Ayuda

Gabriel Gutiérrez de Riva

Biografía

Gutierrez de Riva, Gabriel. El Terrible. Burgos, 12.IV.1655 – San Juan (Puerto Rico), 28.VII.1703. Militar, gobernador y capitán general de Puerto Rico.

Hijo de Sebastián Gutiérrez de Riva y de Justa García de Diego de Arredondo. Su carrera militar se inició el 14 de agosto de 1671 cuando apenas contaba dieciséis años, después pasó a servir en Flandes donde se desempeñó como soldado, teniente de caballo vivo y reformado. De ahí pasó al presidio de San Sebastián como capitán de una compañía de Infantería española.

Tuvo servicio en varias naves ocupando el cargo de gobernador del galeón San Juan Bautista. Fue prisionero de los franceses, sirvió luego en Caturia y finalmente en Ceuta y Gibraltar. El 11 de abril de 1695 Carlos II le concedió el hábito de Santiago y posteriormente fue ascendido a maestre de campo de Infantería.

Fue nombrado, por título del 20 de septiembre de 1699, gobernador y capitán general de Puerto Rico por un término de cinco años. Su designación continuaba el patrón establecido a finales del siglo xvi de seleccionar individuos del servicio castrense para ocupar la gobernación, en consideración a la importancia de la isla como presidio militar y punto clave en las defensas del imperio español en América. Tomó posesión del cargo el 21 de junio de 1700.

Una de las primeras encomiendas recibidas por Gutiérrez de Riva, al designársele gobernador de la isla, fue la de actuar como juez de residencia para aquellos de sus antecesores a quienes no se les hubiese tomado aún. En tal virtud le correspondió entender en las residencias de los gobernadores Gaspar Arredondo y Valle, Juan Fernández Franco de Medina y del sargento mayor Antonio Robles de Silva. La residencia de este último fue motivo de fuertes desavenencias entre Gutiérrez de Riva y el deán de la catedral y gobernador del obispado Martín Calderón de la Barca, cuñado de Robles de Silva.

Las dos principales preocupaciones de su gobernación fueron la defensa de la isla y la supresión o disminución del contrabando. La evidencia demuestra con abundancia que la labor del maestre de campo en ambas áreas fue exitosa.

En el primero de los casos se preocupó personalmente de fortalecer las fortificaciones de la plaza haciendo reparaciones y construyendo nuevas posiciones o reforzando las existentes. La movilización de las milicias urbanas y el acrecentamiento de la vigilancia de las costas fueron factores fundamentales en el éxito alcanzado al producirse los ataques de ingleses y holandeses en 1702 y 1703, “ecos de la Guerra de Sucesión Española en Puerto Rico”. Las victorias obtenidas por los milicianos en Loyza, Arecibo y Guadianilla demostraron la utilidad de ese cuerpo y su rol vital en la preservación del dominio español en la isla.

La actividad comercial, aunque modesta, evidenció la existencia de un ciclo de comercio entre Santo Domingo, San Juan, Martinica, Curaçao y la región de Cumana. El esfuerzo desarrollado por Gutiérrez de Riva para suprimir o cuanto menos controlar el contrabando contrasta con la activa de varios de sus antecesores quienes lo permitían y en ocasiones lo fomentaban, llegando incluso a participar en él. No sólo concentró sus esfuerzos en perseguir el contrabando por las costas sino que también se esmeró en atacarlo en el interior de la isla.

La Iglesia atravesó por una aguda crisis al no tener la diócesis un obispo durante más de ocho años. Una orden expresa del Rey al deán y gobernador del Obispado, Calderón de la Barca, fue necesaria para poner fin a la virtual parálisis en que se sumió la Iglesia.

A pesar de las diferencias personales entre el deán y el gobernador, este último apoyó las solicitudes de ayuda de las comunidades religiosas en momentos de necesidad. Una vez removido el deán Calderón y desterrado a España, la relación del gobernador con la jerarquía eclesiástica fue no sólo propia sino cordial.

En lo referente al manejo de los asuntos de la Real Hacienda, el saldo es también positivo. Al finalizar su mandato súbitamente con su muerte, las cajas reales arrojaban un excedente de fondos.

Su más grave error fue, sin duda, la dureza con que trató al maestro mayor de las obras de fortificación al condenarlo a morir en la horca por entender que no cumplía sus obligaciones. Su deseo de tener la isla y sus fortificaciones en el mejor estado posible, en vista de las circunstancias históricas del momento, si no justifica, por lo menos explica este doloroso incidente.

La muerte del gobernador Gutiérrez de Riva se produjo el 28 de julio de 1703, sus restos fueron sepultados en el Panteón de Gobernadores en la iglesia del convento de los dominicos.

 

Bibl.: S. González García, “Notas sobre el gobierno y los Gobernadores de Puerto Rico en el siglo xvii”, en Historia, t. 1, n.º 2 (junio de 1962); L. E. González Vales, Gabriel Gutiérrez de Riva “El Terrible”, San Juan, Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe (UIA), 1990.

 

Luis E. González Vales