, y una vez cumplida su misión en la Alcazaba salieron de ella con víveres y municiones; mas no pudieron regresar al aeródromo, pues frente al poblado de Zeluán, el enemigo, que parapetado en el terraplén de la vía esperaba el regreso del camión, abrió intensísimo fuego sobre él, ocasionando la muerte de sus conductores, malogrando con ello una empresa que con tanto valor y espíritu se había iniciado.

El Rey se ha dignado conceder al soldado del Servicio de Aviación don Francisco Martínez Puche, la Cruz laureada de San Fernando”.

 

Bibl.: J. M.ª Gárate Córdoba (dir.), España en sus héroes: historia bélica del siglo XX, Madrid, Ornigraf, 1969; Servicio Histórico Militar, Galería Militar Contemporánea, t. VI, Madrid, Servicio Histórico Militar, 1980; Historia de las campañas de Marruecos, t. III, Madrid, 1981; Instituto de Historia y Cultura Aérea, Historia de la Aviación española, Madrid, Instituto de Historia y Cultura Aérea, 1988; E. Herrera Alonso, Heroísmo en el cielo: laureados de San Fernando en el Museo del Aire, Madrid, Servicio Histórico y Cultural del Ejército del Aire, 1990; J. L. Isabel Sánchez, Caballeros de la Real y Militar Orden de San Fernando (infantería), t. I, vol. II, Madrid, Ministerio de Defensa, 2001.

 

Emilio Herrera Alonso

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