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Luis Mariano Unamuno e Irigoyen

Biografía

Unamuno e Irigoyen, Luis Mariano. Abadiano (Vizcaya), 8.IX.1873 – Madrid, 2.X.1943. Botánico.

Hijo de Julián Unamuno y María Leonarda Irigoyen; profesó en el Colegio Seminario Agustino de Valladolid a los dieciocho años (28 de agosto de 1891); fue ordenado sacerdote a su vuelta a España, en 1897 (18 de septiembre), tras una etapa misional en Filipinas y Macao. De regreso a la Península cursó estudios de bachillerato en el Instituto de Soria (1901-1902) y los de la licenciatura en Ciencias (sección Naturales) en diversas Universidades, obteniendo el título por la Universidad Central (12 de octubre de 1906); en esta misma Universidad recibió el grado de doctor, once años después, el 10 de marzo de 1917.

En 1908 fue nombrado lector de provincia, explicó Ciencias Naturales en los Colegios Agustinianos de Llanes y Tapia (Asturias), ocupando la subdirección y dirección del Santa Isabel de Tapia durante doce años; desde 1918 hasta 1922 fue definidor de provincia y, en este último año, se le concedió la venia de lector jubilado para poderse ocupar, con total dedicación, del estudio de los hongos microscópicos.

El interés de Luis Mariano Unamuno por la micología habría de nacer de una conversación mantenida, en el verano de 1918, con Romualdo González Fragoso; el intermediario fue el padre Agustín J. Barreiro (OSA), siempre interesado en integrar a Luis Mariano Unamuno en los círculos intelectuales con los que él estuvo relacionado. Luis Mariano Unamuno se vinculó a la Junta de Ampliación de Estudios en el curso 1918-1919, aunque manteniendo su residencia en Asturias; en 1927 se incorporó al Real Jardín Botánico y, desde 1928, tras la muerte de R. González Fragoso, se ocupó de dirigir el laboratorio micológico del Real Jardín Botánico de Madrid y la micoteca de este establecimiento. Su trabajo, pausado y metódico, habría de verse suspendido por la Guerra Civil; se sabe de sus penalidades porque él mismo se encargó de perpetuar su agradecimiento a quienes le protegieron, dedicando sendas especies de hongos a Carolina Melgarejo y José Portillo, marqueses de Pejas, en cuya casa residió entre el 18 de noviembre de 1936 y el 18 de marzo de 1937; otro fue dedicado a Trinidad Espinosa, el médico que le atendió durante aquellos días de una anemia, que habría de dejarle profunda huella.

Tras la Guerra Civil regresó a su trabajo en el Real Jardín Botánico y apoyó las iniciativas de la Alta Comisaría de España en Marruecos, realizando, en las décadas de 1940 y 1941, sendas campañas de herborización en el Protectorado; una tercera, prevista para estudiar Ketama, no pudo realizarse, pues lo impidió su muerte.

La Real Academia de Ciencias Exactas, Física y Naturales le contó entre sus miembros, ya que fue electo académico en 1942 (15 de abril) y leyó el discurso preceptivo en la primavera de 1943 (24 de marzo), meses antes de morir.

El padre Unamuno es continuador de la escuela micológica iniciada por R. González Fragoso; su especialidad fueron los hongos parásitos de plantas herbáceas. Dedicó su esfuerzo a la elaboración de catálogos locales y a incorporar material a la micoteca del Real Jardín, con objeto de poder elaborar obras de síntesis que recogieran la diversidad del territorio peninsular, de la que él logró preparar las correspondientes a Esferoidáceos (1933) y Ascomicetos (1941); en su obra no hay grandes innovaciones metodológicas, sino que es el resultado de una labor tenaz y perseverante, destinada a cubrir un vacío en el conocimiento de nuestro patrimonio natural. Al igual que la de su maestro, su obra se muestra próxima a la escuela sistemática italiana y, como aquél, mantuvo contactos con micólogos extranjeros, como Raffaele Ciferri (1897-1964), Gonzalo Sampaio (1865-1937) y Manuel de Sousa da Cámara (1871-1955), entre otros.

 

Obras de ~: “Contribución al estudio de la flora micológica de la provincia de Oviedo”, en Asociación Española para el Congreso de las Ciencias, Congreso de Bilbao, 6 (1920), págs. 167- 208; “Nuevos datos para el estudio de la micoflora del oriente de Asturias”, en Asociación Española para el Congreso de las Ciencias, Congreso de Salamanca (1924), págs. 37-51; “Hongos microscópicos de los alrededores de La Vid (Burgos)”, en Boletín de la Real Sociedad Española de Historia Natural, 29 (1928), págs. 387-402; Enumeración y distribución geográfica de los Esferopsidales conocidos de la Península Ibérica y de las Islas Baleares. Familia Esferioidáceos, Madrid, RACEFN, 1933; “Notas micológicas (segunda serie). Nueva aportación al estudio de los hongos microscópicos de la zona del Protectorado español en Marruecos”, en Mauritania, 13 (1940), págs. 102-103, 132-134, 220-222, 260-261, 300-301, 362-363, 398-400;14 (1941), págs. 50-51, 82-83, 247-248, 268-269, 331-332; y 15 (1942), págs. 20, 148-149, 177-178, 247-248, 285-286, 312-313, 341-342 y 367-369; Enumeración y distribución geográfica de los Ascomicetos de la Península Ibérica e Islas Baleares, Madrid, RACEFN, 1941; Algunas aplicaciones de la Micología a diversos ramos de la Ciencia y de la Industria (Discurso leído [...] en la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales), Madrid, Asilo de Huérfanos, 1943.

 

Bibl.: M. J. Urríes, “El R. P. Luis María [sic] Unamuno, O.S.A. (1873-1943)”, en Boletín de la Real Sociedad Española de Historia Natural, 41 (1943), págs. 493-502; A. González Bueno, “P. Luis M. Unamuno, OSA (1873-1943). Ensayo bio-bibliográfico”, en Religión y Cultura, 36 (1990), págs. 639-665; A. González Bueno y V. J. Rico, “Index nominum unamunoanae (Fungi)”, en Lazaroa, 12 (1990), págs. 121- 146; A. González Bueno y A. Gomis Blanco, Los territorios olvidados. Naturalistas españoles en el África hispana (1860- 1936), Madrid, Ediciones Doce Calles, 2007.

 

Antonio González Bueno

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