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María Francisca Dávila Carrillo de Albornoz

Biografía

Dávila Carrillo de Albornoz, María Francisca. Condesa de Torrepalma (III), condesa de Truillas (I). ?, s. t. s. XVIII – Calatayud (Zaragoza), 24.I.1808. Directora de la Junta de Damas de Honor y Mérito de la Sociedad Económica de Amigos del País de Madrid.

Segunda hija de María Magdalena Carrillo de Albornoz y Antich, II duquesa de Montemar (1707- 1790), casada en la Puebla de Cazalla (Sevilla) con José Lorenzo Dávila y Tello de Guzmán Villegas, III conde de Valhermoso (1710-1790), teniente general de los Reales Ejércitos.

Contrajo primeras nupcias con Alonso Verdugo y Castilla, III conde de Torrepalma, X señor del estado de Gor y de los de Alboloduy, Santa Cruz, Ruchuelos, Herrera de Valdecañas, Calabazanos y Villamuriel (Alcalá la Real, 1706 – Turín, 1767), caballero de la Orden de Calatrava y mayordomo de semana del rey Carlos III y su embajador en Viena y en Turín (1760- 1767), hijo de Pedro Verdugo y Ursúa, II conde de Torrepalma, y de Isabel de Castilla y Lasso de Castilla.

Viuda del conde de Torrepalma y sin sucesión, María Francisca Dávila Carrillo de Albornoz contrajo segundas nupcias con su primo hermano, el capitán general Antonio Ricardos Carrillo de Albornoz, y a la muerte de éste, el 13 de marzo de 1794, fue distinguida por el Rey con el título de condesa de Truillas, en reconocimiento a la victoria de su marido contra los franceses en la batalla de Trullás; el 4 de abril de ese mismo año recibió también la insignia de la Real Orden de Damas de María Luisa de Parma.

Mujer cultivada, activa y bien relacionada en la Corte, desempeñó un papel central de la Junta de Damas de Honor y Mérito de la Sociedad Económica Matritense de Amigos del País, fundada por Real Orden en 1787, que le asignaba como cometido las actividades reformistas y benéficas consideradas “propias de su sexo”. Presidió la Junta entre 1790 y 1801 y fue reelegida en diversas ocasiones; desde ese cargo intervino activamente en los conflictos con la Sociedad Económica, que pretendía tutelar el funcionamiento de la Junta, defendiendo la independencia de ésta.

Formó parte de la comisión de damas que en 1797 inspeccionó detenidamente las instalaciones, funcionamiento y finanzas de la Inclusa de Madrid y elevó un amplio informe negativo al Rey, a resultas del cual se encomendó a la Junta asumir su gestión para mejorarla.

La condesa de Trullás utilizó su influencia en la Corte para obtener del Monarca fondos para la reforma del edificio, a la que contribuyó también personalmente.

Tuvo, asimismo, un papel muy activo en el seno de la Asociación de Caridad para atender a las presas de las tres cárceles de Madrid, en la que desde 1794 desempeñó los cargos de tesorera general, comisionada para la protección de dependientes de las presas y protectora de novias. A lo largo de 1799, en colaboración con la condesa de Montijo, preparó el nuevo reglamento de las Escuelas Patrióticas de las cuatro grandes parroquias de Madrid (San Ginés, San Sebastián, San Martín y San Andrés). En 1802 fue nombrada directora del restablecido Colegio de la Paz para niñas incluseras (que, fundado en 1679, había cerrado sus puertas hacia 1730), así como del nuevo noviciado de Hijas de la Caridad establecido en el mismo edificio.

De sus numerosos escritos, relacionados con su gestión en la Junta, sólo su elogio a la Reina, pronunciado en el acto ritual de distribución de premios de 1794, llegó a publicarse, pero se conservan diversos manuscritos completos y noticias de algunos otros. Su memoria sobre la formación religiosa de las jóvenes, elaborada en el marco de las comisiones de educación y hoy conservada sólo en extracto, manifiesta la inclinación de la condesa, al modo de tantos de sus contemporáneos, por una religiosidad de corte ilustrado, más atenta a los valores de fondo que a las devociones externas. Asimismo, los informes, instrucciones, cartas y representaciones al Rey que elaboró en el ejercicio de sus cargos nos la muestran como una mujer ilustrada, convencida defensora de las ideas reformistas, de acusado sentido práctico y activa en el desempeño de sus responsabilidades públicas. Su papel activo también, al parecer, en la política de la Corte, le acarreó, como a otros significativos personajes ilustrados, entre ellos su amiga la condesa de Montijo, el destierro, por orden de 1 de octubre de 1805. Obligatoriamente retirada a sus posesiones de Calatayud, allí falleció el 24 de enero de 1808.

 

Obras de ~: Instrucciones dadas por la Condesa de Torrepalma, curadora de la Escuela Patriótica de Educación, a la directora de las pupilas, s. l., 1790 (ms. en Archivo de la Sociedad Económica de Amigos del País de Madrid); Elogio de la Reyna nuestra Señora, formado por la Excma. Sra. Condesa de Torrepalma, presidenta de la Junta de Señoras de honor y mérito, leído en la Junta pública de distribución de premios, celebrada por la Real Sociedad Económica de Madrid en 25 de enero de 1794, Madrid, Imprenta de Sancha, 1794.

 

Bibl.: M. Serrano y Sanz, Apuntes para una biblioteca de escritoras españolas (desde el año 1409 al 1833), vol. I/1, Madrid, Sucesores de Rivadeneyra, 1903 (ed. facs., Madrid, Atlas, 1975), págs. 342-343; Vizconde de San Alberto, Los directores de la Real Sociedad Económica Matritense de Amigos del Pais y las presidentas de su Junta de Damas de Honor y Mérito, Madrid, Talleres de El Eco Franciscano, 1925; P. Demerson, María Francisca de Sales Portocarrero (condesa del Montijo). Una figura de la Ilustración, Madrid, Editora Nacional, 1975, págs. 98, 115-116, 146-147, 174, 178-180, 212-213, 222, 229, 232, 338.

 

Mónica Bolufer Peruga

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