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Lope de Hoces y Córdoba

Biografía

Hoces y Córdoba, Lope de. Señor de Hornachuelos. Córdoba, 3.III.1588 ant. - Las Dunas (Reino Unido), 21.X.1639. Marino, general de la mar.

En 1615 fue almirante de una flota con destino a Tierra Firme. Nombrado general de la mar (1618), desde 1619 mandó varias flotas de Indias, y escuadras de azogue para el tratamiento de la plata de las minas del Nuevo Mundo. Llevó a cabo con éxito varios viajes de ida y vuelta a las Indias, de los que destacó el realizado en 1626 con muy mal tiempo y a la vista de la escuadra del holandés Piet Heyn, que no se atrevió a atacarle.

En ausencia del capitán general Fadrique de Toledo, en 1631 gobernó la Capitanía de la Armada del Océano en Cádiz. En dicho año mandó la Armada del Océano, que tenía por misión proteger el tráfico con América, continuamente amenazado por piratas, corsarios y enemigos de España. Entre los más empeñados en hostilizar dicho tráfico estaban los holandeses, por una parte para distraer fuerzas españolas y alejarlas de Flandes, y por la otra para privar a España de unos recursos que le eran muy necesarios para el soporte de sus campañas. Con tal motivo, los holandeses se dedicaron a tomar tierras y plazas para hacerse fuertes en las Antillas, Brasil, Florida, y en cualquier otro lugar desde el que poder atacar a las flotas españolas.

La escuadra de Lope de Hoces, junto con las escuadras de Nicolás de Masibradi y de Lope Díaz de Armendáriz, marqués de Cadereyta, sumando una flota de unos cincuenta y cinco barcos, al mando del citado marqués de Cadereyta, atacó la isla de San Martín en las Antillas, que había caído en manos de los holandeses, y consiguió recuperarla (1633). En esta campaña, Lope de Hoces mandó la fuerza de desembarco, formada por mil trescientos hombres y dos piezas de artillería de campaña, resultando herido en un costado y una bala de cañón le rompió un brazo.

Al apoderarse los holandeses de Pernambuco, en Brasil (1630), España envió varias expediciones para recuperar la plaza y frenar la expansión holandesa en la zona. De estas expediciones, la segunda salió de Lisboa el 7 de septiembre de 1635 al mando de Lope de Hoces, miembro del Consejo de Guerra y Junta de Indias, y capitán general de la armada de Castilla y Portugal. Lope de Hoces llegó a Pernambuco el 26 de noviembre con intención de destruir la flota enemiga, que, con menos calado, se había acercado a la costa, donde no pudieron llegar los barcos de la flota hispano-portuguesa. Hoces, tras algunas escaramuzas desembarcó a la vista del enemigo unos cuatro mil hombres en Las Lagunas y en Bahía de Todos los Santos para reforzar las guarniciones de tierra. A continuación cargó azúcar, se hizo a la mar, se dirigió a Curaçao, y de allí a Europa. En el viaje de regreso, al mando de una pequeña escuadra formada por dos galeones y un patache en vanguardia de otras naos, fue atacado por una escuadra holandesa muy superior en fuerzas, formada por ocho grandes buques. Hoces les hizo frente, defendió el patache, que por no ser barco de guerra resultaba un estorbo, pero no lo quería abandonar, y, tras dos días de dura lucha (19 y 20 de febrero de 1636), les causó tales destrozos que optaron por retirarse. Rechazada la escuadra holandesa, pudo seguir viaje con los tres barcos y la flota de azúcar que venía detrás, llegando todos indemnes a la Península.

Cuando la presencia de enemigos en el Canal de la Mancha obligó a España a suspender los envíos de tropas, caudales y pertrechos a Flandes (1637), Lope de Hoces recibió la orden de partir de La Coruña con una escuadra de ocho barcos, y dirigirse hacia las costas francesas para hostigar a dichos enemigos. A su fuerza se tenía que unir en Santoña otra de doce barcos procedentes de Pasajes, al mando del general Juan de Hoyos. Hoces zarpó el 30 de agosto, se dirigió a Santoña, donde fondeó (2 de septiembre) y esperó a los barcos de Hoyos, de los que sólo llegaron algunos (13 y 15 de septiembre). Con los reunidos formó una flota de sólo trece buques y, como se avecinaba mal tiempo, salió a la mar de forma precipitada (16 de septiembre) sin esperar a los demás. Poco después perdió uno de los barcos que, desarbolado por el temporal, tuvo que entrar de arribada, y con los doce restantes continuó viaje hacia La Rochelle. Apresó un barco francés (día 20) y cinco holandeses (día 21). Utilizando bandera holandesa se aproximó a un verdadero nido de corsarios franceses y holandeses en la isla de San Martín (22 de septiembre), que se dieron cuenta del engaño, cortaron las amarras de sus barcos y huyeron, aunque Hoces maniobró de forma muy acertada y logró apresar a seis y quemar otros nueve, mientras los restantes se aproximaron a la costa para buscar la protección de sus fuertes, y algunos vararon. Al enterarse de que en La Rochelle se estaba preparando una fuerte escuadra enemiga, no entró en dicho puerto. Recorrió las costas, apresó a otros dos barcos franceses, y entró en La Coruña con varias presas bien cargadas (28 de septiembre de 1637).

En otra expedición, llevó socorros a Flandes (diciembre de 1637), apresó más barcos holandeses, tres de ellos de gran valor, se unió a la escuadra de Dunkerque, y regresó a España con un difícil viaje por el mal tiempo, que en varias ocasiones estuvo a punto de obligarle a entrar de arribada en puertos ingleses. El Rey concedió a Lope de Hoces la jurisdicción y señorío de la villa de Hornachuelos y alcaldía de su castillo (1637), en pago a los 40.000 ducados que le debía.

Francia rompió de improviso las hostilidades e invadió Guipúzcoa (1638). Cruzó el Bidasoa con una fuerza de unos veinte mil franceses mandada por el príncipe de Condé (1 de junio), con la que puso sitio a Fuenterrabía, que también fue bloqueada por mar por una potente escuadra mandada por Henri Escoubleau de Sourdis, arzobispo de Burdeos y célebre marino francés, teniente general de su armada. En dicha escuadra, formada por unos sesenta y cuatro barcos, de los que cuarenta y cuatro eran poderosas unidades de guerra, se encontraban naves de gran porte, como La Couronne de dos mil toneladas o Le Vaisseau du Roy de mil. Para hacer frente a esta invasión, España contaba con una escuadra en Lisboa, pero, como se estaba preparando para salir a combatir a los holandeses afincados en Brasil, no se quiso utilizar en el norte, por lo que a toda prisa se alistaron barcos en La Coruña y en Santoña, cuyo mando se dio a Lope de Hoces, que recibió la orden de zarpar apresuradamente del puerto de La Coruña. Hoces debía recoger en las costas cantábricas cuantos barcos pudiese añadir a su improvisada escuadra, para basarlos en Guetaria y desde allí auxiliar a Fuenterrabía. Consciente de que la fortaleza del enemigo podía acarrear una gran derrota, celebró consejo de guerra para estudiar las mejores líneas de acción, y adoptó la postura de los que opinaron que lo mejor era obedecer ciegamente las órdenes recibidas. Con su escuadra compuesta por doce galeones, se encontró con la vanguardia enemiga a la altura de Guetaria. Intentó entrar en Pasajes al enterarse de que estaba libre de franceses, pero el viento se lo impidió, entonces abarloó sus barcos cerca de la costa, desembarcó cañones para apoyar su posición desde tierra, y se preparó “en fortaleza”, al tiempo que intentó entrar en contacto con el capitán general de las tropas españolas.

Los franceses iniciaron sus ataques con trece de sus mayores barcos (20 de junio), que con sus cañones causaron grandes destrozos en los barcos españoles, a pesar de la actuación de la artillería desembarcada. A continuación, los franceses lanzaron brulotes, que, empujados por el viento favorable, prendieron fuego a los barcos españoles, cuyas dotaciones se arrojaron al agua para salvarse, prendiendo en algunos casos fuego a sus propios barcos para que no cayeran en manos del enemigo. El caos fue total. Al ser alcanzados por el fuego los cañones cargados de los barcos en llamas, dispararon sus proyectiles contra su propia gente o contra tierra, causando grandes destrozos, a los que se unieron los producidos al explotar los depósitos de pólvora de los galeones.

Las pérdidas en aquel combate de Guetaria fueron enormes, hubo muchos muertos y sólo se salvó un barco español. Fue el galeón Santiago que, mandado por un hombre intrépido, picó amarras y se hizo a la vela pegado a la costa para no ser rodeado por sus perseguidores, que durante varios días trataron de darle caza. El galeón rechazó intentos de abordaje, esquivó brulotes incendiarios, fue acribillado a tiros y resultó casi totalmente desmantelado, pero logró entrar en Pasajes con la bandera izada.

La gran derrota sufrida por la escuadra de Lope de Hoces fue un borrón para su fama y su prestigio, que se acentuó con el salvamento del Santiago. La opinión pública llegó a decir que si un solo barco fue capaz de abrirse paso entre los franceses, el conjunto de la escuadra los podía haber derrotado. Los escritos de la época fueron muy severos con el general. Hoces se defendió recordando las órdenes recibidas, los términos en que se organizó su escuadra, y la situación en que se encontraba al entrar en combate, ya que, como la Corte sabía, le faltaban unos quinientos cincuenta hombres para completar las dotaciones, que, por otra parte, estaban formadas por gentes incompetentes y sin formación marinera, ya que muchos eran bisoños, entre los que había presos de Galicia y pastores de ganado que no sabían nada de los asuntos de la mar. La justicia reconoció que había mandado a Hoces a la mar con barcos y dotaciones sin alistamiento ni preparación. Se desoyeron otros rumores, y Lope de Hoces recibió el mando de otra escuadra.

Cuando Lope de Hoces se encontraba en La Coruña alistando una escuadra de treinta unidades, para dirigirse hacia el Canal de la Mancha con refuerzos durante la guerra contra Holanda (1639), se presentó de nuevo el arzobispo de Burdeos, quien bloqueó el puerto con una flota de sesenta barcos (8 de junio). Hoces situó sus naves tras una línea de cadenas tendida entre el castillo de San Antón y la orilla opuesta, y esta vez el arzobispo de Burdeos no pudo utilizar sus brulotes. Una noche, el almirante Miguel de Horna efectuó una salida con cuatro fragatas, y causó tantos daños a los poderosos barcos franceses que se vieron obligados a retirarse. Mientras tanto, Antonio de Oquendo entró en La Coruña con otra escuadra procedente de Cádiz, para unirse a la de Lope de Hoces. Con ambas escuadras se formó una potente flota hispano- portuguesa, lista para partir con socorros hacia Dunquerque, formada por unos setenta barcos, de los que alrededor de cuarenta y cinco eran unidades de guerra y el resto eran transportes, con un total de mil setecientos cañones y veinte mil hombres.

La flota partió de La Coruña rumbo al Canal de la Mancha (6 de septiembre de 1639) al mando de Oquendo, embarcado en el galeón Santiago, con Lope de Hoces al frente de una de sus escuadras, embarcado en el galeón portugués Santa Teresa, que era el barco de mayor porte de toda la flota. Pasó ante la flota del arzobispo de Burdeos, que esta vez no intentó el ataque, a la vista de la fortaleza de sus oponentes, y continuó viaje, hasta que fue avistada por la flota del almirante holandés Martin van Tromp, que al contar sólo con trece barcos con cuatrocientos cañones y mil cuatrocientos veinticinco hombres, ordenó que trajeran refuerzos. Se produjeron las primeras escaramuzas (15 de septiembre), en las que Tromp perdió un barco, pero se vio reforzado con la llegada de las escuadras de los almirantes Witte de Wit, primero, y Banckarts, después. Ante la fortaleza adquirida por la fuerza de Tromp, que bloqueaba el paso de la flota hispano-portuguesa, y tras un fuerte combate (18 de septiembre), Oquendo decidió fondear en las aguas neutrales inglesas de las Dunas, en lugar de llevar a los puertos de Flandes los barcos con socorros, que era su principal objetivo, aunque por las noches pudo hacer llegar parte de dichos socorros a bordo de pequeñas embarcaciones. En aquella época Inglaterra no estaba en guerra con España, por lo que Oquendo esperaba que la flota inglesa le pudiera prestar algún tipo de ayuda.

Tromp permaneció con su flota fuera de las aguas inglesas, estableciendo un férreo bloqueo sobre la flota hispano-portuguesa, y mientras tanto consiguió más refuerzos procedentes de las cercanas costas holandesas. Como Oquendo no parecía tener intenciones de abandonar el fondeadero, y ante el temor de que algunas de las fuerzas inglesas del vicealmirante Penigton, que observaba las actividades de ambos contendientes, pasaran a ayudar a los fondeados, Tromp se impacientó, y cuando ya contaba con noventa y seis barcos y once brulotes decidió pasar al ataque (21 de octubre), aun a costa de combatir también con los ingleses, si éstos tomaban partido por los barcos fondeados en sus aguas. Con los primeros disparos, Oquendo ordenó dar la vela, formar en línea para salir de las Dunas y ofrecer combate. Los barcos españoles y portugueses picaron los cables de fondeo e izaron velas, pero una repentina barra de niebla —muy corriente en aquellas latitudes— hizo que, durante la maniobra, se produjera la confusión, algunos barcos vararon y otros surgieron de la niebla en desorden, siendo presas del enemigo. Lope de Hoces fue el segundo en hacerse a la vela, a pesar de lo poco maniobrero que era su grande y pesado barco, el Santa Teresa, contra el que los holandeses lanzaron brulotes incendiarios. El barco se defendió bien y logró desatracar los primeros brulotes. Hoces perdió una pierna y un brazo en el combate. Otro brulote logró aferrarse al Santa Teresa, produciéndole un gran incendio que causó su voladura. La mayor parte de su dotación pereció quemada o ahogada al tirarse al agua para huir del fuego. Uno de los que murieron, posiblemente a causa de sus terribles heridas y antes de la voladura del barco, fue Lope de Hoces.

Lope de Hoces fue un hombre de mar, de gran tesón y experiencia, que en vida alcanzó altos honores: caballero de la Orden de Santiago, de los Consejos de Guerra y de Indias de Su Majestad, general de la flota, almirante general, y gobernador de la Armada del Océano, aunque hacia el final de su vida la suerte le volvió la espalda. Había contraído matrimonio con María Aldonza de Hoces y Haro, y tuvo dos hijos: Alonso Antonio de Hoces y Hoces y María Magdalena de Hoces y Hoces. Por una Real Cédula de 21 de julio de 1640, Felipe IV concedió el condado de Hor nachuelos a Alonso Antonio de Hoces y Hoces, por los méritos y servicios prestados por su padre Lope de Hoces. Al morir Alonso Antonio de Hoces sin sucesión, el condado pasó a su hermana María Magdalena, que fue por ello la segunda condesa de Hornachuelos.

 

Bibl.: M. Fernández de Navarrete, Biblioteca Marítima Española, t. II, Madrid, Imprenta de la Viuda de Calero, 1851, págs. 343-345; C. Fernández Duro, Armada Española, ts. IV y V, Madrid, Est. Tipográfico Sucesores de Rivadeneyra, 1902; V. Vicente Vela, Índice de la colección de documentos de Fernández de Navarrete que posee el Museo Naval, Madrid, Instituto Histórico de la Marina, 1946; H. y P. C huanu, Séville et l’Atlantique (1504-1650), Paris, Librairie Armand Colin, 1955; Fernández de Navarrete (comp.), Colección de documentos y manuscritos compilados por Fernández de Navarrete, vol. VII, Madrid, Museo Naval, Nendeln, Liechetenstein, Kraus-Thomsom Organization Limited, 1971; J. M.ª Martínez- Hidalgo y Terán (dir.), Enciclopedia general del mar, Barcelona, Ediciones Garriga, 1982, págs. 1263-1265; Elenco de Grandezas y títulos nobiliarios españoles, 1985, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Instituto Salazar y Castro, 1985, págs. 343-344; J. Valverde Fraikin, Títulos nobiliarios andaluces. Genealogía. Toponímica, Granada, Editorial Andaluza, 1991; C. Fernández Duro, Disquisiciones náuticas (La mar descrita por los mareados), t. II, Madrid, Ministerio de Defensa, 1996, págs. 267-276; J. I . González-Aller Hierro, Catálogo-Guía del Museo Naval de Madrid, t. I, Madrid, Ministerio de Defensa, 1996, págs. 147-150; F. González de Canales y López-Obrero, Catálogo de Pinturas del Museo Naval, t. IV, Madrid, Ministerio de Defensa, Armada Española, 2001, págs. 190-198; A. Palmhof, “Admiral Tromp and Aemilia”, en Watercraft philately, vol. XLIX (2003), págs. 57-61.

 

Marcelino González Fernández

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