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Gonzalo Maldonado

Biografía

Maldonado, Gonzalo. Ciudad Rodrigo (Salamanca), ú. t. s. xv – ?, 29.VI.1530. Consejero de Indias y obispo de Ciudad Rodrigo.

Doctor en Leyes y catedrático de Derecho Canónico por el colegio de San Bartolomé de Salamanca (de donde consta matrícula en 1505), consiguió ejercer como juez metropolitano y provisor del Arzobispado de Santiago de Compostela, gracias al favor que le brindó el obispo Alonso de Fonseca, quien, valorando su excelente formación jurídica, le introdujo en su proyecto reformista como colaborador.

Tras la partida del joven Carlos para obtener su elección imperial en la Dieta de Augsburgo, Gonzalo Maldonado rechazó la insurrección comunera, participando de las deliberaciones de los consejeros regios sobre los sucesos acaecidos en las Cortes de Santiago por el conflictivo servicio, para lo que fue elegido miembro de la junta capitular compuesta a este efecto. El respeto que infundía entre sus correligionarios logró salvarle la vida cuando su lealtad al Emperador generó el encono de los sublevados que le rodeaban, mediando en su defensa el prelado y el provisor. Sin embargo, sus reclamaciones ante la junta propiciaron que se le vinculara con Indias.

Finalizado el proceso a los comuneros, se inició una visita al colegio de San Bartolomé, para cuya dirección fue elegido junto al catedrático de Derecho de la Universidad de Salamanca, Jerónimo de la Carrera, y el abogado consistorial de la Chancillería de Valladolid, el doctor Espinosa, cuyo examen culminó en la renovación de los estatutos del organismo.

Precisamente en esos años inmediatamente posteriores a las Comunidades, quedó vacante la presidencia de la Chancillería de Granada, ante lo cual se remitió al Emperador una relación de posibles candidatos para su provisión. Nombrado consejero de Indias en 1524, el doctor Maldonado constituía uno de los propuestos “de letras y conciencia”, del que se reconocía “que es muy buen letrado y hidalgo”, frente al doctor Espinosa en primer lugar, al licenciado Valdés en tercero y un elenco de licenciados entre los que constaban Flórez, Peña, Varco, Frías y Suárez. Habiendo sido elevado a la vicaría complutense a raíz de la promoción de Fonseca a la Sede Arzobispal de Toledo, podía ejercer al tiempo el gobierno de alguna iglesia, pero su nombramiento como consejero en Indias le interrumpió su ejercicio, si bien en 1525 fue destinado al Obispado de Ciudad Rodrigo como titular.

No obstante dicha trayectoria, jamás logró su designación como presidente.

En 1526 llevó a cabo, bajo designación del Consejo de Indias y junto al doctor Beltrán y al secretario Samano, una visita a la Casa de la Contratación de Sevilla, dirigida a tratar de instaurar mecanismos de control de la institución. De resultas de este proceso fue destituido el contador Recalde y se introdujeron algunas novedades que afectaron al padrón de navegación y a la administración de los bienes de los fallecidos en Indias. Esta última cuestión, algunas irregularidades en la administración contable, así como el surgimiento de conflictos jurisdiccionales contribuyeron a que el Consejo de Indias tomara a finales de 1528 la decisión de encargar a Gonzalo Maldonado que terminara definitivamente con los abusos existentes.

Fruto de su intervención en estos cometidos, fue comisionado junto a Díaz de Luco para realizar la renovación de las ordenanzas de la Casa de Contratación, con el objetivo de ajustar el uso del arca de las tres llaves, así como el tráfico ultramarino y la concisión de las competencias jurídicas requeridas al respecto.

Sin embargo, la labor más significativa de Gonzalo Maldonado tuvo lugar en las cuestiones financieras.

En mente del Emperador estaba incrementar los fondos disponibles a través de diversos procedimientos, encontrándose entre sus preferencias la implantación de una sisa general. Hallándose el soberano requerido por los asuntos imperiales, comisionó a Maldonado para que defendiera dicha postura ante los Consejos de Estado y Hacienda en la Junta que la Emperatriz nombró como gobernadora. El temor a los enfrentamientos que se traslucirían de la convocatoria de Cortes que requería su plácet, impulsó a la Junta a rechazar a Maldonado la instrucción imperial. El prelado también negoció en 1530 con los banqueros genoveses y participó en los acuerdos para el pago de la Cruzada y la Cuarta.

En recompensa a su leal ejercicio, fue distinguido con la dignidad episcopal de Tarragona, titularidad interrumpida a causa de su repentino fallecimiento, lo que generó la pretensión de sus beneficiarios respecto a sus bienes referentes a la armada destinada a las islas de la Especiería, que había estado a su cargo, y que a su muerte se retuvo hasta su contabilización, así como a la sucesión en el referido cargo eclesiástico.

 

Fuentes y bibl.: Archivo General de Simancas, secc. Escribanía Mayor de Rentas, Quitaciones de Corte, leg. 22, n.os 202-207; Estado, leg. 13, n.os 42, 47 y 48; leg. 14, n.º 231.

G. González Dávila, Teatro eclesiástico de las Iglesias Metropolitanas de las dos Castillas. Vidas de sus arzobispos y obispos, y cosas memorables de sus sedes, vol. IV, Madrid, 1650, pág. 31; J. de Rojas y Contreras, Marqués de Alventos Historia del colegio Viejo de San Bartolomé, mayor de la celebre Universidad de Salamanca. Vida del Excmo. y Rvdmo. don Diego de Anaya Maldonado, Arzobispo de Sevilla, su fundador, y noticia de sus ilustres hijos, vol. II, Madrid, Andrés Ortega, 1766-1770, págs. 13, 15 y 249; Colección de Documentos inéditos relativos al descubrimiento, conquista y organización de las antiguas posesiones españolas de Ultramar, vol. XIV, Madrid, Sucesores de Rivadeneyra, 1885 (CODOIN, Ultramar, Serie II), págs. 24 y 111; M. Danvila, Historia crítica y documentada de las Comunidades de Castilla, en Memorial Histórico Español, vol. XL, Madrid, Est. Tipográfico de la Viuda e Hijos de M. Tello, 1897-1900, pág. 264; J. L. González Novalín, El Inquisidor General Fernando de Valdés (1483-1568), vol. I, Oviedo, Universidad, 1969-1971, pág. 72; H. Pizarro Llorente, “Gonzalo Maldonado”, en J. Martínez Millán (dir.), La Corte de Carlos V, vol. III, Madrid, Sociedad Estatal para la Conmemoración de los Centenarios de Felipe II y Carlos V, 2000, págs. 254-256; E. Schaefer, El Consejo Real y Supremo de las Indias, vol. I, Madrid, Marcial Pons, Junta de Castilla y León, Consejería de Educación y Cultura, 2003, págs. 63, 67 y 355.

 

Alejandro López Álvarez

 

 

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