Poinsot Garcés, João. Juan de Santo Tomás. Lisboa (Portugal), 9.VII.1589 – Fraga (Huesca), 17.VI.1644. Teólogo dominico (OP).
Era hijo de Pierre Poinsot, secretario del archiduque Alberto, hijo del emperador Maximiliano II.
Cuando el archiduque vino a España, Felipe II le dio el gobierno de Portugal y de los Países Bajos sucesivamente, campañas en las que le acompañó siempre su secretario. Se casó con la portuguesa María Garcés, de la que nacieron dos hijos, Luis y Juan. Fue bautizado en la iglesia parroquial de Santa María de los Mártires de Lisboa.
Estudió Artes en Coímbra, consiguiendo el título de bachiller el 11 de marzo de 1605. El 14 de octubre de 1605 se inscribió en la Facultad de Teología, del mismo estudio, aunque en 1606 se trasladó con su padre a los Países Bajos, completando su docencia en la Universidad de Lovaina, bajo la dirección del maestro Samuel y obteniendo un bachillerato en Ciencias Bíblicas con fecha del 12 de febrero de 1608. Allí entabló amistad con el teólogo dominico español fray Tomás de Torres, que le orientó en sus estudios y vocación, despertando en él una gran sensibilidad hacia la teología tomista y especial veneración hacia el doctor Angélico.
De regreso a España, cuando contaba veintitrés años, el 17 de julio de 1609, ingresó en los dominicos, en el Convento madrileño de Santa María de Atocha, siendo recibido por el prior padre Diego de Peredo, el 18 de julio de 1610, para profesar, cambiando su nombre de bautismo por el de Juan de Santo Tomás, con el que será conocido en adelante y mostrando así una especial vinculación con la escuela tomista. En el mismo Convento de Atocha concluyó los estudios filosófico- teológicos e, inmediatamente fue promovido como lector en Artes, comenzando a enseñar Filosofía, al tiempo que era maestro de los estudiantes. En 1620 fue enviado a enseñar Teología a Plasencia, pero pronto regresó a Madrid. En 1625 fue nombrado regente de estudios en el Colegio Complutense de los Dominicos, al tiempo que cumplía el encargo de calificador del Consejo Supremo de la Inquisición española a partir de 1627. Precisamente, y en razón de este nombramiento se debe su colaboración en la elaboración del Novus Index librorum prohibitorum et expurgatorum de 1632. Algunos años antes, en el capítulo de Táuride, celebrado en abril de 1627, había sido propuesto y promovido como maestro ilustre.
Será en el estudio complutense donde Juan de Santo Tomás encontró su lugar preciso. Son años en los que creció su fama y renombre en los campos de la reflexión y de la dirección espiritual. Fue apadrinado por el también dominico Pedro de Tapia, que lo escogió como director espiritual, sucediéndole luego éste en las Cátedras de Vísperas y de Prima de Teología, en 1630 y 1641, sucesivamente. Dichas Cátedras habían sido proveídas y subvencionadas para los maestros dominicos por el duque de Lerma, gozando de los mismos derechos y prerrogativas que las primeras Cátedras fundadas en el estudio salmantino.
En 1643, dado que por su edad el capellán real padre Antonio Sotomayor ya no podía acompañar a Felipe IV como confesor en las campañas militares, los dominicos —en la obligación de proveer un nuevo capellán— propusieron al padre Juan, que pronto se vio constreñido a abandonar la Universidad, puesto que Felipe IV lo llamó a la Corte para cumplir este ministerio. Aunque el servicio no era muy de su agrado, lo afrontó con responsabilidad y dignidad.
Famosas se hicieron entre sus hermanos las palabras por él pronunciadas en el momento de recibir la noticia: “Actum est, Patres, de vita mea: mortuus sum, orate pro me” [Padres, se ha acabado mi vida, estoy ya muerto, rogad por mí]. Llegó incluso a encontrar algunos tiempos libres en los que ir concluyendo alguna de sus obras y hacer algunas obras de caridad.
Durante la expedición a Cataluña, en la que acompañó al Monarca, en un día de reposo en Zaragoza concluyó su célebre Tratado sobre los dones del Espíritu Santo. Murió, a los cincuenta y cinco años, en Fraga en plena campaña. Sus restos mortales fueron trasladados al Convento de Atocha.
Su obra intelectual y científica ha de ser diferenciada en tres grandes líneas: filosófica, teológica y pastoral.
La obra filosófica se centra no sólo en lo que se conoce como Cursus philosophicus thomisticus, que contará con siete ediciones que van desde Roma en 1637 hasta Turín en 1930, sino también en las cuestiones lógicas divididas en súmulas, y otros tratados particulares, siendo así que es considerado como un clásico de la semiótica y la lógica, llegando algunos autores a considerarlo como la síntesis más lograda de la época, recogiendo toda la tradición anterior, desde Aristóteles hasta la Escuela de Salamanca.
Su Cursus theologicus, que sigue la ordenación de las cuestiones de santo Tomás en su Summa, muestra una detallada atención a las cuestiones que ofrecían mayor dificultad, y que necesitaban una clarificación mayor en la propuesta de Contrarreforma, por lo que las elaboró en forma de disputationes. Él dejó publicados los tres primeros volúmenes y será su discípulo Diego Ramírez, quien lleva adelante, a su muerte, la publicación de algunos tratados del curso, comprendidos en los volúmenes del 4 al 7, quedando el último en manos del también dominico parisiense François Combefis, que lo publicará en 1667. La misma dilación en la publicación de la obra, da muestra del valor de la misma y cómo el pensamiento de Juan de Santo Tomás respondía a una escuela de pensamiento que seguía siendo fuerte en el orbe católico. Dicha obra ha tenido diversas ediciones, siendo algunas de ellas parciales. En estos momentos se cuenta con la gran edición crítica elaborada por los monjes benedictinos de Solesmes.
Asimismo, los tratados particulares, con un carácter más pastoral y espiritual De donis Spiritus sancti, De habitu, De fide, De virtutibus, De spe, Breve tratado...
para saber hacer una confesión general, Práctica y consideración para ayudar a bien morir, fueron traducidos a diversas lenguas y, junto con otras obras, se convirtieron en lectura frecuente de la época y siglos posteriores. Algunas de ellas, como su Explicación de la doctrina cristiana, escritas en castellano, para que pudiera llegar con mayor facilidad al pueblo, al final de sus días contaba ya con cinco ediciones en tan sólo cuatro años. Dicha obra será especialmente valorada por algunos autores de trascendencia, como es el caso de los jesuitas E. Nieremberg o A. de Castro. Este tipo de obras muestran, además, su sensibilidad religiosa, muy próxima a la mística castellana, que venía además acompañada de una fuerte austeridad de vida y dedicación a la vida interior.
Con este rápido recorrido se ve con claridad que Juan de Santo Tomás ha sido considerado como el gran escolástico-tomista del siglo xvii, período en el que los jesuitas ya ocupaban el centro de la escena intelectual, y los dominicos habían quedado en un segundo lugar, pero momento también en el que se estaban abriendo lecturas diversas sobre el pensamiento del Aquinate, por lo que la Orden de Predicadores busca una lectura purista, como ya la habían propuesto autores de la talla de Domingo Báñez. Será por esta razón por la que algún autor no tenga problema en considerarlo como la gran figura de la Orden Dominicana en la Universidad de Alcalá. Su actitud siempre defensiva de las propuestas del doctor Angélico, en una lectura más rigorista, le llevaron a polemizar con los jesuitas Gabriel Vázquez y Francisco Suárez, mucho más laxos en su concepción y opiniones. Influirá decisivamente en autores posteriores, que lo considerarán como su maestro, es el caso de Jacques Maritain, u otros que no lo afirman tan directamente pero que lo tienen muy presente, como puede ser Reginald Garrigou-Lagrange, Carlos de Koninck, Yves Simon, Joseph Gredt o el mismo Santiago Ramírez.
Obras de ~: Artis logicae, I. Pars de Dialectos Institutionibus, quas Summulas vocant. II. Pars in Isagogen Prophirii, Aristotelis Cateogiras et libros posteriorum, Compluti, 1631-1632; Naturales philosophiae prima pars, quae de natura in communi, ejusquae affectionibus disserit, Madrid, 1633; Ejusdem Secunda Pars in VIII libros Physicorum, Madrid, 1633; Ejusdem III Pars, quae de Ente mobili corruptibili agit; ad libros Aristotelis de Ortu et Interitu; una cum decem tractatibus de Meteoros, Compluti, 1634; Ejusdem IV Pars, quae de Ente mobili animato; ad libros Aristotelis de Anima, Compluti, 1634; Explicación de la doctrina cristiana, Valencia, 1644; Artis Logicae. Prima pars de Dialecticis Institutionibus quas Summulas vocant, Matriti, Typis Mariae Quignonij, 1648 (5.ª ed.); Cursus philosophicus thomisticus: secundum exactam, veram & in diuersas partes distributus [...], Lugduni, 1663; Cursus Theologici, Monachorum Solesmensium (ed.), Parisiis-Tornaci, Romae, Typis Societas S. Ioannis Evangelistae, 1931; Los dones del Espíritu Santo y la perfección cristiana, ed. de I. G. Menéndez-Reigada, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1948.
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Miguel Anxo Pena González, OFMCap.