Cárdenas, Santiago de. El Volador. Callao (Perú), 1726 – Lima (Perú), 1766. Inventor.
A pesar de provenir de un hogar extremadamente pobre, Santiago de Cárdenas aprendió a leer y a escribir a temprana edad. Lamentablemente, las necesidades materiales y económicas que apremiaban a su familia lo llevaron a trabajar, a la los diez años, como grumete —o pilotín— en un navío mercante que cubría la ruta entre El Callao y Valparaíso. Durante más de diez años, Cárdenas trabajó en el mismo barco, hasta su hundimiento a consecuencia del maremoto que asoló las costas del virreinato peruano en 1746.
El infortunio hizo que Cárdenas se estableciera en Lima, donde se ocupó de oficios mecánicos —en los que, según él mismo cuenta, era muy hábil; pues llegó a hacer de una pieza guantes, botones de clérigo y escarpines de vicuña—. Sin embargo, su gran pasión eran las aves y la idea de volar, pues creía que los hombres, al igual que los pájaros, podían levantar vuelo. Es por ello que apenas lograba tener unos reales en el bolsillo. Cárdenas se mudaba a los cerros y lomas en las afueras de la ciudad para observar el vuelo de las aves, cazarlas y estudiarlas con detenimiento. Estos estudios los realizó durante doce años, hasta que finalmente creyó entender el vuelo de las aves, el funcionamiento de las plumas y la forma de reproducirlas.
En noviembre de 1761, Cárdenas presentó un memorial al virrey Manuel Amat y Junyent Junient en el que le explicaba haber descubierto la forma de volar por medio de una máquina, pero que lamentablemente aún no había podido construirla debido a la falta de recursos pecuniarios. Al parecer, el virrey lo escuchó, pues según el decreto de la Real Audiencia del 6 de noviembre de 1761, es el mismo virrey quien indica le envíen el memorial de Cárdenas al afamado científico Cosme Bueno para que dé el aval correspondiente o en su defecto rechace el invento.
El pueblo limeño se enteró rápidamente del invento de Cárdenas, e inclusive, se corrió la voz de que en la tarde del 22 de noviembre de 1761 iba realizar una demostración de vuelo desde el Cerro San Cristóbal hasta la Plaza Mayor de la ciudad. Grande fue el alboroto, pues hombres y mujeres de toda condición se agolparon en las casas y haciendas adyacentes al cerro esperando ver tan especial suceso. Cuando se enteraron de que Cárdenas nunca había ofrecido volar, lo persiguieron hasta el atrio de la catedral de Lima diciéndole: “o vuelas o te matamos a pedradas”. Advertido el virrey, mandó una escolta a rescatarlo, llevándolo al palacio y guareciéndolo de la belicosa muchedumbre. Desde entonces Cárdenas fue conocido como Santiago el volador.
Por su parte, Cosme Bueno analizó el memorial de Cárdenas y sin muchos aspavientos destruyó —con serios argumentos— la tesis de vuelo de Santiago el volador. Sin desanimarse, Santiago de Cárdenas dejó pasar un año y presentó un segundo memorial (1762) titulado Nuevo sistema de nabegar por los aires sacado delas observaciones dla naturalesa volátil, aunque en esta ocasión el virrey no se tomó la molestia de escucharlo, dando por terminado el asunto con un rotundo «no ha lugar» en el decreto de respuesta del 6 de febrero de 1763.
Santiago de Cárdenas murió en 1766 a la edad de cuarenta años.
Obras de ~: Nuevo sistema de nabegar por los aires sacado delas observaciones dla naturalesa volátil, Lima, 1762.
Bibl.: R. Palma. “Santiago el Volador”, en Tradiciones peruanas, Madrid, 1953; M. González, “La intertextualidad en Santiago el Volador”, en Revista de la Casa Museo Ricardo Palma, año 3, n.º 3 (2001).
Gonzalo Villamonte Duffoo