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Francisco Javier Valero y Losa

Biografía

Valero y Losa, Francisco Javier. Villanueva de la Jara (Cuenca), 3.XII.1664 – Toledo, 23.IV.1720. Teólogo, obispo de Badajoz, arzobispo de Toledo.

Francisco Javier Valero fue el primogénito del matrimonio formado por Felipe Valero Zapata y María del Cañizo y Losa, hidalgos rurales de mediana hacienda.

Pasó su primera infancia en su pueblo natal del que era cura párroco un hermano de su madre, Francisco del Cañizo. De él recibió los rudimentos de Latín y Gramática, que luego ampliaría, desde 1675, en el Colegio que la Compañía de Jesús tenía en Belmonte.

Concluidos los estudios de Gramática, pasó a estudiar Artes en la Universidad de Alcalá, donde obtuvo el grado de bachiller, alcanzando una beca supernumeraria en el Colegio de San Clemente Mártir para continuar los estudios de Teología. Siendo estudiante teólogo fue elegido rector del Colegio. Una vez bachiller pasó a Cuenca como teólogo del obispo Antonio Alonso San Martín, que lo designó visitador general del obispado, realizando en su nombre la visita canónica a la ciudad de Cuenca. En 1690 se encontraba de nuevo en Alcalá para obtener el grado de doctor en Teología y poco después su tío, con la aprobación del obispo conquense, le traspasó el curato de Villanueva de la Jara y sus anejos, dotado con cuantiosas rentas.

Entonces se ordenó de presbítero. Su biógrafo, el carmelita descalzo fray Antonio de los Reyes, lo presentó como cura ejemplar, preocupado por la formación de los tenientes que regían los siete anejos de Villanueva de la Jara, para los que estableció unas “Conferencias Morales”, a las que también asistían seminaristas; y la enseñanza del catecismo entre los feligreses mediante la llamada “Escuela de Cristo”.

El 20 de septiembre de 1706, las tropas del archiduque don Carlos llegaron a Villanueva de la Jara, en su retirada de Madrid a Valencia, y sometieron al pueblo al saqueo durante cinco días. Los habitantes, con el párroco a la cabeza, se encontraban refugiados en la cercana fortaleza de Alarcón. Abandonada la villa por las tropas imperiales, regresaron los vecinos y pudieron contemplar la magnitud de la tragedia, a la que vino a sumarse una epidemia a principios de noviembre.

Ante tal cúmulo de calamidades, el concejo designó una comisión, formada por dos caballeros y el cura, para que acudieran a la Corte y solicitaran una moratoria de las contribuciones. Las gestiones de los comisionados produjeron su fruto alcanzando un indulto por cinco años de las contribuciones reales.

Pero las entrevistas que mantuvo Valero y Losa en Madrid le permitieron darse a conocer de tal manera que su nombre fue propuesto para ocupar la sede de Badajoz, cuyo obispo había fallecido en febrero de 1706. En enero de 1707 fue presentado en Roma, pero la situación bélica por la que atravesaba el Reino retrasó la decisión pontificia y hasta el 7 de noviembre no se hicieron públicas las bulas. El 1 de mayo de 1708 fue consagrado en Madrid, en la iglesia del Colegio de la Compañía de Jesús, por el arzobispo de Valencia, Antonio Folch de Cardona, y el 11 de junio hacía su entrada en la ciudad de Badajoz.

Su actividad como obispo en la diócesis pacense estuvo marcada por la atención pastoral. Para hacer frente a los problemas derivados de la guerra y la presencia de las tropas en la región fronteriza con Portugal: organizó la inmediata realización de una misión popular en la ciudad de Badajoz, inició personalmente la visita pastoral de la diócesis, estableció en las principales localidades la “Escuela de Cristo” y las “Conferencia Morales”, y recordó a los curas párrocos y tenientes la obligación que, de acuerdo con los decretos del Concilio de Trento, tenían de explicar al pueblo la doctrina cristiana todos los domingos y fiestas de guardar. Para auxiliarles en esta tarea hizo publicar un Compendio breve de lo que debe creer y saber todo cristiano.

En noviembre de 1709 murió el arzobispo de Toledo, Luis Manuel Fernández Portocarrero. La larga vacante en la sede primada concluyó en 1715 con el sorprendente nombramiento del obispo de Badajoz, Francisco Valero y Losa. Era éste un homo novus que había sido promovido de párroco de Villanueva de la Jara a la sede pacense, en la frontera de un reino enemigo, para regir una diócesis en zona de operaciones militares. Es pues un hombre de garantías y fidelidad a la Corte el elegido para poner fin a la vacante toledana, alejado de los círculos nobiliarios e imbuido de un profundo celo pastoral. Presentado en Roma el 20 de febrero de 1715, las bulas de su nombramiento tienen fecha de 18 de marzo, y el 7 de mayo tomó posesión de su nueva sede por poderes. Penetró en la diócesis por Puebla de Alcocer, limítrofe con la de Badajoz, e inició un recorrido hacia Toledo visitando Ciudad Real, Orgaz y Yepes, donde recibió el palio.

Tras una breve estancia en Toledo se desplazó a Madrid donde tomó conciencia de las graves deficiencias de sus diocesanos tras la larga vacante y las secuelas de la guerra. Como en Badajoz, realizó personalmente la visita pastoral, estableció la “Escuela de Cristo”, promovió las misiones populares, encomendándolas a la Congregación del Salvador, e instó a los curas a la enseñanza de la doctrina cristiana. Todas estas inquietudes fueron plasmadas en una larga Carta Pastoral, publicada en 1717 y de notable influencia a lo largo del siglo, en la que, tras señalar los problemas presentes en la diócesis: la pobreza, consecuencia de la guerra; la ignorancia religiosa y el abandono de la vida cristiana; la falta de observancia en algunas comunidades religiosas y entre los clérigos del territorio de las Órdenes Militares, propuso los remedios para eliminarla: el ejercicio de la caridad, la reiteración de las misiones populares entre los fieles, los ejercicios espirituales entre los clérigos, y las visitas de los prelados de los regulares a sus súbditos. Murió el 23 de abril de 1720, siendo inhumado en el trascoro de la Catedral toledana, delante de la capilla de la Virgen de la Estrella.

 

Obras de ~: Carta pastoral de el Ilustrissimo, y Reverendissimo Señor don Francisco Valero y Lossa, Arzobispo de Toledo [...] en que manifiesta a todos sus subditos, los motivos, que ay para temer, que la ignorancia de las verdades christianas, es mayor de lo que se hace juizio, para que todos, en quanto les sea possible, soliciten el remedio, s. l., 1717 (reeds. Madrid, Francisco Xavier García, 1760, 1761 y 1767; Madrid, Manuel Martín, 1771, 1773 y 1777; Madrid, González, 1787; Madrid, Viuda de Joaquín de Ibarra, 1791; Madrid, Eusebio Aguado, 1830; Segovia, Antonio Espinosa, 1782, reed., Madrid, 1791, patrocinada por el cardenal Lorenzana, va precedida de una exhortación y una breve biografía del arzobispo Valero).

 

Bibl.: A. J. Murillo Velarde, El Sumo Sacerdote y Sancto Onías, copiado en el Illmo. Y Revdmo. Señor don Francisco Valero y Losa. Oración fúnebre panegínica, Toledo, 1720; A. de los Reyes, Vida ejemplar del Illmo. y Revmo. Señor Don Francisco Valero y Losa, obispo antes de Badajoz y después Arzobispo de Toledo, Primado de España, Pamplona, Benito Cosculluela, 1792; R. Gonzálvez Ruiz, “Valero y Losa, Francisco”, en Q. Aldea Vaquero, T. Marín Martínez y J. Vives Gatell (dirs.), Diccionario de Historia Eclesiástica de España, vol. IV, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Instituto Enrique Flórez, 1975, pág. 2705; J. C. Gómez-Menor Fuentes, “Don Francisco Javier Valero y Losa, Arzobispo de Toledo”, en Toletum, 11 (1981), págs. 141-175; “Don Francisco Valero y Losa (1715-1720)”, en Los Primados de Toledo, Toledo, Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha-Diputación Provincial de Toledo, 1993, págs. 128-129; L. Resines, La catequesis en España. Historia y Textos, Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 1997, págs. 378-379 y 385-386; S. Iglesias Gómez, Vida de D. Francisco Valera y Losa (1664-1720), Arzobispo de Toledo, Madrid, La Librería, 1998; A. Fernández Collado, Los informe de visita ad limina de los Arzobispo de Toledo, Cuenca, Universidad de Castilla-La Mancha, 2002, págs. 102-112.

 

José Carlos Vizuete Mendoza