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Marcelino Botín-Sanz de Sautuola y López

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Biografía

Botín-Sanz de Sautuola y López, Marcelino. Puente San Miguel (Cantabria), 1907 – Santander (Cantabria), 1971. Financiero y mecenas de actividades culturales.

Hijo de Emilio Botín y López, primer presidente ordinario del Banco Santander, y de María Sanz de Sautuola, quien había descubierto en 1879 junto a su padre Marcelino las pinturas de las cuevas de Altamira.

Casó con María del Carmen Yllera Camino, que contribuyó a las tareas de mecenazgo de su marido, quien creó la Fundación Marcelino Botín, destinada a proteger a artistas e intelectuales. Licenciado en Derecho, desplegó una intensa actividad a lo largo de muchos años en el Banco Santander. En 1946 fue nombrado consejero de este banco y en 1956, vicepresidente del Consejo de Administración. Fue consejero de Banco Intercontinental Español (Bankinter), Asfaltos Españoles, Banco Comercial para América, Iberduero, Minero Siderúrgica de Ponferrada, Saltos del Sil, Sociedad Española del Acumulador Tudor, Compañía Española de Petróleos, Unión Resinera Española, Financiera Bansander, Central de Inversiones en Valores y Mobiliaria Internacional.

Los antecedentes empresariales de la familia Botín se hallan vinculados a la familia López Dóriga, comerciantes santanderinos con negocios de comercio de harinas en la Península y Ultramar, conocidos ya en el último tercio del siglo XVIII. La entrada en escena de los Botín en los negocios mercantiles tuvo lugar a mediados del siglo XIX, cuando Emilio Botín fue nombrado gerente de la Casa López Dóriga, y en 1866 se constituyó la sociedad Hijos de Dóriga y Botín.

Así surgió la saga familiar de los Botín que llega a nuestros días.

Los orígenes de esta familia no sólo son mercantiles, sino que también se percibe su vinculación con el histórico Banco de Santander, creado en 1857. La expedición de harinas —y no la fabricación— fue el objeto social de la compañía Hijos de López Dóriga y Botín (1878), integrada por Ramón y Antonio López Dóriga y Aguirre, Emilio Botín y Aguirre y Antonio López Dóriga y López Dóriga. Ya en 1865, José María López Dóriga poseía el 1,1 por ciento del Banco de Santander; era el representante de los Rothschild en Santander y el hombre de la Compañía de los Ferrocarriles de Madrid a Zaragoza y Alicante (MZA) en Castilla; los López Dóriga estuvieron presentes en la fundación e impulso del Banco de Santander.

Durante la crisis de 1866, los castellanos perdieron el Banco de Valladolid y los santanderinos lucharon por evitar la quiebra del Banco de Santander. Este banco fue la única entidad que logró evitar dicha crisis, gracias a las ventas de harina al Reino Unido.

Más tarde vendría la crisis finisecular, cuando en 1882 los vallisoletanos decidieron transportar directamente por ferrocarril el trigo a Barcelona y decayó el tráfico santanderino con la Ciudad Condal. Por entonces un enlace matrimonial marcó la renovación de la compañía Hijos de Dóriga y Botín: Emilio Botín y Aguirre casó con una de las hijas de Antonio López Dóriga, quien había fallecido con anterioridad a 1893. La empresa quedó constituida por Josefa López Dóriga, Emilio Botín y Aguirre y Rafael Botín y López Dóriga. Los López Dóriga y Botín superaron la crisis finisecular al invertir con éxito en diversos negocios como la Compañía General de Aguas de Santander y con la participación en diversas empresas fabriles y financieras, que se emprendieron en Santander, así como en el resto de Castilla la Vieja, desde la pérdida de las colonias.

El Banco Santander, en el último tercio del XIX, experimentó algunos cambios después de que en 1874 el Banco de España adoptara el monopolio de emisión de billetes de banco. En 1895 se convirtió en una sociedad de crédito. Entonces, el director gerente del Banco de Santander era Rafael Botín y Aguirre, cargo que ocupó hasta 1903. En este año Emilio Botín López Dóriga entró a formar parte del Consejo de Administración del banco en representación de la familia y la empresa Hijos de Dóriga y Botín quedó íntimamente ligada desde entonces al Banco Santander.

El Banco Mercantil de Santander, fundado en 1900, pronto se convirtió en el competidor de su antecesor cántabro. El Banco Santander estuvo en el proyecto de creación del Banco Central en 1920, con objeto de ayudar a bancos provinciales para salir de su área de origen. Desde 1925, el Santander se alejó del Central, debido a las dificultades de este banco con la crisis de la Unión Minera; pero no del todo, ya que mantuvo un representante en el Consejo del Banco Central y éste participó en la ampliación del capital del Santander (1928). Después de la Guerra Civil, las relaciones entre ambos bancos se mantuvieron fluidas. El Santander y el Central financiaron operaciones de la Hidroeléctrica del Chorro y se repartieron la tesorería de ésta al 50 por ciento, y lo mismo hicieron con Saltos del Nansa. Otro motivo de acercamiento del Santander al Central tuvo que ver con el Banco Hispano Colonial, entidad de la órbita del Central. En 1945, el Banco Santander tenía una posición accionarial importante sobre el Banco Hispano Colonial. A causa de los problemas económicos que sufría la Barcelona Traction, el Hispano Colonial hubiera tenido que suspender pagos, a no ser por la ayuda que recibió del Central y del Santander. En 1950, el Banco Hispano Colonial fue absorbido por el Banco Central. El Santander y el Central se apoyaron recíprocamente, cuando aquél, en 1946, absorbió a su rival, el Banco Mercantil de Santander. Con la ayuda del Central, el Santander adquirió un banco que era poseedor de una cartera saneada, que le permitió competir en el mercado bancario a escala nacional.

La actividad profesional financiera de Marcelino Botín fue compaginada con otras filantrópicas. Así, fue socio fundador del Patronato Montañés de Enseñanza, del que depende el Centro de Estudios Superiores Técnico-Empresariales, dirigido por la Compañía de Jesús. Enamorado de Cantabria, fue un buen jugador de bolos y existe un Memorial con su nombre. También fue un gran jugador de golf.

A través de la Fundación Marcelino Botín legó un testamento, en 1964, con objeto de asegurar la continuación de su discreta obra de ayudar a artistas e intelectuales y de proteger las obras sociales que hizo con espíritu cristiano.

Bibl.: VV. AA., Gran enciclopedia de Cantabria, ts. I, II y III, Santander, Editorial Cantabria, 1985; F. González Urbaneja, Banca y Poder. La pasión por ser banquero, Madrid, Espasa Calpe, 1993; M. Amigot, Los Botín: Nacidos para la Banca, Barcelona, Planeta-Agostini, 1994; J. Moreno Lázaro, “Los López Dóriga: Historia de una saga empresarial santanderina, 1770-1914”, en P. Martín Aceña y M. Gárate (eds.), Economía y Empresa en el Norte de España (Una aproximación histórica), San Sebastián, Diputación Foral de Guipúzcoa, 1994 (col. Cuadernos de Economía y Empresa); G. Tortella, “El Banco de Santander y el Banco Central: ¿Vidas paralelas?”, en Expansión (Madrid), 19 de julio de 1999, pág. 21; “Los Bancos Santander y Central en la posguerra: Botín y Villalonga”, en Expansión, 20 de julio de 1999, pág. 13; E. Torres (dir.), Los 100 empresarios españoles del siglo xx, Madrid, LID-Círculo de Empresarios, 2000.

Juan Hernández Andreu

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