Ayuda

Luis Martínez y Leganés

Biografía

Martínez y Leganés, Luis. Madrid, 1787 – 28.IX.1878. Médico, cirujano.

Hijo, nieto y hermano de abogados, fue el primer médico de una familia tradicionalmente dedicada, con éxito, a la carrera del Derecho. Estudió Latinidad en el colegio de San Ildefonso de Alcalá de Henares. Recién creada la Escuela (equivalente a Facultad) de Medicina de San Carlos, en Madrid, ingresó en ella, cursando brillantemente sus estudios, mientras actuaba como practicante mayor en el Hospital de La Latina. A los veintiún años culminó el doctorado en Medicina, en Cirugía y en Farmacia, con nota de sobresaliente. Inmediatamente fue nombrado ayudante de clínica del Gran Hospital de la Beneficencia. Por entonces la situación en la capital de España y en sus establecimientos oficiales atravesaba una gravísima crisis, como consecuencia de la Guerra de la Independencia, y ni los funcionarios percibían sus haberes ni los enfermos recibían la debida asistencia de medicinas y alimentos. En esta situación, un día recibió Martínez Leganés una comisión de vecinos del pueblo toledano de Yepes: buscaban un buen médico titular; le ofrecieron una buena remuneración, y Martínez Leganés aceptó el nombramiento. Era el año 1809, conocido como “el año del hambre”; los campos castellanos estaban arrasados por ejércitos y guerrillas, sin cosechas por falta de hombres; Yepes se defendió con sus existencias de vino y todo el pueblo se convirtió en un gran hospital de campaña. El doctor Martínez Leganés puso una bandera blanca y atendió por igual a los heridos de guerra de uno y otro bando. Este espíritu de humanitarismo le valió al médico no pocos disgustos, aunque en el terreno profesional adquirió con ello una enorme experiencia científica y práctica; por otra parte, en el terreno moral recibió un día la proposición de la provincia toledana para que la representara en las Cortes de Cádiz, honor al que renunció para no desviarse de su actuación profesional. Regresó a Madrid, al Hospital de la Beneficencia, donde reingresó como médico de número. Y a los doce años fue ascendido a decano; se trataba del mayor Hospital de España.

Por Real Cédula de 31 de agosto de 1831 se crearon diez Reales Academias de Medicina y Cirugía, correspondiendo a la de Madrid el título de Castilla la Nueva; Martínez Leganés ingresó en el sillón número 1 y, además, sin estar muy clara su causa, con efectos retroactivos del 13 de noviembre de 1830. El 4 de enero de 1847 pronunció un célebre discurso inaugural, que ha pasado a la posteridad, por la fuerza demoledora de sus avanzadas ideas. Empezó así: “La medicina, extraviada en los anteriores siglos por principios erróneos, ha encontrado ya la apetecida senda que conduce a la verdad, y presurosa corre a su perfección”. Partía de los principios inmutables de Hipócrates y Esculapio, pero haciendo ver que durante las edades antigua, medieval y moderna, la Medicina no ha hecho más que dar vueltas sobre sí misma, pues la medicina moderna, a pesar de sus aparentes certidumbres, “está fundada en suposiciones gratuitas, cuya aplicación a la práctica tiene graves inconvenientes”. Atacó la teoría de la localización de las enfermedades, enteramente hipotética y opuesta a la realidad. Propugnó el estudio profundo de la fisiología, ‘y cuando esta ciencia haya penetrado en los secretos que todavía ignora, entonces, y solo entonces, podrá desvanecerse la oscuridad que envuelve los fenómenos patológicos’. Este discurso de 1847 dividió la historia de la Medicina española, en el siglo XIX, en un “antes” y un “después”.

A partir de 1840, extinguida la Junta Superior Gubernativa de Medicina, sustituida por la Junta Suprema de Sanidad, se determinó que la presidencia de la Academia fuera ejercida por el gobernador civil de Madrid. Naturalmente, los gobernadores civiles jamás presidieron una junta, por lo que los vicepresidentes eran de facto los presidentes de la Real Academia. En esta condición, Martínez Leganés fue vicepresidente durante los años 1857 a 1861. Precisamente por el Decreto de 28 de abril de 1861 se sancionó por la Reina la creación de una sola Real Academia de Medicina con sede en Madrid, otorgándole su Reglamento. Cuarenta y ocho años fue académico Martínez Leganés, siempre acudiendo animosamente a todas las juntas y sesiones científicas, pese a su edad. A los noventa años falleció en Madrid, el 28 de septiembre de 1878, con el reconocimiento de todos sus colegas. Además, era socio correspondiente de las Academias de Medicina de Barcelona, Cádiz, Sevilla, Valladolid, Brujas, México y otras muchas más sociedades científicas.

En resumen, según su primer biógrafo, J. Álvarez-Sierra (1934), fue “uno de nuestros intelectuales más profundos y un verdadero hombre de ciencia”.

 

Obras de ~: Memoria sobre las aguas minerales en general y de las de Trillo en particular, leída por D. ~, en la oposición de 1829 (ms. en la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense); Discurso Inaugural pronunciado en la Academia de Medicina y Cirugía de Castilla la Nueva el día 4 de Enero de 1847. Por el Doctor D. ~. Médico de número de los hospitales generales de Madrid, socio numerario de la misma Academia […], Madrid, La Ilustración, Est. Tipográfico-Literario, Universal, 1847; Instrucción Popular para la preservación del cólera [sin autor; despar., atribuido con total seguridad por J. Álvarez-Sierra (1963)].

 

Bibl.: L. Martínez Reguera, Bibliografía Hidrológico-Médica Española, Segunda Parte (Manuscritos y Biografías), vol. I, Madrid, Est. Tipográfico Sucesores de Rivadeneyra, Impresor de la Casa Real, 1896, pág. 94, n.º 175; J. Álvarez Sierra, “El Doctor Martínez Leganés”, en El Siglo Médico, n.º 4.209, 11 de julio de 1934, págs. 163-164; Diccionario de Autoridades Médicas, Madrid, Editora Nacional, 1963, pág. 322; V. Matilla, Historia de la Real Academia Nacional de Medicina (Narrativa testimonial), Madrid, Industrias Gráficas España, 1983, pág. 225; Las Reales Academias del Instituto de España, Instituto de España, Alianza Editorial, 1992, pág. 358; Real Academia Nacional de Medicina, Anuario, Madrid, Real Academia Nacional de Medicina, 2004, pág. 150.

 

Fernando Rodríguez de la Torre