Hijo de Maríaa Lucio-Villegas y de Clemente Gómez de Salazar, y hermano menor de Manuel, que fuera arzobispo de Burgos, sus primeros años transcurrieron de modo semejante a los de éste pero, si cabe, con una mayor inclinación aún a los estudios, vocación que haría de él, al correr de los días, una de las figuras intelectualmente más valiosas del episcopado decimonónico, así como de la institución universitaria. Su juventud estuvo consagrada a la búsqueda del saber, tanto en materias religiosas como laicas. Una vez cursada la Filosofía Elemental en el instituto y en el seminario de Burgos, se trasladó a la Universidad pinciana para seguir la carrera de Teología, para marchar luego a la Central, en la que acabaría dicha enseñanza al tiempo que se matriculaba en la Facultad de Derecho. Bachiller en Artes, licenciado en Teología y doctor en Sagrados Cánones. Tarancón y Morón, obispo de Córdoba, le nombró en 1853 catedrático de Griego y Hebreo para designarlo poco después, en el mismo seminario diocesano, de Teología Dogmática. Ordenado sacerdote en 1854, se encargaría como cura ecónomo de las importantes parroquias de la Magdalena y El Sagrario. [...]