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Vasco de Guevara

Biografía

Guevara, Vasco de. Toledo, c. 1508 – Lima (Perú), 1568. Conquistador de Nicaragua y, posteriormente, del Perú.

A la conquista del Perú fueron tres contingentes iniciales de singular importancia. Los hombres que bajo el comando de Francisco Pizarro capturaron al inca Atahualpa en Cajamarca y luego ocuparon el Cuzco.

Ellos recibieron el honroso título de “primeros conquistadores”.

Luego aportó al Perú la hueste de Diego de Almagro y, finalmente, los hombres que llevó Pedro de Alvarado en 1534 y que después de un arreglo económico que tuvieron Pizarro y Almagro con su capitán, se quedaron en el Perú. Hay que añadir también que las conquistas de Nicaragua (jornada de Poniente) y la del Perú (jornada de Levante) se llevaron casi al mismo tiempo. Las noticias fabulosas del oro y plata de los incas impactaron grandemente en los hombres de Panamá, Nicaragua y Guatemala a tal punto que muchos de ellos abandonaron encomiendas y otras granjerías para probar suerte en el Perú.

Tal fue el caso del hidalgo Vasco de Guevara, que al momento del éxito de Francisco Pizarro vivía en Nicaragua donde su tío, el licenciado Francisco de Castañeda, era teniente de gobernador. Su carrera en Indias había sido ascendente. Participó junto al capitán Gabriel de Rojas en la conquista de la tierra llamada Buena Esperanza y, hacia 1530, poseía un repartimiento de indios en la ciudad de León, Nicaragua, de la cual era prominente vecino. Cuando el capitán Pedro de Alvarado, el lugarteniente de Hernán Cortés en la conquista de México, anunció que reunía gente para viajar al Perú, Vasco de Guevara dejó su segura, aunque modesta, posición, para ir en busca de mayores riquezas y honores.

Ya en el Perú, sentó plaza en la hueste de Almagro y lo acompañó hasta el Cuzco. La tensión entre los socios Almagro y Pizarro era inocultable. El primero de los nombrados pretendía haber sido defraudado por la Corona que, para repartir honores y prebendas, tomó muy en cuenta los relatos y los obsequios valiosísimos llevados a España por el clan pizarrista.

Vasco de Guevara fue uno de los capitanes que siguió a Diego de Almagro en su expedición a Chile.

Pese a que la hueste estaba bien avituallada y llevaba consigo gran cantidad de indios del Cuzco y de otras comarcas del altiplano, en calidad de cargadores, las dificultades generadas por un clima extremadamente hostil diezmaron primero a los indios y luego a los españoles.

“La travesía de la cordillera por Almagro es uno de los episodios más impresionantes de la Historia.

Llegaban a ella los expedicionarios exhaustos, casi sin víveres y sin ropa. El paso era un sendero de guijarros agudos e hirvientes a 4.000 m de altura, azotado por un viento que corta la piel y que en las noches hiela el cuerpo dentro de las vestiduras. Como corolario fatal estaba la puna”. Para decirlo en pocas palabras la expedición fue un fracaso, con muchas pérdidas de vidas y penalidades sin cuento. El regreso al Cuzco tomó otro cariz. Los de Almagro colaboraron para que Manco Inca levantara el duro cerco que había puesto a la ciudad. Mas, inmediatamente, surgió un litigio con los pizarristas cuyo jefe en la capital de los incas era el altivo Hernando, verdadera cabeza del clan por ser el único hijo legítimo, mientras sus hermanos eran bastardos.

Almagro dispuso que Vasco de Guevara y Lorenzo de Aldana le comunicaran a Hernando Pizarro que el Cuzco pertenecía a su gobernación, la Nueva Toledo, y no a la Nueva Castilla de Francisco Pizarro.

No se pudo llegar a un acuerdo y Almagro tomó la ciudad del Cuzco, haciendo prisionero a Hernando.

Poco después al saber que una importante fuerza de hombres pizarristas, al mando de Alonso de Alvarado, marchaba de Lima al Cuzco, para ayudar en la luchacontra Manco Inca, pues desconocía el retorno de Almagro, éste decidió dar un golpe de mano y con un grupo de jinetes, entre los cuales destacaba Vasco de Guevara, sorprendió a Alvarado y a los suyos en Cochacajas, junto al río Abancay, el 12 de julio de 1537, haciéndolos prisioneros. Eran los prolegómenos de la guerra entre Francisco Pizarro y Diego de Almagro.

Por su comportamiento en esa jornada Almagro le dio a Guevara conductas de capitán.

Poco después Vasco de Guevara fue uno de los capitanes que escoltó a Diego de Almagro cuando éste bajó a la costa para entrevistarse con Francisco Pizarro en un lugar denominado Mala. Todo indica que los dos socios tramaban una traición y no se llegó a ningún acuerdo. Almagro y Pizarro habían decidido dirimir su contencioso mediante las armas. Guevara recomendó que la batalla se diera en Huaytará o Vilcas, pero otro fue el parecer de Rodrigo Orgóñez, novelesco personaje y maestre de campo de Diego de Almagro quien escogió el campo de las Salinas. Por orden expresa de Orgóñez la primera carga de caballería estaría comandada por el capitán Vasco de Guevara.

La victoria de la hueste pizarrista, dirigida por Hernando, fue total (6 de abril de 1538). Muchos capitanes y soldados almagristas resultaron muertos o heridos.

El viejo y enfermo Almagro y algunos capitanes, entre los que estaba Vasco de Guevara, fueron hechos prisioneros. Las cosas habían cambiado y ahora Hernando era el triunfador; esta vez supo ser grato y recordó el trato amable que le había dado Guevara y correspondió de la misma forma. Meses más tarde llegó Francisco Pizarro al Cuzco con el ánimo de ganar las voluntades de por lo menos algunos almagristas. En consonancia con esta política el 4 de abril de 1539 nombró a Vasco de Guevara teniente de gobernador de Huamanga, donde fue recibido el 13 de mayo de ese año.

Al ser asesinado Francisco Pizarro en Los Reyes, el 26 de junio de 1541, muchos pensaron que Vasco de Guevara apoyaría a Almagro el mozo. No fue así y se dio maña para unirse a Vaca de Castro y estar debajo del real pendón cuando se dio la batalla de Chupas y el joven Almagro fue apresado y murió en el patíbulo poco después. Vaca de Castro tenía un problema pendiente: el rebelde Manco Inca. Pensó entonces en las buenas cualidades persuasivas de Vasco de Guevara y lo envió en una embajada con el propósito de que el inca aceptara la paz. Fracasó en su empeño y volvió al Cuzco sin ningún resultado. Poco después se marchó a Huamanga ciudad de la que era vecino principal.

Poco duró la paz en el Perú. En 1544 estalló la gran rebelión y Gonzalo Pizarro se convirtió en el adalid de los encomenderos. Vasco de Guevara abandonó secretamente Huamanga para no entregar la artillería pedida por Gonzalo. Llegó a Lima y ofreció su espada al Virrey Núñez Vela. Poco después, éste fue apresado por los oidores, quienes tuvieron que rendirse ante el poder bélico desplegado por el menor de los Pizarro. Vasco de Guevara cayó en desgracia y le quitaron sus indios Lucanas que le había otorgado el marqués-gobernador en octubre de 1540. A partir de este momento la figura de Vasco de Guevara se difumina. Es posible que acompañara por temor a Gonzalo Pizarro e hiciera lo posible por reunirse con Pedro de la Gasca, cosa que alcanzó en Jauja. Estuvo con el ejército leal en el desbande de Jaquijahuana y el presidente Gasca premió su lealtad con una renta de 1.500 pesos, que traía aparejada una singular condición: debía contraer matrimonio con Ana de Zárate.

Por alguna razón, la boda no tuvo lugar y entonces Pedro de la Gasca le otorgó a Guevara los indios Hatun Cabana y los de Cotarama, también con otra condición: que abandonara Huamanga y fuera vecino del Cuzco. Las mercedes fueron otorgadas en Lima el 20 de noviembre de 1548. Estando en esa ciudad fue testigo de los motines y alborotos que preludiaron la rebelión de Francisco Hernández Girón. Otra vez Vasco de Guevara escapó para no comprometerse con los rebeldes y se dirigió a Lima a ponerse bajo las órdenes de la Audiencia. No pudo participar, por llegar a destiempo, en la batalla de Villacurí, pero sí estuvo presente en la de Pucara, que marcó el ocaso definitivo de Hernández Girón. Cargado de años, el capitán Vasco de Guevara pasó a ser vecino de Lima. Era encomendero en Huaylas, que le daba una renta de 6.000 pesos. En la capital del virreinato del Perú vivió sus últimos años, siendo objeto de honores y distinciones por ser hidalgo señalado y hombre de costumbres sosegadas. Falleció en Lima en 1568.

 

Fuentes y bibl.: Archivo General de Indias (Sevilla), Secc. Patronato, 90, n.º 1, ramo 11; 93, n.º 12, ramo 2; 95, n.º1, ramo 1; 101, n.º1, ramo 10; 128, n. º 1, ramo 12.

P. Cieza de León, “Guerra de Chupas”, en Guerras Civiles del Perú, Madrid, Librería de la Viuda de Rico, s. f.; P. Gutiérrez de Santa Clara, Historia de las Guerras Civiles del Perú, Imprenta Idamor Moreno, 1904-1928; P. Cieza de León, “Guerra de Quito”, en Historiadores de Indias, Madrid, Imprenta Bailly Bailliere, 1909; D. Fernández (El Palentino), Historia del Perú, Madrid, Imprenta Pérez de Velasco, 1913; P. Pizarro, Relación del Descubrimiento y Conquista de los Reinos del Perú, Buenos Aires, Editorial Futuro, 1944; A. de Zárate, Historia del descubrimiento y conquista del Perú, Lima, Librería e Imprenta de D. Miranda, 1944; G. Fernández de Oviedo, Historia General y Natural de las Indias, Asunción, Imprenta de la Editorial Guarania, 1944; A. de Herrera, Historia General de los Hechos de los Castellanos en las Islas y Tierra Firme del Mar Océano, Buenos Aires, Imprenta Continental, 1945; F. López de Gómara, Historia General de las Indias, Barcelona, Imprenta de Agustín Núñez, 1954; G. Inca de la Vega, Los Comentarios Reales de los Incas, Lima, Librería Internacional del Perú, 1960; H. López Martínez, “Los que vinieron con Pedro de Alvarado”, en Humanidades, Lima, Pontificia Universidad Católica del Perú, 1972-1973; F. A. Encinas y L. Castedo, Resumen de la Historia de Chile, Santiago, Editorial Zig-Zag, 1982.

 

Héctor López Martínez