Novalbos y Balbuena, Epifanio. Granátula de Calatrava (Ciudad Real), 7.IV.1832 – Madrid, 28.II.1901. Catedrático y veterinario.
Hijo de Antonio Novalbos y de Baldomera Balbuena, pronto quedó huérfano y se trasladó a Córdoba para cursar estudios de Veterinaria como alumno interno pensionado. En dicha ciudad realizó los estudios superiores en la Escuela de Veterinaria, para, posteriormente, marchar a Madrid, donde cursó el quinto y último año de carrera con brillantez, obteniendo el título (1860) de veterinario de primera clase. En ese mismo año logró la plaza de director anatómico en la Escuela de Veterinaria de Córdoba, tras haberse presentado a las oposiciones convocadas a tal efecto.
En 1868 fue nombrado auxiliar afecto a las Cátedras de Anatomía, Fisiología e Higiene en la Escuela de Córdoba, obteniendo además el grado de bachiller en Artes en junio de 1870. En su afán de completar su formación, decidió también cursar estudios de Farmacia en la Universidad de Madrid, donde logró la licenciatura en el año 1873. Su ánimo inquieto le llevó en 1876 a optar, mediante oposición, a la Cátedra de Física, Química e Historia Natural de la Escuela de Veterinaria de Zaragoza, plaza que logró ganar. En la Escuela de Zaragoza fue miembro del jurado de la Sección de Ciencias de la Exposición Aragonesa de 1885-1886, concediéndosele Medalla y Diploma de Mérito. Posteriormente pasaría a la Escuela de Veterinaria de Madrid (abril de 1886), donde ocupó la cátedra de la misma disciplina.
Fue elegido académico numerario de la Real Academia de Medicina, reemplazando al también ilustre veterinario José María Muñoz y Frau, y tomando posesión de la plaza el 18 de junio de 1891, con el discurso de ingreso sobre Los Entozoarios del hombre con relación a la higiene. Teniendo asignada la Medalla académica número 42, perteneció dentro de dicha corporación a la Sección de Higiene pública y privada. También sería académico correspondiente de la Real Academia de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes de Córdoba, así como miembro de la Sociedad de Amigos del País de dicha capital.
Además de ser un hombre de ciencia, estuvo dotado de importantes cualidades como dibujante y escultor anatómico. Falleció en Madrid el 28 de febrero de 1901.
Obras de ~: Los Entozoarios del hombre con relación a la higiene, Madrid, Tipografía de los Huérfanos, 1891; “Discurso sobre la tuberculosis”, en Anales de la Real Academia de Medicina (ARAM), 18 (1898), págs. 175-186; El muermo en los animales y en el hombre (Estudio de patología comparada), Madrid, 1901.
Bibl.: I. Hervás y Buendía, Diccionario histórico, geográfico, biográfico y bibliográfico de la provincia de Ciudad Real, Ciudad Real, 1899, pág. 352; “Necrológica de D. Epifanio Novalbos y José E. de Olavide”, en ARAM, 21 (1901), págs. 89-90; R. Roldán Guerrero y P. Herrero Hinojo, “Farmacéuticos ilustres olvidados: Don Epifanio Novalbos y Balbuena”, en Archivo Iberoamericano de Historia de la Medicina y Antropología Médica, 6 (1954), págs. 177-181; V. Matilla, 202 biografías académicas, Madrid, Real Academia Nacional de Medicina, 1987, págs. 78-79.
Gregorio Carrasco Serrano
