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Francisco Romo Gamboa

Biografía

Romo Gamboa, Francisco. Cañizar (Guadalajara), 29.I.1785 – Madrid, 11.I.1849. Político y militar.

Entronca con la rama principal del noble y antiguo linaje del apellido Romo que, llevando en su escudo de armas la cruz de la batalla de las Navas de Tolosa por su distinguida participación en ella, se estableció en la provincia de Guadalajara, primero en el municipio de Torija y después en el de Cañizar. Pues bien, parece que esos ilustres ascendientes y los inmediatos paternos, que con igual rúbrica fue caballero de la orden de Santiago y coronel de granaderos, le imprimieron una particular inclinación por la milicia. Así, tras cursar estudios de filosofía y leyes en la Universidad de Alcalá de Henares (Madrid), adquirió conocimientos técnicos militares en la Academia Militar de Zamora. Con este bagaje, en marzo de 1803 ingresó como cadete en el regimiento de infantería de Sigüenza (Guadalajara). Graduado ya como subteniente, en julio pasó a la Academia militar del cuerpo de ingenieros de Alcalá de Henares, donde en febrero de 1806 fue ascendido a teniente. Al comienzo de la Guerra de la Independencia estaba destinado en Valladolid y, tras participar en junio de 1808 en la batalla de Rioseco, se integró en el nuevo batallón Ledesma del regimiento de infantería de Burgos. Con él, a lo largo de 1809 intervino en distintas acciones como las de Vélez, Torralba, Aranjuez y Almonacid, recibiendo por estas últimas dos cruces a la distinción. En noviembre, en la batalla de Ocaña, resultó gravemente herido, inutilizándole el brazo izquierdo, y, hecho prisionero, en enero de 1810 se le concedió pasaporte para trasladarse a Cañizar, donde permaneció recogido el resto del conflicto.

No apto para el servicio militar, con la conclusión de la guerra le llegó en septiembre de 1814 el retiro y una pensión mensual de 700 reales. Con esta cantidad pudo subsistir mientras se mantuvo viudo (de Teresa Lagunez) y sin cargas familiares, pero las cosas cambiaron cuando en diciembre de 1816 contrajo segundas nupcias con Teresa Balanzat, viuda y con cuatro hijos, y cuando seguidamente tuvo dos más. Fue la necesidad la que, inaugurado el trienio liberal, le llevó a Madrid, al entorno de la familia Balanzat que, ligada al ejército, contaba en este momento con una notable influencia en las altas esferas gubernativas. Gracias a ella, a lo largo de 1821, realizó distintos trabajos en las oficinas centrales del Ministerio de la Guerra y en marzo de 1822 fue nombrado jefe político de Teruel. Desde este cargo se enfrentó a la reacción absolutista, representada por las partidas realistas, pero también al liberalismo exaltado, ya que nada más acceder al poder en agosto presentó la dimisión, que le fue finalmente admitida en noviembre.

La situación de cesante en la que se encontraba y su talante moderado sirvieron para librarle de la despiadada represión que acompañó en el verano de 1823 el retorno al régimen antiguo, pero no para que se le instruyera el correspondiente expediente de purificación, que hasta marzo de 1827 no se resolvió favorablemente. Con este certificado estuvo trabajando desde febrero de 1830 al final de la década absolutista en el Ministerio de Hacienda, incorporado a la Comisión especial de arrendamiento de rentas decimales.

Esta nueva posición fue la que le permitió, iniciada ya la Regencia de María Cristina, rehusar por degradante a la secretaría de la subdelegación de fomento de Zaragoza ofrecida y que, en su lugar, en enero de 1834 se le confiara la jefatura de la de la provincia de Huesca. Aquí se encontraba cuando la apertura a la Monarquía constitucional con el Estatuto Real trajo consigo el cambio de denominación de su cargo por el de gobernador civil y en él se mantuvo hasta que el conservadurismo gobernante en abril de 1835 necesitó de sus servicios en Murcia. Al frente del gobierno civil de esta provincia tuvo una destacada actuación, al neutralizar el extremismo liberal en el proceso revolucionario del verano. Por ello, el progresismo “respetable”, que con el triunfo del mismo asumió el poder en septiembre, le concedió la cruz de la real y distinguida orden de Carlos III y elevó en la escala gubernativa, otorgándole en octubre el mando civil de la provincia de Valladolid. En él se encontró sumamente satisfecho al lograr una estrecha compenetración ideológica moderada con la clase dirigente provincial, que le permitió permanecer en el cargo cuando en mayo de 1836 los conservadores se hicieron de nuevo con las riendas del poder. Con todo, no pudo ocupar el destino conferido en junio de gobernador civil de Zaragoza por la disconformidad del capitán general de Aragón, que lo ostentaba interinamente. Pero esa clarificación política ya le supuso que, al regreso de los progresistas al poder después del restablecimiento en agosto de la Constitución de 1812, se le declarara cesante.

En esta situación se mantuvo hasta que, promulgado el Código político de 1837, con las elecciones generales de octubre los moderados se convirtieron otra vez en hegemónicos. Así, elegido al mes siguiente diputado suplente por Guadalajara, en diciembre fue nombrado jefe político interino de la provincia Madrid. A pesar de ser estimulado en febrero de 1838 con la concesión de la propiedad del cargo, tras el triunfo de los progresistas en la repetición el mes anterior de los comicios legislativos en la provincia, el resultado análogo registrado en las elecciones de diputados provinciales de marzo le impelió a presentar la dimisión. Admitida al mes siguiente, se acordó utilizar sus servicios en un destino más oportuno, el de director general de Montes. A este puesto acompañó desde febrero de 1840, al contar con el apoyo de los electores guadalajareños, el acta de senador.

Nada más inaugurarse con el triunfo de la revolución de 1840 el trienio de dominio progresista bajo la Regencia de Baldomero Espartero, en octubre fue depuesto de esa Dirección General y declarado cesante. Permaneciendo durante este tiempo, sin embargo, en el escaño de la cámara alta, lo volvió a revalidar en septiembre de 1843, cuando se había clausurado esa experiencia política. De esta manera, con esta representación pudo participar en el proceso que le sucedió de afirmación de los moderados en el poder y de sus presupuestos doctrinarios expresados en la Constitución de 1845. Y, ya vigente ésta, como un miembro indiscutible de la familia conservadora, en las elecciones de diciembre de 1846, fue elegido diputado por el distrito de Brihuega (Guadalajara).

Ocupando este escaño y disfrutando desde septiembre de 1847 de una pensión de jubilación de 30.000 reales, que se sumaban a los 22.000 que desde enero de 1839 le transfería su hermano Lorenzo al parecer en razón a la herencia paterna, fallecía el 11 de enero de 1849 en su domicilio de la calle Hortaleza de Madrid Francisco Romo Gamboa.

 

Fuentes y bibl: Archivo del Congreso de los Diputados, Serie documentación electoral, 26 n.º 1; Archivo del Senado, Expedientes personales, HIS-0392-04.

V. González Moreno, Biografía del Señor Don Francisco Romo Gamboa, Diputado a Cotes, Madrid, Imprenta y Fundición de D. Eusebio Aguado, 1849; A. y A. García Carraffa, Diccionario heráldico y genealógico de apellidos españoles y americanos, t. 80, Madrid, Nueva Imprenta Radio S.A., 1958, págs. 47-49.

 

Javier Pérez Núñez

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