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José María Quijano Fernández-Hontoria

Biografía

Quijano Fernández-Hontoria, José María. Los Corrales de Buelna (Cantabria), 16.VII.1843 – 2.VI.1911. Promotor y gestor empresarial.

Fruto del matrimonio entre José Felipe de Quijano y Moncalián —un prestigioso abogado con bufete en la localidad de Torrelavega— y Rafaela Fernández de Hontoria —hija de Isidoro Fernández de Barreda, con negocios mercantiles en Cádiz, y de Micaela de Hontoria—, fue el primogénito de tres hermanos: Gilberto, que desempeñó labores en el Ministerio de Gracia y Justicia en Madrid y fue diputado por Puerto Rico, Encarnación Avelina, que murió a la temprana edad de quince años, y Juana Petronila, que falleció víctima de la tosferina en Torrelavega el 7 de enero de 1854.

Al igual que le sucediera a su progenitor, José María quedó huérfano de padre cuando sólo contaba dieciséis años, y de madre cuatro años más tarde; período durante el que, junto a sus hermanos, estuvo al cuidado de sus tías maternas, Petronila y Laureana, en unión de sus esposos Gabriel y Juan Antonio Redonet, del comercio de Santander y dueños de una fábrica de velas en esta ciudad.

Sus primeros estudios se desarrollaron en régimen interno en el Instituto de Santander, lugar en el que alcanzó el grado de bachiller en Artes. Seguidamente, y por respeto a la tradición que inició su abuelo, Antonio José Quijano y de Heras, y que después continuó su padre, se decidió por el estudio de las Leyes. Así, en la Universidad de Valladolid cursó la carrerea de Derecho Civil y Canónico, obteniendo la licenciatura en enero de 1866 a la edad de veintidós años. De su vida universitaria en la ciudad castellana quedó, además de una sólida amistad con Máximo Solano, con el tiempo prestigioso abogado y notario de Santander, y con Antonio de Bustamante —marqués de Villatorre, y miembro de una extensa familia vinculada al comercio de harina a través del puerto de Santander—, una profunda admiración intelectual por Germán Gamazo, del que fue discípulo, y que más adelante le abriría las puertas de la representación política en el seno del Partido Conservador. Fue éste un reducido pero, también, sólido círculo de amistades que amplió en Santander —donde fue secretario de la Diputación—, al ser un asiduo participante en la tertulias que organizaba su buen amigo José María de Pereda.

La repentina muerte de Víctor Gómez de los Ríos, un abogado de prestigio en Torrelavega, y esposo de su tía Enriqua de Quijano, fue la circunstancia principal que, finalmente, le empujó a abandonar el puesto que desempeñaba en la Administración provincial, al aceptar la invitación de hacerse cargo del bufete de su tío político. Este retorno próximo a su lugar de nacimiento significó el reencuentro con antiguos conocidos y familiares, entre los que merece destacarse su tío Benigno Arce, ingeniero de minas, con quien dio forma a la idea de fabricar “puntas de París” aprovechando las instalaciones de un viejo molino propiedad de la familia, reconvertido para la ocasión. Nacía, así, la dilatada historia de Forjas de Buelna, y el interés de José María Quijano por la gestión y la promoción empresarial; una actividad que le proporcionaría prestigio social y ascendencia política. Fue elegido diputado provincial en 1868 por el distrito de Torrelavega, cargo que desempeñó hasta el 11 de febrero de 1871, y senador en representación del Partido Conservador en 1903 y 1907.

Forjas de Buelna no fue la única iniciativa empresarial impulsada por José María Quijano. En los mismos años en que comenzó la producción, Quijano ya participaba en pequeñas sociedades mineras en colaboración con su tío Remigio Fernández Hontoria, Benigno Arce, el conde de Mansilla, y otros. Igualmente, junto a Ramón Bergé, había fundado en 1878 la compañía de seguros La Española; poco tiempo después, en unión de Valentín Gorbeña, Isidro del Campo, Julio Castanedo, Antonio Cabrero Campo y Antonio Cabrero Mons, creó La Austriaca, S.A.: una fábrica para la elaboración de cerveza en la que aportó un 10% del capital social suscrito en 300.000 pesetas.

Asimismo, fue fundador y consejero de la Compañía del Ferrocarril Cantábrico (1890), y de la Compañía de los Ferrocarriles de Santander-Bilbao (1897).

Con todo, el mayor logro, junto a Forjas, fue su decidida acción por promover la construcción de la siderurgia Nueva Montaña, S.A., y por atraer hacia este empeño los capitales del comercio y de la banca de Santander en un período de ferviente euforia inversora que sucedió a la pérdida de las colonias. Un auge económico poscolonial que instaló en la región las claves definidoras de su futuro industrial que en este período simbolizó la creación de esta nueva siderurgia, en la que se aunaron el capital colonial repatriado y la apuesta del ahorro mercantil por la industria.

Nueva Montaña significó, así, la aparición de la empresa moderna, el gran capital, y la incorporación de los primeros avances de la llamada “segunda revolución industrial”.

A su fallecimiento, en junio de 1911, su viuda, Soledad de la Colina y de la Mora, y sus hijos varones (Gilberto, José Antonio, Juan José, Ramón y Miguel) decidieron constituirse en sociedad anónima con el nuevo nombre de Sociedad Anónima José María Quijano, Forjas de Buelna, que en 1948 se fusionó con Nueva Montaña.

El rey Alfonso XIII concedió el 22 de marzo de 1919 a su viuda el título de condesa de las Forjas de Buelna en homenaje a la memoria de José María, llamado el “Pereda Industrial” en feliz expresión que dejó escrita José María Cagigal en la revista Cantabria que dirigía Consuelo Berges en Buenos Aires.

 

Bibl.: R. Bustamante Quijano, José María Quijano. Vida y obra de un hidalgo emprendedor, Santander, Nueva Montaña Quijano, 1986; G. J. Cueto Alonso, “Un paso decisivo en la industrialización minero-siderúrgica de Santander: los Altos Hornos de Nueva Montaña”, en Santander fin de siglo, Santander, Calima, 1998, págs. 145-159; A. Hoyo Aparicio, “José María Quijano Fernández-Hontoria (1843-1911)”, en E. Torres (dir.), Los 100 empresarios españoles del siglo xx, Madrid, LID Editorial Empresarial, 2000, págs. 42-47; “Economía, empresas y empresarios en el Santander de 1900”, en Santander hace un siglo, Santander, Universidad de Cantabria-Ateneo de Santander, 2000, págs. 30-63; M. Crespo López, Cántabros del siglo xix. Semblanzas biográficas, Santander, Ediciones Librería Estvdio, 2004; A. Garrido Martín (dir.), Diccionario biográfico de los parlamentarios de Cantabria (1813-1901), Santander, Parlamento de Cantabria, 2006, págs. 324-330.

 

Andrés Hoyo Aparicio

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